Desaparecidos en Marruecos
Cu¨¦ntanos todo o, de lo contrario, acabaremos contigo". Rachid Rami escuch¨® esta frase montones de veces mientras le llov¨ªan los golpes en alg¨²n edificio de Rabat que no puede identificar.
Hasta all¨ª le hab¨ªan conducido, con los ojos vendados, cinco hombres de paisano que el 14 de diciembre le sacaron a la fuerza de la habitaci¨®n de su hotel. "Sabes muy bien qui¨¦nes somos, no hace falta que preguntes", le contestaban cuando Rami trataba de averiguar la identidad de sus captores.
Rami, un comerciante de Ujda, tuvo suerte. Al cabo de dos semanas, sus cancerberos le soltaron en pleno centro de Rabat sin m¨¢s explicaciones. Detr¨¢s de ¨¦l dej¨® otros reos, a los que nunca lleg¨® a ver pero de los que supone que eran islamistas porque, recuerda en una conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S, "rezaban en voz alta a todas horas".
A diferencia de los tiempos de Hassan II, la oposici¨®n ha denunciado las detenciones ilegales y el Gobierno ha tenido que responder a la acusaci¨®n
Los islamistas marroqu¨ªes y sus adversarios laicos luchan ahora codo a codo por una misma causa: aclarar la suerte de los secuestrados desde mayo
Este negociante de Ujda es uno de los secuestrados en Marruecos desde mayo pasado por, presumiblemente, la Direcci¨®n de Vigilancia del Territorio (DST, seg¨²n sus iniciales en franc¨¦s), el principal servicio secreto civil. A diferencia de los dem¨¢s apresados, Rami no es islamista, y por eso no ha dudado en relatar a la prensa su desagradable experiencia.
Al principio, en mayo, la prensa vinculada al Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD), una formaci¨®n islamista moderada con representaci¨®n parlamentaria, clamaba en solitario cuando denunciaba la desaparici¨®n de sus correligionarios afiliados a grup¨²sculos mucho m¨¢s radicales.
Las organizaciones de derechos humanos marroqu¨ªes tardaron algo en movilizarse porque a sus miembros laicos se les hac¨ªa un poco cuesta arriba amparar a militantes con una ideolog¨ªa alejada de los valores democr¨¢ticos, algunos de los cuales pod¨ªan incluso tener inclinaciones violentas.
Antes del verano empezaron a levantar la voz, y a finales de a?o pusieron ya el grito en el cielo. En Nochevieja, las tres agrupaciones de defensa de las libertades, la Asociaci¨®n Marroqu¨ª de Derechos Humanos (AMDH), el Foro Justicia y Verdad (FJV) y la moderada Organizaci¨®n Marroqu¨ª de Derechos Humanos (OMDH), muy cercana a los socialistas, denunciaron conjuntamente "decenas de secuestros" de marroqu¨ªes y extranjeros perpetrados por los "servicios secretos".
En una carta remitida a los ministros de Justicia e Interior, las tres ONG se?alaban que los secuestrados desaparec¨ªan varios d¨ªas o varios meses durante los cuales permanec¨ªan "en lugares secretos de detenci¨®n" en los que "padecen torturas f¨ªsicas y ps¨ªquicas mientras son constantemente interrogados".
?Cu¨¢ntos son? Las tres asociaciones han identificado a 23 desaparecidos, pero sospechan que son mucho m¨¢s numerosos porque sus familias, generalmente humildes, desconocen los mecanismos para alertar a la opini¨®n p¨²blica o temen las represalias que podr¨ªa acarrear una denuncia.
Paralelamente a las ONG, los islamistas del PJD, la tercera fuerza electoral, preguntaron al Gobierno, a principios de mes, en la C¨¢mara baja, por los desaparecidos. Han pedido incluso a los dem¨¢s grupos parlamentarios la creaci¨®n de una comisi¨®n de investigaci¨®n. He aqu¨ª, parad¨®jicamente, a los islamistas y a sus adversarios laicos luchando codo a codo por una misma causa.
La situaci¨®n recuerda a los abusos de los a?os sesenta o setenta, cuando reinaba Hassan II, en los que cientos de marroqu¨ªes, en su mayor¨ªa militantes de extrema izquierda, y de saharauis fueron vistos por ¨²ltima vez cuando los polic¨ªas les apresaban. "La mentalidad de los responsables no ha cambiado y la nueva era no ha empezado", se lamenta Abdelilah Benabdessalam, de la AMDH.
Hay, sin embargo, algunas diferencias sustanciales. Hasta la fecha, que se sepa, ning¨²n secuestrado ha muerto; la oposici¨®n pol¨ªtica y la sociedad civil han podido denunciar p¨²blicamente las desapariciones, y el Gobierno marroqu¨ª se ha visto obligado a dar una explicaci¨®n en el Parlamento, algo poco corriente en el mundo ¨¢rabe.
