Retrato de un epic¨²reo
Le¨ªdos de un tir¨®n, como lo permite su api?amiento en un libro, los art¨ªculos publicados por Antonio Mu?oz Molina en el suplemento semanal de EL PA?S entre 1997 y 2002 desprenden una tenaz impresi¨®n de coherencia. Esa coherencia es estil¨ªstica -Mu?oz Molina, que comenz¨® de periodista y confiesa su admiraci¨®n por Julio Camba y Josep Pla, sabe c¨®mo escribir bajo la dictadura del espacio y el tiempo-, pero sobre todo filos¨®fica. El retrato de Mu?oz Molina que se desprende de los art¨ªculos recogidos en La vida por delante es el de un epic¨²reo. Un epic¨²reo en el sentido veraz de esa palabra, que no tiene nada que ver con la imagen del vicioso ego¨ªsta que, err¨®neamente, se asocia con el pensador de Samos. Y as¨ª Mu?oz Molina defiende con serenidad su derecho a disfrutar de una "dicha tranquila", un jard¨ªn personal donde gozar de "pecados veniales" como un vino tinto, una ensalada ali?ada con aceite de oliva, un caf¨¦ que, por favor, no sea "americano", la lectura de una novela en la ociosidad del verano o la audici¨®n, a cualquier hora y en cualquier lugar, de buena m¨²sica.
LA VIDA POR DELANTE
Antonio Mu?oz Molina Alfaguara. Madrid, 2002 329 p¨¢ginas. 14,80 euros
Lo cual no es contradictorio, en absoluto, con un compromiso civil claramente situado a la izquierda. Mu?oz Molina considera que no puede haber justicia sin libertades ni viceversa, milita contra esos conservadores espa?oles cuyo casticismo ideol¨®gico es compatible con la "destrucci¨®n met¨®dica y rapaz de los tesoros que el tiempo nos ha ido legando", y rompe lanzas a favor de los inmigrantes. Les da la bienvenida, desea que su presencia haga m¨¢s plural y m¨¢s abierta Espa?a y se indigna por sucesos como los de El Egido, un lugar que hace poco era vivero de emigrantes y ahora "se rebela contra los desheredados de piel un poco m¨¢s oscura o de ojos rasgados que vienen a ganarse la vida haciendo los trabajos que ellos desprecian, y que si no fuera por los extranjeros no har¨ªa nadie".
Como buen epic¨²reo, Mu?oz Molina sostiene una clara posici¨®n ¨¦tica. Sin manique¨ªsmo, Mu?oz Molina observa que "hay actos que mejoran el mundo y la vida humana, y otros actos que hacen da?o y destruyen, y que dentro de cada uno de nosotros est¨¢ la posibilidad de actuar guiado por la inteligencia y por un principio ¨¦tico y emocional de bondad y tambi¨¦n la otra posibilidad espantosa de herir y destruir, de dejarse arrastrar hacia la barbarie si se dan las circunstancias propicias". El escritor tambi¨¦n apunta l¨²cidamente que casi tan horribles como los verdugos son "los equidistantes, los que no est¨¢n de parte del asesino, pero tampoco de la v¨ªctima, ya que algo habr¨¢ hecho".
A la repulsi¨®n de Mu?oz Molina por los dictadores y los terroristas le sigue muy de cerca la que siente por "los paletos". Son, por ejemplo, esos publicistas de las empresas telef¨®nicas y televisivas que trufan el castellano de palabras inglesas sin la menor necesidad, por pura pedanter¨ªa y sin darse cuenta de que incluso en el Estados Unidos que admiran de modo tan bobalic¨®n nuestra lengua es cada vez m¨¢s practicada, aprendida y envidiada.
En uno de los art¨ªculos, el autor de Beltenebros reconoce la gran influencia que tuvo en su vida un libro de Fernando Savater, el m¨¢s grande de los epic¨²reos espa?oles. Entre las cosas que este comentarista comparte con Mu?oz Molina figura el agradecimiento de por vida a La infancia recuperada, un texto que ayuda "a descubrir lo mejor y lo m¨¢s atrevido de uno mismo". Desde la madura calma de poder ser como se es, Mu?oz Molina manifiesta su desprecio por esos profetas del Apocalipsis que ya nos enga?aron con el efecto 2000 en los ordenadores y predijeron que la revoluci¨®n digital iba a terminar con libros y peri¨®dicos. Pues no, lo digital cohabita con lo impreso, como la radio con la televisi¨®n y Mozart con la salsa. Todo tiene una utilidad y un placer propios y los de la lectura de los peri¨®dicos durar¨¢n mientras publiquen historias interesantes y contadas por gente que sabe escribir.
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