El chapapote econ¨®mico
El cierre del a?o 2002 con una inflaci¨®n del 4% -casi el doble de la media europea y cuatro veces la inflaci¨®n de Alemania- certifica la continua p¨¦rdida de competitividad de la econom¨ªa espa?ola. La pasividad del Gobierno ante este problema lleva a caer en la tentaci¨®n de compararla con el hundimiento del Prestige. Es verdad que la p¨¦rdida de competitividad se debe, en parte, a un aumento de demanda provocado por los bajos tipos de inter¨¦s y que el Gobierno no es responsable de ello, como no lo fue del accidente del Prestige. Pero s¨ª es culpable de la falta de reacci¨®n ante lo que era un problema evidente, por no haber utilizado ni las pol¨ªticas compensatorias de demanda, ni las pol¨ªticas estructurales que est¨¢n en su mano.
La p¨¦rdida de competitividad debe mucho al fracaso de las falsas liberalizaciones que se dedicaron exclusivamente a la privatizaci¨®n de las empresas sin avanzar en la competencia en los mercados. En lo que respecta a los cambios en la legislaci¨®n laboral, debido a la torpeza en las formas con los sindicatos, no ha habido ning¨²n avance en este campo en los ¨²ltimos cinco a?os que sea digno de menci¨®n. Porque, si hubiera habido reformas estructurales, la pol¨ªtica de reducci¨®n de impuestos y de expansi¨®n de gastos p¨²blicos extra- presupuestarios que se est¨¢ aplicando actualmente, no habr¨ªa sido tan perjudicial. Pero, dado que el Gobierno ha tirado la toalla en las reformas estructurales, el IPC deja a la vista la p¨¦rdida de competitividad que provoca su pol¨ªtica presupuestaria.
Otro paralelismo con el Prestige es que el Gobierno no quiere que se hable de este problema. La ofensiva actual de Ley y Orden no viene s¨®lo a encubrir el chapapote del Prestige, sino tambi¨¦n el econ¨®mico. En lo que se refiere a la econom¨ªa, el Gobierno s¨®lo habla del pasado. Habla de los millones de puestos de trabajo creados en el pasado, pero no habla del presente, del aumento del paro, del aumento de la inflaci¨®n. Es casi seguro que el ministro de Trabajo no comparecer¨¢ para anunciar que el n¨²mero de trabajadores despedidos en el a?o 2002 ha sido superior a los que se desped¨ªan cuando el PP accedi¨® al Gobierno en 1996.
Pero hay otras caracter¨ªsticas que diferencian el problema de la p¨¦rdida de competitividad de la cat¨¢strofe del Prestige. La primera es que el chapapote econ¨®mico -la p¨¦rdida de competitividad- no es tan inmediatamente visible como el vertido del fuel. Peridis no puede dibujarla. Pero el d¨ªa que el chapapote econ¨®mico deje de ser invisible y emerjan sus efectos, entonces ya no servir¨¢n ni voluntarios ni el Ej¨¦rcito para remediarlo. El mar, con el tiempo, eliminar¨¢ una buena parte del fuel. Sin embargo, cuando ya sean evidentes los s¨ªntomas de p¨¦rdida de competitividad -la ca¨ªda en el crecimiento, el aumento del d¨¦ficit p¨²blico, etc¨¦tera-, no habr¨¢ posibilidad de corregir sus consecuencias en el corto plazo. Por todo ello, se hace necesario abrir en Espa?a un debate sobre la competitividad, y es necesario hacerlo ahora porque las medidas de aumento de competitividad requieren ser adoptadas con mucho tiempo por delante. El informe de la Comisi¨®n Europea presentado ayer es una fotograf¨ªa m¨¢s del fracaso de la pol¨ªtica econ¨®mica en lo que se refiere a productividad y a este fracaso no se le da la vuelta f¨¢cilmente.
El Gobierno ha olvidado que si la competitividad es siempre esencial para el crecimiento de una econom¨ªa, mucho m¨¢s lo es cuando se est¨¢ en un ¨¢rea monetaria ¨²nica. Las medidas de alegr¨ªa electoral que va a aplicar este a?o, como la reducci¨®n de impuestos y el aumento de gastos extrapresupuestarios, a?adidas al efecto de la reducci¨®n de tipos de inter¨¦s, son equivalentes a la decisi¨®n de alejar el Prestige de las costas. En principio, el problema es menor; pero luego se agrava porque, al alejarlo, se pierde la oportunidad de reducir la dimensi¨®n de sus efectos. Como en el Prestige, los partidos de la oposici¨®n deber¨ªan pedir la creaci¨®n de una comisi¨®n para estudiar la situaci¨®n econ¨®mica, sus consecuencias en el medio plazo y los remedios necesarios para que nunca m¨¢s perdamos competitividad. Deber¨ªan impedir que, en econom¨ªa, el Gobierno siga de cacer¨ªa.
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