La industria musical vive el final de un modelo
Las ventas globales de discos cayeron un 9% en el primer semestre de 2002 y seguiran bajando hasta 2005
La industria discogr¨¢fica atraviesa la crisis m¨¢s grave de su historia. Las ventas globales de discos cayeron un 5% en 2001 y cerca de un 9% en el primer semestre de 2002. Y las previsiones sobre la evoluci¨®n del sector en los pr¨®ximos a?os no invitan al optimismo: dos estudios recientes, realizados por UBS Warbug e Informa Media, advierten de que la facturaci¨®n del sector en 2005 ser¨¢ entre un 9,3% y un 16,3% menor que en 2001.
La crisis marca el fin de un modelo de negocio. Un modelo basado en la producci¨®n y venta de objetos, es decir, discos. Las nuevas tecnolog¨ªas han permitido desvincular el contenido del continente de la obra cultural, de manera que pueda ser consumido e intercambiado sin estar atado a un soporte f¨ªsico. Esto plantea unas nuevas reglas del juego a las que la industria est¨¢ tardando en adaptarse.
El 27% de los estadounidenses y el 13% de los europeos copian m¨²sica de la Red
Desde 1998 se han perdido 35 de cada 100 empleos del sector en Espa?a, seg¨²n la SGAE
El futuro es Internet, un medio de distribuci¨®n de m¨²sica llamado a sustituir o arrinconar al soporte f¨ªsico. En febrero de 2001 hab¨ªa 345 millones de archivos musicales disponibles en la Red. Hoy, la cifra casi se ha triplicado. Internet pronto ofrecer¨¢ algo as¨ª como la discoteca universal en la yema de los dedos. Toda la producci¨®n musical del mundo en un ordenador... o en un tel¨¦fono m¨®vil.
El 27% de los estadounidenses y el 13% de los europeos descarga archivos musicales de la Red, seg¨²n un estudio de la consultora Forrester citado por la revista The Economist. Y, hoy por hoy, la pr¨¢ctica totalidad de esas descargas se realiza de manera gratuita, es decir, sin remunerar a los propietarios de los derechos de la obra. Esto se hace mediante las plataformas peer to peer (de igual a igual), que ponen en contacto los discos duros de millones de usuarios para que ¨¦stos intercambien su m¨²sica. La industria trata de frenar el peer to peer: lo persigue judicialmente y ofrece a sus usuarios alternativas legales. Pero hasta la fecha no ha tenido ¨¦xito. "Este problema es coyuntural y se resolver¨¢ tecnol¨®gica y legislativamente", asegura Jes¨²s L¨®pez, presidente de Universal Music para Am¨¦rica Latina y la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica. "Es impensable que alguien que invierte un capital humano y econ¨®mico en la creaci¨®n de un producto no espere una remuneraci¨®n por lo que ha producido".
Lo cierto es que en la actualidad una generaci¨®n de j¨®venes crece convencida de que la m¨²sica grabada es algo por lo que no hay que pagar, y el gran reto es hacerles comprender lo contrario. "La industria ha confiado excesivamente en que el modelo tradicional de negocio se iba a mantener. No ha hecho una reflexi¨®n a tiempo sobre lo que implicaban las nuevas tecnolog¨ªas", apunta Francisco Galindo, secretario general de la Fundaci¨®n Autor, de la SGAE. "Las compa?¨ªas tienen como mucho tres a?os para desarrollar una estrategia completa de actuaci¨®n en la Red".
En Espa?a, la crisis que atraviesa el sector es algo m¨¢s grave que la media mundial. En 2002 los espa?oles gastaron 610 millones de euros en la compra de discos legales. Son 75 millones menos que en 2001, lo que supone un descenso del 11% en 12 meses. Cada espa?ol compra, de media, menos de dos discos legales al a?o. Una cifra todav¨ªa alejada de la media europea, que supera los tres discos por persona y a?o.
Hay cerca de ocho millones de internautas en Espa?a, y el 40% intercambia gratuitamente archivos musicales, seg¨²n un informe de la revista especializada Music & Copyright. Pero el intercambio gratuito de m¨²sica por Internet es todav¨ªa un problema relativamente peque?o en Espa?a. En parte porque s¨®lo 17 de cada 100 hogares espa?oles tienen acceso a Internet, una cifra muy inferior a la media europea que est¨¢ en el 40% (seg¨²n un estudio presentado el pasado diciembre por el INE y la CMT).
