Rusia en la cabeza
Pilar Bonet lleva muchos a?os sin hablar en catal¨¢n. E incluso cuando habla en castellano -idioma que s¨ª usa en su trabajo- se le nota un acento extra?o, una mezcla de expresiones muy arraigadas y un movimiento de mand¨ªbulas m¨¢s cerrado, el que ha adoptado para pronunciar bien la lengua de sus pa¨ªses de adopci¨®n, Austria, Alemania y, sobre todo, Rusia. Es lo mismo que les pasa a todos los emigrantes cuando vuelven a su pa¨ªs. Cada vez que abren la boca se les escapa un poco de distancia enredada con las palabras.
Bonet, ibizenca de 50 a?os, lleva desde 1984 como corresponsal de EL PA?S en Mosc¨², con un par¨¦ntesis de casi cuatro a?os para informar desde Alemania y alg¨²n que otro breve receso para tomar perspectiva. Son muchos a?os, pues los necesarios para tener un pa¨ªs en la cabeza. Aunque en su caso se deber¨ªa a?adir un plus al pa¨ªs en cuesti¨®n: toda la carga hist¨®rica y simb¨®lica de la antigua URSS, el escenario de la mayor revoluci¨®n del siglo XX y, para algunos, de la mayor decepci¨®n. Ella vivi¨® en primera l¨ªnea la desintegraci¨®n del conglomerado sovi¨¦tico, pero de lo que habl¨® la tarde del lunes en la redacci¨®n en Barcelona de EL PA?S fue de la llamada era Putin, o sea del presente, con algunas incursiones en el futuro inmediato. Lo hizo en la segunda de las charlas en que algunos corresponsales de este peri¨®dico hablan con los lectores.
Habr¨¢ que buscar si en alg¨²n sitio hay "una acumulaci¨®n de masa cr¨ªtica" que, por el momento, no aparece en la capital, Mosc¨²
Empez¨® desmintiendo tres t¨®picos: que el progreso sea "una l¨ªnea continua"; que la finalidad de una reforma sea la democracia, y que un pa¨ªs en transici¨®n vaya necesariamente hacia alguna parte. "El estancamiento se puede convertir en algo estable y satisfactorio para buena parte de la poblaci¨®n", afirm¨®, seria, acerca del marco informativo en el que se tiene que mover a diario. Un marco, por otra parte, donde hay "una democracia formal que imita a las democracias occidentales e incluso enga?a con sus sonrisas y sus leyes" y una "estructura real de poder entre bastidores"; un sistema cuyo "nudo gordiano" est¨¢ en la "complicidad entre los oligarcas y la Administraci¨®n presidencial".
A rengl¨®n seguido, un descenso a la vida cotidiana a trav¨¦s de la descripci¨®n de algunas escenas acaecidas en el transcurso de dos horas de un d¨ªa cualquiera antes de la pasada Navidad y que demuestran que las buenas fuentes de informaci¨®n no se encuentran necesariamente en los pasillos ministeriales. Bonet lleg¨® a ir a Siberia para comprender sobre el terreno el embrollo de la privatizaci¨®n de las tierras... A lo que ¨ªbamos. La primera escena ocurre en un taxi moscovita. El taxista informa de que est¨¢ realizando horas extra gracias a que su empresa es "buena". Gana 400 d¨®lares al mes y con eso no le basta. La empresa en cuesti¨®n es la Administraci¨®n presidencial, que permite que sus ch¨®feres se ganen un sueldo de m¨¢s. La segunda transcurre en la sede de una ONG. All¨ª, un abogado habla con Bonet de algunos de sus m¨¢s recientes clientes: cauc¨¢sicos acusados de posesi¨®n de armas o drogas. Los clientes aseguran que la polic¨ªa les ha confiado que tienen ordenado detener a un n¨²mero determinado de cauc¨¢sicos y que as¨ª lo est¨¢n haciendo. La tercera, en la calle. Un encuentro con un antiguo ch¨®fer de Bonet en Chechenia, reci¨¦n trasplantado con su familia a Mosc¨², quien le cuenta un rosario de penurias econ¨®micas. Bonet le pregunta si no ten¨ªa una casa en Chechenia para vender. ?l responde que s¨ª. La vendi¨® por 4.000 d¨®lares pero tuvo que abonar la mitad a la persona de la Administraci¨®n que le hizo la gesti¨®n. "Sin comentarios", culmin¨® el relato.
Porque Vladimir Putin, continu¨®, "no ha sabido romper con el sistema que lo eligi¨® para asegurar su continuidad". Un mundo que critican algunas voces, pocas, por ser algo "cerrado en s¨ª mismo" y, sobre todo, porque la riqueza que han generado las privatizaciones no se ha movido de los c¨ªrculos de poder. Unos datos: en la ¨¦poca comunista la diferencia de riqueza entre el 10% m¨¢s pobre de la poblaci¨®n y el 10% m¨¢s rico era de uno a cinco. Ahora es de 1 a 13.
Tejemanejes en las alturas, control f¨¦rreo del poder y de los medios de comunicaci¨®n, estancamiento econ¨®mico que, de alguna manera es sin¨®nimo de estabilidad, limitaci¨®n de la libertad de movimientos de la poblaci¨®n, opacidad y unas tendencias totalitarias legitimadas tras los acontecimientos del 11-S y una especial relaci¨®n con Estados Unidos en detrimento de Europa... ?ste fue el panorama que traz¨® Bonet, quien afirm¨®: "No creo que Putin quiera cambiar las cosas, pero no estoy segura al 100%". ?Y la sociedad civil? ?Y Gorbachov?, como pregunt¨® la escritora Teresa P¨¤mies, sentada a primera fila del auditorio. El ex presidente "no tiene ganas de enfrentarse a Putin" y ha perdido peso pol¨ªtico, respondi¨® la corresponsal. Y respecto a la primera, bueno, Putin goza de un 83% de popularidad despu¨¦s del asalto al teatro tomado por terroristas chechenos. Pero habr¨¢ que buscar si en alg¨²n sitio "hay una acumulaci¨®n de masa cr¨ªtica" que por el momento no aparece en la capital , donde s¨®lo hay "expresiones aisladas de insatisfacci¨®n". Son los deberes que se ha autoimpuesto Bonet en su regreso a Rusia: una "cata en profundidad en las provincias", afectadas de pleno por una centralizaci¨®n dictada desde el Kremlin.
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