Pesadillas b¨¦licas
El ep¨ªlogo del libro de Wendy Barnaby, Fabricantes de epidemias, se public¨® el pasado 15 de noviembre en este peri¨®dico. "Los 156 pa¨ªses signatarios de la Convenci¨®n de la ONU de prohibici¨®n de las Armas Biol¨®gicas adoptaron ayer un acuerdo de m¨ªnimos que no establece ning¨²n tipo de inspecci¨®n internacional de los almacenes de bacilos y virus", dec¨ªa la noticia. Los participantes en la conferencia, agregaba, "se han dado cuenta de que era la ¨²nica posibilidad realista de obtener un resultado positivo" ante la intransigencia de Estados Unidos. El estudio de esta periodista, que presidi¨® la Asociaci¨®n de Escritores Cient¨ªficos Brit¨¢nicos de 1992 a 1995, empieza precisamente pregunt¨¢ndose por los motivos que llevaron a la Administraci¨®n de Bush a tirar por la borda siete a?os de negociaciones internacionales. La cuesti¨®n queda sin respuesta, y la impresi¨®n que deja su lectura no es tranquilizadora.
Fabricantes de epidemias
Wendy Barnaby. Traducci¨®n de Mar¨ªa Corniero. Siglo XXI. Madrid, 2002. 229 p¨¢ginas. 17,86 euros.
Historia de los bombardeos
Sven Lindqvist. Traducci¨®n de Sof¨ªa Pape. Turner. Madrid, 2002. 200 p¨¢ginas. 24,82 euros.
Lo parad¨®jico es que menos
de tres meses despu¨¦s de anunciar, el 25 de julio de 2001, la ruptura unilateral del consenso para proscribir este tipo de armas, probablemente las m¨¢s repugnantes, pues se basan en los avances de la medicina para prostituir sus objetivos, Estados Unidos sufri¨® un ataque biol¨®gico, mediante el env¨ªo de decenas de cartas con esporas de carbunco. El libro, que menciona este suceso todav¨ªa por aclarar, no es un trabajo apresurado y oportunista al calor del clima de histeria que gener¨® aquel acto de terrorismo postal. Su extens¨ªsima bibliograf¨ªa demuestra que la autora conoce profundamente el problema. S¨®lo cabe reprocharle cierto alarmismo, producto de acumular hechos hist¨®ricos poco conocidos, junto a otros dudosos e incluso inveros¨ªmiles, bajo la f¨®rmula escasamente rigurosa de que "en teor¨ªa, todo es posible". Pero su objetivo no es tanto rasgar el secreto que rodea la investigaci¨®n biol¨®gica con fines b¨¦licos como promover la objeci¨®n de conciencia entre los cient¨ªficos, sin cuya colaboraci¨®n ¨¦sta no ser¨ªa posible.
Tambi¨¦n la Historia de los bombardeos del sueco Sven Lindqvist es un libro militante. S¨®lo que no se ocupa de amenazas invisibles o hipot¨¦ticas, sino de guerras reales que han dejado millones de muertos en el siglo que acaba de concluir. Aunque su estilo es m¨¢s literario, e incluye referencias autobiogr¨¢ficas, est¨¢ al menos tan bien documentado como el trabajo de Barnaby. La Segunda Guerra Mundial, el bombardeo de Gernika o la guerra de Vietnam desfilan ante los ojos del lector a trav¨¦s de una sucesi¨®n de secuencias relampagueantes, que es recomendable leer siguiendo alguno de los 22 itinerarios, "entradas al laberinto" las llama el autor, al estilo de la Rayuela de Julio Cort¨¢zar.
En una ¨¦poca en que expresiones como "bombardeo quir¨²rgico" o "da?o colateral" se han hecho moneda corriente, el autor nos recuerda c¨®mo, a partir de los a?os treinta, la extensi¨®n de los ataques a¨¦reos contra ciudades convirtieron a la poblaci¨®n civil en v¨ªctima prioritaria de las guerras, dejando en papel mojado las convenciones humanitarias que pretend¨ªan limitar sus efectos a los contendientes. Y no por la imprecisi¨®n de las bombas, sino por la voluntad deliberada de quebrar la moral de los ej¨¦rcitos destrozando a sus sociedades. En realidad, seg¨²n el autor, las potencias europeas no hicieron sino trasladar a su suelo las t¨¦cnicas que impunemente hab¨ªan aplicado en sus colonias. Italia en Libia, el Reino Unido en Irak o Espa?a en Marruecos.
A quien cree que nada de esto tiene que ver con los actuales conflictos, basados en "armas inteligentes", Lindqvist responde con el testimonio del general franc¨¦s Pierre Gallois, quien visit¨® Irak tras la guerra del Golfo. "Recorr¨ª 2.500 kil¨®metros y todas las aldeas que encontr¨¦ estaban destruidas. Encontramos fragmentos de bombas que databan de 1968. Era la misma clase de bombardeos en los que yo hab¨ªa participado 50 a?os atr¨¢s".
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