Pollos rellenos
Que el mi¨¦rcoles estuvieran a punto de coincidir en los dos canales de TVE el Gran Wyoming (La Primera) y Ana Botella (La 2) resume la esquizofr¨¦nica lucha interior del Ente por ser plural y gubernamental al mismo tiempo.
Flo mejora
El show de Flo invit¨® al destituido l¨ªder de Caiga quien caiga y al esc¨¦ptico Reverendo. El gesto indica una voluntad de normalidad que hay que aplaudir. Tambi¨¦n invit¨® a Jos¨¦ Mar¨ªa ??igo y Camilo Sesto, representantes de aquella tele paleontol¨®gica que ahora vemos con cierta simpat¨ªa. La nostalgia, sin embargo, no deber¨ªa hacernos olvidar el chiste del a?orado Perich, que en pleno monopolio de la TVE franquista, sin cadenas privadas a la vista, escribi¨®: "Televisi¨®n Espa?ola es la mejor televisi¨®n de Espa?a". La noche dio para m¨¢s y pareci¨® que se hab¨ªan invertido los papeles. Ana Botella acababa de ejercer de humorista en La 2 y El Gran Wyoming sali¨® en El show de Flo interpretando el papel de reflexivo ide¨®logo, pero no en una lista electoral, sino en la cola del paro. La parodia que montaron de CQC, convirti¨¦ndolo en programa del coraz¨®n con falsa llamada de Ana Botella incluida, fue un s¨ªntoma esperanzador. Que no decaiga.
Adi¨®s, pollo
En A coraz¨®n abierto, nuevo lobanillo cat¨®dico, sali¨® Marujita D¨ªaz. Para ponerla en evidencia le tendieron una trampa y la hicieron creer que se iba a forrar con una p¨¢gina web en la que la venerable folcl¨®rica anunciar¨ªa aceitosas y er¨®ticas recetas. El v¨ªdeo promocional no ten¨ªa desperdicio: Marujita y un cocinero cachas comparten el fragor culinario, y en un momento dado ella lanza a lo lejos un trozo de pollo y pronuncia una frase memorable: "Adi¨®s, pollo". Aunque no lo crean, se trata de una referencia literaria a La comedia ligera, novela de Eduardo Mendoza, en la que un dramaturgo escribe una obra de enredo titulada Arrivederci, pollo.
Lapidarios
En su reci¨¦n publicado libro Lapidarium IV (Ed. Anagrama), Ryszard Kapuscinski describe as¨ª una de sus experiencias como telespectador: "Despu¨¦s de dos horas de ver la pantalla, mi conocimiento del mundo era exactamente el mismo que en el momento de encender el televisor. Entre el momento de encenderlo y el de apagarlo hab¨ªan pasado dos horas. Durante aquellas dos horas en la pantalla del televisor no paraban de suceder cosas. Pero ?qu¨¦ hab¨ªa sucedido? ?Qu¨¦ cosas? No lo sab¨ªa". El comentario de Kapuscinski puede parecer una cr¨ªtica, pero no lo es. Despu¨¦s de ver dos horas de seg¨²n qu¨¦ programas, no s¨®lo nuestro conocimiento del mundo no es el mismo que antes, sino que, adem¨¢s, nos sentimos todav¨ªa m¨¢s tontos de lo que ya ¨¦ramos. La prueba es que, en lugar apagar el televisor, lo seguimos mirando, quiz¨¢ porque tenemos la esperanza de que vayan a poner algo bueno. Lo cual ocurre a veces, que conste.
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