Una fusi¨®n bajo cero
AOL se enfrenta a un incierto futuro tras la salida de Steve Case
Las obras de la torre en el neoyorquino Columbus Circle, al borde de Central Park, siguen con normalidad. Dentro de un par de a?os, el edificio acoger¨¢ la nueva sede del primer grupo de comunicaci¨®n del mundo, AOL Time Warner. ?O se habr¨¢ ca¨ªdo para entonces la primera parte del nombre, AOL? El consejo de administraci¨®n del grupo se ha reunido esta semana en una atm¨®sfera de fin de ¨¦poca, despu¨¦s de que su presidente, Steve Case, de 44 a?os, arrojara la toalla.
AOL Time Warner ha perdido 200.000 millones de d¨®lares en capitalizaci¨®n y se ha cargado con una deuda de 26.000 millones
Steve Case, fundador del AOL y art¨ªfice de la fusi¨®n con Time Warner, ha renunciado al cargo tras hacerse imposible su visi¨®n de fundir ambos grupos en otro de nueva planta que valiera mucho m¨¢s que la suma de las partes. La fusi¨®n ha dado un resultado exactamente contrario al buscado, en buena parte debido a AOL. A Richard Parsons, consejero delegado, de 54 a?os, elegido para suceder a Case, le toca enderezar la nave.
Para Parsons, el cambio de nombre es hoy por hoy el m¨¢s superficial de los problemas. Sin descartar ninguna opci¨®n, ha dejado bien claro que, por ahora, AOL va a seguir siendo se?al de referencia del grupo. "Creo que AOL es una de las marcas m¨¢s poderosas y respetadas del pa¨ªs. Est¨¢ en todos los lados. Casi es sin¨®nimo de acceso a Internet. ?Por qu¨¦ vamos a querer deshacernos de una de nuestras m¨¢s potentes marcas?", se preguntaba esta semana.
No tendr¨¢ sentido comercial el cambio, pero algo de malo tendr¨¢n las siglas de America Online cuando hasta en la sede de AOL en Virginia temen por el futuro. En EE UU, donde se encuentra la mayor¨ªa de sus 35 millones de abonados, AOL es sin¨®nimo de Internet para uso dom¨¦stico. Todo correo electr¨®nico que recibe un abonado de AOL viene acompa?ado de un aviso que lleg¨® a ser el t¨ªtulo de una pel¨ªcula: You've got mail (Tienes un e-mail), protagonizada por Meg Ryan.
El viaje es una ruina
Para los accionistas de AOL Time Warner, en cambio, AOL significa ruina. Ha sido un viaje que concluye traum¨¢ticamente a los tres a?os justos del anuncio de la fusi¨®n que se iba a comer el mundo, la que hizo temblar a gentes como Rupert Murdoch, la que un¨ªa la tecnolog¨ªa del futuro (AOL) con lo m¨¢s granado de los medios de comunicaci¨®n a la vieja usanza, Time Warner, que aportaba como dote decena de revistas (Time, People, Fortune, Sports Illustrated...), estudios cinematogr¨¢ficos (Warner Bros.), cadenas de televisi¨®n (CNN, HBO), cable y m¨²sica.
Case, un apasionado por la idea futurista de comunicar todos los medios con todos los medios para proporcionar toda clase de servicios y contenidos a todos los hogares, hab¨ªa estado tanteando a finales de los noventa entre los grupos de comunicaci¨®n cl¨¢sicos alguno que ofreciera los contenidos que necesitaba para dar cuerpo a su AOL. Al mismo tiempo, Gerald Levin, el visionario que estaba al frente de Time Warner, buscaba el modo de entrar en Internet. De inmediato se dieron cuenta de que lo que cada uno buscaba lo ten¨ªa el otro. La uni¨®n anunciada en enero de 2000 fue bendecida por todos. Cr¨ªticos de ahora, como Ted Turner, el fundador de CNN y primer accionista privado del grupo, o Gordon Crawford, responsable del primer paquete institucional, aplaudieron a rabiar. El siempre exuberante Turner dijo que dar el s¨ª a aquella uni¨®n entre AOL y Time Warner le produc¨ªa tanta satisfacci¨®n como la que sinti¨® la primera vez que hizo el amor.
