El bucle
Si un d¨ªa a alguien se le ocurriera la muy cursi e inveros¨ªmil idea de establecer una clasificaci¨®n de popularidad entre la plantilla de un peri¨®dico cualquiera, el n¨²mero uno ser¨ªa, sin ninguna duda, para los corresponsales o enviados especiales en puntos calientes del mundo. No se sabe si es por la distancia a que trabajan, que lima las durezas que pueden oxidar algunas veces el d¨ªa a d¨ªa en una redacci¨®n. O por el aura m¨ªtica que desprenden; aura abonada por lecturas y pel¨ªculas que seguramente no cuentan de la misa la mitad. Quiz¨¢ es porque sus compa?eros en tierra firme pueden hacerse una idea de los telefonazos, gritos y prisas con que se habr¨¢ gestado su cr¨®nica diaria. O porque se imaginan a s¨ª mismos demostr¨¢ndose sobre el terreno que, en efecto, ellos tambi¨¦n tienen el temple necesario para ejercer de corresponsal de guerra.
"El 'menfotisme' de la comunidad internacional ha dejado las manos libres al Ej¨¦rcito de Israel para hacer lo que quiera"
Una de estas zonas calientes de la Tierra la forman Israel y Palestina. Y uno de estos periodistas es Ferran Sales, corresponsal de este diario en Jerusal¨¦n. El aspecto de Sales decepcionar¨ªa a todo aquel que piense que un corresponsal en Oriente Pr¨®ximo o lugares similares tiene que vestir con un chaleco caqui con muchos bolsillos y una badana roja en el cuello. Cabello gris, gafas de profesor universitario y mirada y gesto empecinados, Sales se tuvo que poner el lunes por la noche un micr¨®fono en la solapa de la americana y hablar de su experiencia en el conflicto palestino-israel¨ª. Lo hizo en la inauguraci¨®n de un ciclo de conferencias que reunir¨¢n en la sede de EL PA?S en Barcelona a diversos corresponsales de este peri¨®dico.
Nacido en Lleida en 1946, Sales estudi¨® Derecho, Periodismo y N¨¢utica, lo que indica, como m¨ªnimo, cierta vocaci¨®n de trotamundos. Su trayectoria como corresponsal empez¨® en 1990 en el Magreb, cuando la plaza qued¨® vacante y se apunt¨® al instante como voluntario. Apostado sobre todo en Argelia, desde all¨ª vivi¨® el auge del islamismo y el golpe de Estado, convirti¨¦ndose en periodista de referencia internacional. En 1997 aterriz¨® en Jerusal¨¦n.
Sales arranc¨® su relato como se empieza una buena cr¨®nica, contando un suceso que atrape la atenci¨®n del lector; anteanoche, de los oyentes. "Llegu¨¦ a Jerusal¨¦n en julio de 1997. Al segundo d¨ªa, estaba en un sem¨¢foro con mi hijo y de repente o¨ªmos un patapum. Hab¨ªa explotado una bomba a 150 metros, en el mercado de Majan¨¦ Yejuda. Le pregunt¨¦ a mi hijo si prefer¨ªa ir a comer o a ver qu¨¦ hab¨ªa pasado. Me contest¨® que ten¨ªa hambre y fuimos a comer a una pizzer¨ªa con aire tranquilo. Cuando acabamos, lo mand¨¦ al hotel y yo fui al lugar. As¨ª, a los dos d¨ªas de llegar, cubr¨ª la primera noticia". Con ese ejemplo y con el recuerdo de que la pizzer¨ªa a la que fue a comer ese d¨ªa sufri¨® otro atentado con 35 muertos hace dos veranos, el p¨²blico entr¨® en situaci¨®n.
En las casi dos horas que dur¨® la charla, surgieron temas como para escribir varios libros. No en vano, el conflicto en cuesti¨®n es uno de los que m¨¢s espacio ocupa en la prensa y en la agenda pol¨ªtica mundial. Respecto la primera, hay que tener en cuenta que Jerusal¨¦n es una de las ciudades del mundo con m¨¢s periodistas extranjeros: son 500, y se pueden multiplicar por cinco en momentos de m¨¢xima tensi¨®n. Respecto a la segunda, una advertencia: "La ¨²nica propuesta que pueda terminar con la situaci¨®n tiene que venir de fuera y avalada por una potencia exterior, es decir, Estados Unidos". Pero enterrados los acuerdos de Oslo y Camp David; retirado Bill Clinton; muertos Isaac Rabin y los l¨ªderes ¨¢rabes que, como Hussein de Jordania, participaron en los procesos de paz, casi defenestrado Yasir Arafat, y con el mediador europeo Miguel Angel Moratinos resistiendo, Sales es m¨¢s bien pesimista: "Si el esp¨ªritu de Clinton no resurge, el conflicto no se arreglar¨¢, con el agravante de que ya no es un conflicto, sino una guerra con m¨¢s de 2.000 muertos".
Rebobinemos. "El di¨¢logo dur¨® lo que dur¨®. Los israel¨ªes no hac¨ªan concesiones. Cada cent¨ªmetro de territorio eran horas y horas de discusi¨®n. Fue lo que yo llamo la mezquindad del concepto de paz y una de las razones por las que los sectores m¨¢s radicales palestinos empezaron a cobrar m¨¢s protagonismo y a hundir el proceso de paz". Sales utiliz¨® una expresi¨®n genuinamente catalana, el menfotisme, para definir la actitud, hoy, de la comunidad internacional, que, a su juicio, "ha dejado las manos libres al ej¨¦rcito israel¨ª para hacer lo que quiera y utilizar las formas m¨¢s perversas de castigo contra el pueblo palestino".
Un aut¨¦ntico bucle en el que se cruzan una segunda Intifada con m¨²ltiples acepciones -"revuelta popular"; "reacci¨®n contra los bur¨®cratas de Arafat"; "expresi¨®n de la lucha de clanes en el pueblo palestino"; "lucha de guerrillas", y "terrorismo"- y una reacci¨®n del Gobierno y el Ej¨¦rcito israel¨ªes en la que "se han violado todas las reglas" -"bombardeos con F-16 contra la poblaci¨®n civil", "tiroteos desde helic¨®pteros en vuelo rasante", "ataques contra campos de refugiados" y "destrucci¨®n sistem¨¢tica de la Autoridad Nacional Palestina"-. Ante todo esto, caben pocas salidas, concluy¨®. Una, "creer en alguna cosa", es decir, que hay una soluci¨®n y que ¨¦sta debe pasar, necesariamente, por la creaci¨®n de un Estado palestino, junto al israel¨ª. Y dos, seguir informando, contra viento y marea, sobre el terreno. Esto ¨²ltimo se materializar¨¢, de nuevo, de inmediato en estas p¨¢ginas.
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