La ca¨ªda de ventas en el mercado espa?ol se debe principalmente a la pirater¨ªa, pero no a la de Internet, sino a la de la calle. Se trata del fen¨®meno que se conoce como top manta: la venta callejera ilegal de discos copiados. En 2002 se vendieron en Espa?a, seg¨²n la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), 25 millones de discos piratas. Esto supone un ¨ªndice de pirater¨ªa cercano al 30%, uno de los m¨¢s altos del mundo occidental. Es decir, de cada 10 discos que se venden en Espa?a, tres son copias ilegales. El dato es llamativo si se tiene en cuenta que en 1998 el ¨ªndice de pirater¨ªa rondaba el 3%. Desde ese a?o, seg¨²n la SGAE, se han perdido casi 35 de cada 100 empleos del sector.
Espa?a es uno de los 10 mercados de m¨²sica m¨¢s importantes del mundo. El cuarto de Europa, despu¨¦s del Reino Unido, Alemania y Francia. El sector, seg¨²n la SGAE, aporta entre un 0,15% y un 0,2% del producto interior bruto. Los espa?oles compraron 71 millones de discos legales en 2002, la inmensa mayor¨ªa de m¨²sica popular. La m¨²sica cl¨¢sica, entendida en un sentido amplio, apenas supone un 5% de las ventas totales.
El 60% del mercado est¨¢ en manos de cinco grandes compa?¨ªas multinacionales: Universal, Warner, Sony, BMG y EMI. Todas ellas son parte de entramados empresariales para los cuales la m¨²sica no es su principal negocio. La cuota de mercado de estas multinacionales, conocidas como las cinco majors, se ha visto considerablemente reducida en Espa?a debido al enorme crecimiento de la independiente Vale Music, producto de su vinculaci¨®n con el fen¨®meno Operaci¨®n Triunfo, y a la espectacular ca¨ªda de la divisi¨®n espa?ola EMI, que ha pasado de una cuota de mercado del 16,5% en 2001 a un 1,4% en el primer semestre de 2002.
Las majors controlan el 70% del mercado mundial del disco. ?ste presentaba en sus inicios un aspecto mucho menos concentrado, pero desde finales de los ochenta hasta mediados de los noventa el poder de las cinco multinacionales creci¨® enormemente.
Fueron los a?os dorados de la industria, que siguieron a la aparici¨®n del disco compacto (CD) en 1983. Durante esa ¨¦poca las compa?¨ªas vieron c¨®mo sus beneficios se multiplicaban gracias a la reedici¨®n en CD de sus jugosos fondos de cat¨¢logo. Al cambiar el soporte, los consumidores adquir¨ªan en CD discos que ya ten¨ªan en vinilo y aceptaban pagar un alto precio por ellos, pues el nuevo soporte era "para toda la vida".
Las compa?¨ªas comprendieron que su principal activo eran sus fondos de cat¨¢logo, y descuidaron una labor fundamental: la b¨²squeda de artistas con carreras s¨®lidas y duraderas capaces de constituir el fondo de cat¨¢logo del futuro. "Con el cambio tecnol¨®gico surgi¨® el gran negocio", recuerda el ejecutivo discogr¨¢fico Luis Merino, consejero delegado de Gran V¨ªa Musical (propiedad del grupo editor de este peri¨®dico). "Al cambiar de soporte volvieron a venderse masters que estaban ya amortizados. Las compa?¨ªas se centraron m¨¢s en el fondo de cat¨¢logo que en los nuevos artistas. Y eso se paga. Los ¨²ltimos mitos de verdad nacieron en los ochenta: Madonna, Bruce Springsteen, Michael Jackson...".
Hoy, el lucrativo proceso de sustituci¨®n de vinilos por discos compactos est¨¢ completado y las compa?¨ªas, presionadas para mantener los niveles de beneficios, buscan el ¨¦xito r¨¢pido. Los lanzamientos megapromocionados de corto recorrido.
?ste es el estado en que la industria musical ha llegado al arranque del siglo XXI. Y desde esta dif¨ªcil situaci¨®n tiene que emprender la reestructuraci¨®n m¨¢s compleja de su historia: reinventarse a s¨ª misma para responder a un nuevo consumo de m¨²sica.
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