"Alguien deber¨ªa hablarle a Bush de los pobres"
Los personajes de Russell Banks (Nueva Inglaterra, 1940) suelen vivir atrapados en los paisajes helados de New Hampshire y la desolaci¨®n de sus vidas. Banks describe sus traumas, sus proyectos y muy a menudo sus fracasos en la mejor tradici¨®n de la narrativa realista estadounidense. Ahora sale en espa?ol El ¨¢ngel sobre el tejado (Losada), recopilaci¨®n de 15 historias cortas escritas a lo largo de sus 30 a?os de carrera. Banks dej¨® su puesto de profesor en la Universidad de Princeton hace cinco a?os y vive en la tranquila Saratoga, trabajando en su ¨²ltima novela sobre la guerra civil en Liberia. Tras ejercer de fontanero y dependiente de zapater¨ªa y conseguir graduarse en la Universidad de Carolina del Norte, Banks public¨® su primera novela, Family Life, en 1975. Le siguieron The book of Jamaica, Hamilton Stark y Continental Drift, finalista del Premio Pulitzer en 1986. Dos de sus trabajos han sido recientemente trasladados al cine: Como en otro mundo (The Sweet Hereafter) y Affliction.
"Mis personajes han envejecido, como yo, y est¨¢n menos enfadados, tambi¨¦n como yo"
Pregunta. ?Se reconoce en los relatos que escribi¨® al principio de su carrera?
Respuesta. Es como mirar un viejo ¨¢lbum de fotos. Veo a alguien vagamente familiar, pero es como si fuera un hermano menor. He olvidado muchas de las circunstancias en las que escrib¨ª esas historias. Es como si las hubiera escrito un extra?o. Fue una experiencia agradable, me lo pas¨¦ bien. Algunas me sorprendieron, otras me decepcionaron.
P. ?C¨®mo ve su evoluci¨®n como escritor?
R. Mis personajes han envejecido, como yo, y est¨¢n menos enfadados, tambi¨¦n como yo. Son m¨¢s conscientes de sus propias contradicciones. Experimento menos con el estilo. Cuando llegas a los 50 y luego a los 60, tienes la impresi¨®n de que se te acorta el tiempo. Las historias se centran ahora en un mundo distinto al m¨ªo. Creo que es una evoluci¨®n natural, a cierta edad est¨¢s menos obsesionado con tus problemas y m¨¢s interesado en la vida de los dem¨¢s.
P. ?Cree que los escritores tienen una misi¨®n?
R. Nosotros como comunidad, como especie, necesitamos historias que nos digan qui¨¦nes somos, debemos aprender lo que es ser un humano, en todas su gloria y todos sus fracasos. El papel del escritor es crucial en ese sentido.
P. Describe a menudo personajes de la clase obrera estadounidense, donde creci¨®. En los ¨²ltimos a?os, parecen haber desaparecido.
R. Es cierto, es incre¨ªble. Es algo muy t¨ªpicamente americano. Me asusta. Desde el principio de nuestra historia padecemos un espejismo general para nunca vernos como pobres. Los que lo hacen se consideran unos fracasados. Preferimos vernos felices y con ¨¦xito o a punto de estarlo. Es una de las dimensiones del famoso sue?o americano, una fantas¨ªa. Cuando Bush habla de guerra de clases se refiere a esa fantas¨ªa. Alguien deber¨ªa recordarle que hay millones de personas en este pa¨ªs sin seguro m¨¦dico o con problemas para alimentarse. Pero no queremos admitirlo.
P. Acaba de terminar de adaptar On the road, de Jack Kerouac, para Francis Ford Coppola.
R. Le entregu¨¦ el gui¨®n el a?o pasado. Francis lleva obsesionado con ese proyecto desde que compr¨® los derechos del libro en 1968. Ya ha probado varios guiones y es posible que encargue otros. Me dijo que tratar¨ªa de hacerlo este a?o. Me dej¨® mucho margen de maniobra. Yo he querido insistir en el contexto: es 1948, el ¨²ltimo momento de inocencia en Estados Unidos. Hac¨ªa mucho que no le¨ªa el libro y me volv¨ª a enamorar de ¨¦l y de la generaci¨®n beat.
P. Usted conoci¨® a Kerouac.
R. De pura casualidad. Pas¨¦ una semana fascinante y horrible con ¨¦l. Fue en 1967, un a?o antes de que muriera, estaba ya muy afectado por el alcohol y seguramente por las anfetaminas y tambi¨¦n por el desarraigo de la fama, algo que le volv¨ªa loco. Estaba muy mal, pero conservaba una cierta energ¨ªa y algunos momentos de gran claridad y genialidad. Pod¨ªas ver que hab¨ªa sido una persona carism¨¢tica y fascinante para tanta gente. Yo estudiaba entonces en la Universidad de Carolina del Norte y Kerouac recogi¨® a un amigo m¨ªo que hac¨ªa autoestop. Acab¨® en mi casa, con otras 40 personas, y la fiesta dur¨® una semana. Kerouac me influy¨® mucho, no en el sentido tradicional, me ense?¨® c¨®mo se pod¨ªa hacer arte de la vida cotidiana sin escribir ficci¨®n convencional. Eso para m¨ª fue muy liberador.
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