La confluencia del Atl¨¢ntico y el ?ndico
ANTES DE visitar la pen¨ªnsula de El Cabo -y a pesar de haberme informado en diversas fuentes documentales de las excelencias de la misma- pretend¨ªa casi exclusivamente llegar al cabo de Buena Esperanza, extremo sur de dicha pen¨ªnsula.
De entre mis muchos defectos como viajero, el mayor de ellos es el de querer alcanzar una meta sin apenas saborear el camino. Bien es verdad que, estudiando bachillerato, o¨ªr a la profesora de geograf¨ªa citar nombres tan explosivos como Finisterre, Tierra de Fuego o cabo de las Tormentas -ubicados en otros tantos confines del planeta- me enervaban del mismo modo que a la tripulaci¨®n de Ulises en su aventurado viaje a ?taca. Afortunadamente no form¨¦ parte de la expedici¨®n de Bartolomeu Dias (navegante portugu¨¦s que en 1488 dobl¨® ese tormentoso lugar donde confluyen el Atl¨¢ntico y el ?ndico); de haberlo hecho, a buen seguro que me habr¨ªa estampado contra las costas surafricanas.
No llegu¨¦, por tanto, a la punta suroeste de ?frica por mar. Un amigo y yo alquilamos un coche en Ciudad del Cabo. Muy de ma?ana partimos de esa ciudad tomando la Chapman's Peak Drive, ruta panor¨¢mica que en buena parte bordea la costa de la pen¨ªnsula. Alumbrados por un sol espl¨¦ndido nos detuvimos en la campi?a de Constantia para admirar sus vi?edos y, por pocos ram, hacer una cata de sus ricos vinos. Reanudamos la marcha para recalar en Hout Bay, recabar informaci¨®n y contemplar su amplia bah¨ªa. De ah¨ª a Simon's Town, pueblo en el que su calle principal refleja fielmente edificios de la arquitectura cl¨¢sica colonial. A pocos kil¨®metros de esta poblaci¨®n, en Boulder, una colonia de ping¨¹inos de El Cabo se deja hacer fotograf¨ªas con un fondo de aguas esmeraldas. Despu¨¦s enfilamos a la reserva natural Cape of Good Hope, donde la virulencia de sus vientos apenas deja crecer la vegetaci¨®n, lo que permite ver mejor colonias de avestruces y babuinos. Con el dorad¨ªsimo sol de los atardeceres del sur del hemisferio austral llegamos a Cape Point caminando por sus vertiginosos acantilados. Ahora s¨ª, finalmente en el ocaso del d¨ªa, alcanzamos ese punto geogr¨¢fico que muestra la foto.
En la contraportada del libro Hotel N¨®mada, de Cees Nooteboon, se citan estas palabras: "El destino, o los recursos que cada uno tiene para alcanzarlo, no es lo importante; lo que cuenta es la disposici¨®n, la mirada de aproximaci¨®n al otro, al mundo que est¨¢ fuera de nosotros; da igual su proximidad o lejan¨ªa". Creo que es hora de empezar a suscribirlas.
Cu¨¦ntenos su viaje a sus destinos favoritos, en 25 l¨ªneas y con alguna fotograf¨ªa. EL PA?S (El Viajero). Miguel Yuste, 40. 28037 Madrid. Los autores de las cartas publicadas recibir¨¢n un lote de libros de El Pa¨ªs-Aguilar.
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