Mejorar la democracia
Quienes por reflexi¨®n cr¨ªtica, y autocr¨ªtica por supuesto, llegamos a la conclusi¨®n de que hay que mejorar el funcionamiento de nuestro sistema democr¨¢tico, a menudo coincidimos en las medidas que tendr¨ªan mayor repercusi¨®n en la pol¨ªtica y en la percepci¨®n y participaci¨®n de los ciudadanos. Me refiero, principalmente, a la legislaci¨®n electoral y a la de los partidos pol¨ªticos, hablamos de representaci¨®n comarcal, tambi¨¦n de representaci¨®n proporcional, de listas abiertas, financiaci¨®n de los partidos, etc¨¦tera; cuestiones que est¨¢n pendientes a pesar de que hoy todos los programas electorales, en Catalu?a, salvo el del PP, incluyen cambios en esta legislaci¨®n.
Sin embargo, no es tan frecuente el diagn¨®stico sobre las causas del deterioro y el alejamiento de la pol¨ªtica a los ojos de los ciudadanos. En este sentido, y sin ning¨²n af¨¢n de ser exhaustivo, apuntar¨ªa tres causas que me parecen importantes o, en cualquier caso, reales.
Todos los programas electorales catalanes, salvo el del PP, incluyen cambios de legislaci¨®n electoral
La primera causa ser¨ªa -?qu¨¦ obviedad!- la prioridad de la consecuci¨®n del poder por parte de los grupos pol¨ªticos; la segunda es el peso excesivo de los proyectos personales en el seno de los pactos de partido; la tercera es la evoluci¨®n de las estrategias pol¨ªticas cada d¨ªa m¨¢s pendientes del corto plazo y de las encuestas, y menos del medio plazo y los proyectos colectivos.
La primera causa es hoy m¨¢s evidente que nunca: es dif¨ªcil que el electorado tenga la percepci¨®n de que nada es m¨¢s importante que el mantenimiento del poder, del statu quo, por parte de CiU o, alternativamente, su consecuci¨®n por parte del PSC. Tal vez se diga que cuestiono el objetivo central de la acci¨®n pol¨ªtica, pero este objetivo incuestionable de la pol¨ªtica tiene que estar amparado, justificado, acompa?ado, englobado en otras cosas cre¨ªbles de inter¨¦s general entre las cuales est¨¢n los valores y la coherencia de los proyectos, para empezar.
Fuera de Catalu?a, ocurre lo mismo, somos muchos lo que creemos que el auge transitorio de los partidos populistas o fascistas en Francia, Holanda o Austria responde m¨¢s bien a los defectos acumulados por los partidos democr¨¢ticos del propio sistema que por la credibilidad del discurso de tales partidos.
La segunda causa, muy evidente para todo el mundo pero menos explicada, es el peso de los proyectos personales en el seno de los proyectos colectivos y la especial dependencia que cualquier carrera pol¨ªtica personal tiene de las estructuras pol¨ªticas a las que pertenece, los partidos, y las reglas de este juego que con los a?os se han convertido en incuestionables. Estas reglas limitan la libertad y, por tanto, la responsabilidad del pol¨ªtico, que no puede actuar siempre, en algunos casos nunca, bas¨¢ndose en sus convicciones y sus responsabilidades. No deja de ser chocante que en algunas ocasiones se diga que un diputado puede votar en conciencia o en libertad, ?es que no deber¨ªa ser siempre as¨ª?
Muchos creemos que las listas abiertas son la ¨²nica posibilidad de superar este problema. Tras haber conocido de primera mano en el Parlamento Europeo la actuaci¨®n de diputados de elecci¨®n directa y personal, los valoro mucho porque su responsabilidad ante el electorado es muy clara.
La tercera es la evoluci¨®n hacia el corto plazo de las estrategias pol¨ªticas que, como es l¨®gico, van orientadas hacia los dos objetivos anteriores, la consecuci¨®n del poder por parte del grupo pol¨ªtico y de las personas de estos grupos. Con el tiempo, estas estrategias han ganado m¨¢s dependencia de las encuestas de opini¨®n que del proyecto pol¨ªtico. La tendencia lleva a adaptar el producto al mercado m¨¢s que introducir el producto, el proyecto, entre los ciudadanos; es decir, convencer, comprometerse, entusiasmar, ilusionar en funci¨®n de una convicci¨®n con todo el riesgo que ello comporta. Se est¨¢ buscando normalmente una centralidad pasiva, de poco riesgo; en t¨¦rminos futbol¨ªsticos se dir¨ªa defensiva, vigilar que no te metan goles, m¨¢s que intentar marcarlos, y como norma de tipo general se trata de no incomodar. Esta estrategia m¨¢s pasiva que activa se intenta justificar a veces en nombre de la b¨²squeda de consensos, pero el problema es que los consensos son necesarios para actuar, no precisamente para reducir riesgos.
Esta estrategia tiene una expresi¨®n muy reveladora, que es la de transmitir un mensaje difuso, menos claro, menos radical en el sentido positivo del t¨¦rmino, o de confundir los mensajes para llegar por la v¨ªa de la confusi¨®n al m¨¢ximo n¨²mero de gente. El caso del Prestige estos d¨ªas es emblem¨¢tico.
De hecho, las tres causas que planteo est¨¢n muy establecidas y actualmente resulta dif¨ªcil luchar contra ellas. Aun as¨ª, deber¨ªamos ser capaces de producir alguna inflexi¨®n. Lo que tienen en com¨²n dichas tres causas es que cada una por separado y las tres en su conjunto pueden ir reduciendo el espacio de las ideas y de los proyectos pol¨ªticos. La pol¨ªtica pide proyectos y la lucha pol¨ªtica tiene que ser la lucha para impulsarlos; la pol¨ªtica no es un supermercado donde hay que ofrecer lo que mejor se vende, se realizan encuestas y se da al p¨²blico lo que pide. Tal vez a corto plazo puede funcionar, a la larga significa la muerte de la pol¨ªtica. Los ciudadanos quieren que los pol¨ªticos sean ma?tres creativos y no camareros disciplinados, con todo el respeto por los camareros.
Pere Esteve es secretario de Catalunya 2003.
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