Sida
"Ni siquiera se menciona la palabra sida". Sigo las ense?anzas de Pepe Espali¨² acerca del sentido del arte (concepto que puso en revisi¨®n cuando descubri¨®, en 1991, que hab¨ªa sido infectado por el virus de inmunodeficiencia) y titulo estas l¨ªneas con las siglas de su enfermedad como un homenaje p¨®stumo al artista y como una actualizaci¨®n del conflicto que origin¨® su denuncia y la incorporaci¨®n intencionada a su obra de ciertos presupuestos que en la ¨¦poca (Pepe Espali¨² se encuentra en los 80 en el cenit de su producci¨®n art¨ªstica) se consideraban espurios al arte; como si vida y arte tuvieran poco que ver, el arte se hab¨ªa alejado de los procesos de la vida y se hab¨ªa extenuado en sus propios endog¨¢micos procedimientos. Espali¨² aseguraba que ese "onanismo absurdo, de falta de implicaci¨®n social" era una enfermedad del capitalismo que el sida hab¨ªa venido a subvertir, y eso le agradec¨ªa.
Pepe Espali¨² muri¨® en 1993. Ahora, diez a?os m¨¢s tarde, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa le dedica una retrospectiva comisariada por Juan Vicente Aliaga, un recorrido, exhaustivo y brillantemente dise?ado, por sus referencias clave y sus temas recurrentes. He sentido un escalofr¨ªo ante el cuadro titulado Dentro de poco, porque me ha parecido ver en ¨¦l un retrato de la propia muerte (ese entramado de hilos que vuelven laber¨ªntico el acceso de la mirada a la tabla, pero que se abren en una puerta por la que tenemos la certeza de, una vez cruzada, no volver a pasar), aunque fue realizado en 1987, cuando a¨²n no se hab¨ªa presentado la enfermedad, entonces letal.
Antes, su universo creativo se hab¨ªa nutrido de una suerte de bondage intelectual, poblado de clavos y de sogas, de m¨¢scaras y artilugios reminiscentes de torturas er¨®ticas, de esos Santos de cuero inquietantes como herramientas de la Inquisici¨®n. Ya antes, hab¨ªan aparecido sobre tela o papel sus figuras sin cabeza o sin pies, sin verticalidad, de rostro sin facciones. Ya hab¨ªan aparecido esas tortugas que, como escribi¨® despu¨¦s, en 1992, "no vuelven al mar tras desovar y se adentran, en direcci¨®n opuesta, para morir cansadas en un punto cualquiera del horizonte". Como una evidencia, la muerte estaba en la obra de Pepe Espali¨², y con el sida lleg¨® "no una raz¨®n fehaciente para morir, sino una raz¨®n para vivir".
Porque la enfermedad "remite a la urgencia" y actuar se convierte en "una cuesti¨®n de aqu¨ª y ahora". Desde esa necesidad, desde ese significado trascendente de lo inmediato, desde esas espinas y esas jeringuillas, Pepe Espali¨² descubre que al sida se le debe "el haber vuelto a situarnos en el mundo, en lo real", y concluye, limpio de dogmas acad¨¦micos y mercantilistas: "El arte tiene que volver a ser comunicaci¨®n". En los ochenta comenz¨® a saberse de casos de sida en Espa?a, pero hab¨ªa un silencio al respecto cobarde, miedoso y condenatorio. Espali¨² gest¨® sus acciones callejeras, los carrying a trav¨¦s de los que era transportado en volandas y pasaba de brazo en brazo descalzo y sin tocar el suelo, como met¨¢foras de la paradoja en la que se encontraban los enfermos de sida: "Para nosotros, el mundo es un intento de seguir en ¨¦l sin poder tocarlo, de seguir en la tierra sin tocar la tierra. Hay obsesi¨®n con el contagio". Actualmente, se ha perdido el miedo por inercia y quiz¨¢ por un sentido de contestaci¨®n al imperio de la salud. La consecuencia es el aumento de unos contagios que ya no son mortales, pero se siguen silenciando. ?Cu¨¢ntas personas a nuestro alrededor declaran ser seropositivas tan abiertamente como dir¨ªan que padecen de una ¨²lcera de est¨®mago? ?Por qu¨¦ sigue produci¨¦ndose este silencio diez a?os despu¨¦s de la muerte de Pepe Espali¨²? ?Podemos seguir viendo, con ¨¦l, en esa "gram¨¢tica de la ocultaci¨®n" unas razones de ¨ªndole pol¨ªtica: lo que se esconde no es el mal, sino el origen del mal (la homosexualidad, la pasi¨®n, el sexo profesional)?
Irreversiblemente enfermo, Espali¨² bebi¨® de la poes¨ªa suf¨ª de Rumi y concibi¨® unas piezas con muletas que remiten a la idea de elevaci¨®n del pensamiento, "seg¨²n el principio suf¨ª de 'Benditos aquellos que se elevan apoy¨¢ndose en muy poco". Hab¨ªa descubierto "las ¨²nicas cosas que realmente importan", y consist¨ªan precisamente en "t¨¦rminos como solidaridad, entrega, amor, esperanza, vida, con los que siempre has jugado sin saber muy bien lo que significaban". Estaba descubriendo otro sentido al arte.
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