Ni anarquista ni santo
"Le repito que no me gusta la literatura", declaraba en 1915, durante una entrevista, Ram¨®n del Valle-Incl¨¢n, curiosamente, alguien que vivi¨® menos de ella que para ella. Fatalmente, los que posan literariamente terminan convirti¨¦ndose en literatura y confundiendo la vida con la biograf¨ªa. Fue el caso del autor de La l¨¢mpara maravillosa, cuyo personaje p¨²blico -ingenioso, agresivo, extravagante- termin¨® imponi¨¦ndose sobre la persona privada -inseguro, sentimental, fr¨¢gil-. Manuel Alberca y Crist¨®bal Gonz¨¢lez -con tanto amor por Valle como por la verdad- nos devuelven, por fin, el perfil contradictorio de alguien que no fue ni santo ni anarquista (como ¨¦l pretend¨ªa en su autorretrato), sino todo lo contrario. Siendo como era en la calle un hombre impulsivo y gesticulante, su gran gesto, con todo, fue renunciar a la seguridad del periodismo para consagrarse a la incertidumbre de la literatura. Especial inter¨¦s, por otro lado, tiene el an¨¢lisis de los vaivenes pol¨ªticos de un Valle que, si en lo literario se movi¨® entre la coherencia y el hambre (por usar dos sin¨®nimos), en lo ideol¨®gico fue fiel al carlismo mucho m¨¢s que por est¨¦tica. Pese a que el dramaturgo carec¨ªa de una ideolog¨ªa estable, tal adhesi¨®n, sostienen sus bi¨®grafos, no era m¨¢s que la expresi¨®n de su odio tradicionalista a la burgues¨ªa liberal a la vez que la larga muestra de su admiraci¨®n por la autoridad, ya la ejerciera Lenin, Mussolini, el dictador mexicano Porfirio D¨ªaz o el rey don Carlos.
VALLE-INCL?N. LA FIEBRE DEL ESTILO
Manuel Alberca y Crist¨®bal Gonz¨¢lez Espasa. Madrid, 2002 290 p¨¢ginas. 12,50 euros
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