Era un maridaje desigual, que antes de embarrancar ya demostr¨® ser de dif¨ªcil control. En t¨¦rminos financieros, la solidez del negocio de Time Warner contribu¨ªa con el 80% de los beneficios y el 80% de la facturaci¨®n del nuevo gigante, mientras que AOL aportaba una capitalizaci¨®n burs¨¢til cuatro veces mayor sostenida sobre la burbuja de las puntocom. Case y Levin, asesorados por un ej¨¦rcito de abogados, pactaron que los inversores de Time Warner recibieran el 45% de las acciones del grupo, una gran concesi¨®n de Case, y que el control del gigante quedara en manos de los j¨®venes agresivos de AOL, una a¨²n mayor concesi¨®n de Levin, que confes¨® no saber c¨®mo dominar Internet. As¨ª se ejecut¨® la fusi¨®n en enero de 2001, con Case como presidente y encargado de la estrategia y Levin como consejero delegado.
La burbuja de las puntocom
Por entonces, la burbuja de las puntocom ya hab¨ªa empezado a desinflarse, con su efecto sobre la actividad econ¨®mica y la publicidad. Para Case, siempre volcado a enso?aciones futuristas, la incipiente crisis era un prosaico problema menor. Levin, convencido de que AOL Time Warner era una mutaci¨®n que se librar¨ªa de las dolencias propias de las empresas cl¨¢sicas, segu¨ªa a mediados de 2001 prometiendo crecimientos en flecha, de entre el 30% y el 50% en facturaci¨®n y resultados.
La realidad pudo con las fabulaciones. AOL alcanz¨® su techo. El crecimiento del 50% anual en abonados en la segunda mitad de los noventa cay¨® al 24% en 2001, frenazo que para el tercer trimestre de 2002 se tradujo en una tasa del 8%. En la parte del negocio cl¨¢sico, Time Warner, el da?o vino por la crisis publicitaria. La desconfianza en los mercados, incluida una investigaci¨®n sobre las peculiaridades contables en AOL, acab¨® por dar la puntilla a la cotizaci¨®n del grupo, que ha perdido 200.000 millones de capitalizaci¨®n burs¨¢til en estos dos a?os, adem¨¢s de cargarse con una deuda de 26.000 millones.
En casa, mientras, la toma del poder por AOL y su agresividad cre¨® resentimientos en Time Warner, donde exist¨ªa una tradici¨®n de taifas celosas de su independencia. Era la guerra. Turner vio c¨®mo le desplazaban del control de la CNN y maldijo la hora en que abri¨® las puertas a AOL. Los de Warner Bros., en cambio, hac¨ªan caso omiso de los nuevos jefes.
La inestabilidad y la decepci¨®n con los resultados oblig¨® en diciembre de 2001 a dimitir a Levin, sucedido por Richard Parsons, un alto ejecutivo de Time Warner que no particip¨® en las negociaciones de fusi¨®n y que durante el primer a?o de trabajo en la nueva AOL Time Warner sol¨ªa mantener un muy discreto silencio. Nuevos vaivenes en la c¨²pula acabaron por purgar a todos los responsables llegados de AOL, sustituidos por hombres de confianza de Parsons procedentes de Time Warner. Case segu¨ªa como presidente, pero su presencia no s¨®lo inhib¨ªa el debate sobre el futuro del grupo sino que encarnaba para los m¨¢s cr¨ªticos las expectativas defraudadas. Todos estaban frustrados por la situaci¨®n.
El reto de Richard Parsons
Al revelar en la presidencia a Case (que har¨¢ efectiva su dimisi¨®n en la junta general de mayo, para seguir como miembro del consejo con responsabilidad en la estrategia del grupo), Pearson remata un ascenso mete¨®rico y se carga con la responsabilidad absoluta de ofrecer resultados. Las distintas divisiones del grupo, excepto AOL, mejoraron resultados con respecto al a?o anterior hasta el tercer trimestre de 2002. AOL es la carga y, seg¨²n los analistas, lo va seguir siendo en 2003.
Richard Parsons tiene ahora que buscar soluciones al problema, que seg¨²n ¨¦l pasan por incrementar la presencia en banda ancha, para canalizar a trav¨¦s de ella servicios premium de otros activos del grupo; mantener a los actuales abonados conectados por telefon¨ªa regular y confiar en una recuperaci¨®n de la publicidad. Es un gran reto para Parsons, al que no se le discute su habilidad para jugar en los pasillos de la pol¨ªtica, mientras se sigue esperando que demuestre que tiene la capacidad de gesti¨®n que exige un medio como AOL Time Warner. A pesar de sus palabras de apoyo a AOL, algunos analistas aventuran que las siglas desaparecer¨¢n este mismo a?o del nombre del grupo y que la divisi¨®n acabar¨¢ por ser puesta a la venta.
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