"No es razonable", afirm¨® en el hemiciclo Mohamed Aujjar, ministro de Derechos Humanos, "que volvamos a o¨ªr hablar de la reintroducci¨®n de antiguas pr¨¢cticas tras todos los avances logrados por el pa¨ªs en materia de derechos humanos".
Nabil Denabdellah, el ministro portavoz del Gobierno y dirigente del antiguo partido comunista, hizo un desmentido m¨¢s contundente. Sostuvo que las ONG se hab¨ªan hecho eco de "rumores infundados".
Pese a su inconsistencia, los "rumores" dieron lugar, seg¨²n Al Ahdath Al Magribia, el peri¨®dico con m¨¢s difusi¨®n en Marruecos, a un agrio debate en el ¨²ltimo Consejo de Ministros del a?o. Aunque en el Parlamento refut¨® la acusaci¨®n, Aujjar lament¨® a puerta cerrada que los servicios recurriesen a estos m¨¦todos siniestros, seg¨²n ese diario cercano al partido socialista. El ministro Mohamed el Yazghi, n¨²mero dos del partido socialista, tambi¨¦n se declar¨® preocupado.
Driss Jettu
Nombrado en octubre por el rey Mohamed VI, Driss Jettu es, sin duda, uno de los primeros ministros con m¨¢s poder de la historia de Marruecos. Pero este empresario convertido en pol¨ªtico no controla a la poderosa DST, en manos del general de Gendarmer¨ªa Hamidu Laanigri, que depende directamente del palacio real.
Cuando, antes de dirigir el Gobierno, estuvo al frente de la cartera de Interior, Jettu tampoco tuvo bajo su autoridad al aparato policial, que estaba a las ¨®rdenes del entonces secretario de Estado, Fuad Al¨ª Himma, amigo de colegio del monarca. "Es como si le diera repel¨²s meterse en esos asuntos escabrosos", explica un diplom¨¢tico.
Los milagrosos resultados del anuncio de una huelga de hambre
A JADIJA RUISSI, secretaria general del Foro Justicia y Verdad, no le pareci¨® suficiente que las ONG de defensa de los derechos humanos en Marruecos protestasen por las desapariciones de islamistas enviando cartas indignadas a los titulares de Justicia e Interior.
A finales de diciembre anunci¨® que iba a iniciar una huelga de hambre indefinida hasta que las autoridades aclarasen la suerte de tres de ellos: Aziz Chahraiar, Abdelkebir Kutubi y Abdellah el Meski.
A sus 39 a?os, esta mujer, que milit¨® en formaciones izquierdistas y estuvo detenida, tiene sobrados motivos para estar preocupada por los secuestros. Tres de sus hermanos fueron secuestrados y uno de ellos nunca reapareci¨®. "Una detenci¨®n ilegal pone siempre en riesgo la vida del secuestrado", asegura por tel¨¦fono.
"No hay que callarse sobre estos abusos porque las v¨ªctimas son militantes islamistas cuya ideolog¨ªa, quiero recalcar, rechazo", prosigue. "Los defensores de los derechos humanos deben dejar de lado ideolog¨ªas para exigir a las autoridades que los liberen o, si hay indicios de que han cometido alg¨²n delito, que el fiscal del rey emprenda acciones legales contra ellos".
Ruissi no tuvo necesidad de empezar a hacer la huelga de hambre. Bast¨® con el anuncio para que los tres secuestrados sobre los que ped¨ªa aclaraciones reapareciesen milagrosamente. Dos de ellos fueron liberados, y el tercero, llevado ante la justicia.
As¨ª y todo, Ruissi no va a cesar en su empe?o. "Detr¨¢s de s¨ª, estos liberados han dejado a otros muchos secuestrados sobre cuya suerte hay que obtener tambi¨¦n r¨¢pidamente explicaciones", insiste esta mujer, directora de recursos humanos.
Para la secretaria general del FJV, el celo mostrado por la DST -el servicio secreto civil marroqu¨ª, al que responsabiliza de los secuestros- obecede a un intento de hacer m¨¦ritos ante EE UU.
Se esfuerza as¨ª, seg¨²n ella, por recabar r¨¢pidamente y con m¨¦todos expeditivos informaci¨®n sobre el mundillo de los islamistas radicales que pueda ser ¨²til a la CIA. "El diario The Washington Post", recuerda, "ya nos cont¨® [el 27 de diciembre] c¨®mo los servicios norteamericanos entregaban a sus hom¨®logos marroqu¨ªes a algunos presos para no tener que cometer ellos los abusos que nuestros servicios s¨ª pueden perpetrar".
"Es inaceptable que estos m¨¦todos odiosos sean utilizados en Marruecos con una total impunidad", concluye.
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