Regodeo en la concupiscencia
'La corte de Fara¨®n', de Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez, en la colecci¨®n de DVD de EL PA?S
Circulan diversas versiones sobre el origen de la pieza musical La corte de Fara¨®n. La que parece tener m¨¢s fundamento dice que fue el resultado del trabajo de una sola noche, tal como hab¨ªan apostado sus libretistas, Guillermo Perr¨ªn y Miguel de Palacios, y que incluso el maestro Vicente Lle¨® compuso las pegadizas canciones en otra sola noche, lo que explicar¨ªa la ligereza de la obra.
Sea como fuere, en enero de 1910 se estren¨® en el Eslava de Madrid esta comedia bufa, alegre, y sobre todo p¨ªcara, con divertidas canciones de doble sentido, y cuya frivolidad fue precisamente la raz¨®n de su peculiar encanto, y de un ¨¦xito tan asombroso que se sigui¨® representando durante d¨¦cadas..., hasta que lleg¨® el franquismo. Se rumore¨® entonces que a alg¨²n censor doblemente cretino se le ocurri¨® entender que el general Putifar, impotente a resultas de un saetazo indiscreto recibido en el campo de batalla, era una imagen del General¨ªsimo. La corte de Fara¨®n fue entonces prohibida y, aunque tuvo aisladas representaciones camufladas, no fue hasta esta pel¨ªcula cuando se pudo recuperar la risa de tan disparatado enredo: la hija del fara¨®n es desposada con el castrado Putifar y, muerta de melancol¨ªa, reclama las atenciones del casto Jos¨¦, un esclavo a quien tambi¨¦n pretende nada menos que la faraona... Todo ello salpicado de canciones de doble intenci¨®n, especialmente cuando las viudas aconsejan a la reci¨¦n casada, o cuando ¨¦sta proclama: "?Ay, babilonio, que mareas!", puntos cumbres de una zarzuela ins¨®lita que acabaron por aupar a opereta.
"?No se hace una guerra ni se gana una cruzada para que ocurran estas cosas!"
Cuando en 1985, Luis Sanz, el instigador m¨¢s que productor de la pel¨ªcula, conect¨® con el director Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez, y ¨¦ste con el guionista Rafael Azcona, comenz¨® la creaci¨®n de una obra en la que la pieza original fue un pretexto estupendo para re¨ªrse tambi¨¦n de los t¨®picos franquistas. Se trata de una compa?¨ªa de actores aficionados a los que denuncia un cura tridentino que ha visto la representaci¨®n: "La obra es un contumaz regodeo en la concupiscencia, hasta yo he tenido una erecci¨®n tremenda. ?No se hace una guerra ni se gana una Cruzada para que ocurran estas cosas!...". Los componentes de la compa?¨ªa, conducidos a empellones a una comisar¨ªa que presiden los retratos de Franco y Jos¨¦ Antonio, componen una galer¨ªa de tipos, a veces coincidentes con sus personajes en la obra teatral, tan t¨ªpicos de aquella Espa?a... que a¨²n siguen vigentes. "Los presos pol¨ªticos, ?a cavar la huerta de los frailes!", grita el especulador que pretende quedarse con las tierras de un convento: "Nos va a quedar un Valle de los Ca¨ªdos estupendo, ?el mejor del mundo!".
La posguerra, su miseria y su mediocridad, la chapuza nacional, se dejan ver sin rencor, aunque con abundante sorna: la cartilla de racionamiento, las denuncias de rojos, las piedras en las lentejas para que pesaran m¨¢s, la corrupci¨®n de los mandamases, la habilidad del cura manejando un arma, la declaraci¨®n de "anarquismo sentimental" del personaje interpretado por Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, que desea "un mundo sin Dios y sin amos"... ?Qu¨¦ bien se lo debieron pasar cuantos intervinieron en el rodaje de esta pel¨ªcula! Es la impresi¨®n que dan y es refrescante dejarse contagiar por su refrescante cachondeo.
El reparto, abarrotado de figuras puntales, entendi¨® el estilo astracanesco, la interpretaci¨®n desmesurada e inteligente, la capacidad de re¨ªrse y de hacer re¨ªr. Los veteranos Fern¨¢n-G¨®mez, L¨®pez V¨¢zquez, Quique Camoiras, Agust¨ªn Gonz¨¢lez, Mar¨ªa Luisa Ponte, Mari Carmen Ram¨ªrez..., el nov¨ªsimo Antonio Banderas; el vers¨¢til Juan Diego, Luis Ciges, los chicos de Martes y Trece Josema Yuste y Mill¨¢n Salcedo, Guillermo Montesinos, Antonio Gamero... y Ana Bel¨¦n, sabiamente rodeada del fascinante oropel de tiempos antiguos que ella hace brillar con belleza y astucia. "Ana Bel¨¦n es la musa, guapa y cachonda, sugerente hasta la zorrer¨ªa m¨¢s sutil, p¨ªcara sin afectaci¨®n, asumiendo sin complejos el papel de estrella", coment¨® el cr¨ªtico Carlos Boyero, que a?ad¨ªa: "Todos los payasos son de primera clase en este divertido circo". As¨ª lo reconoci¨® el jurado del Festival de San Sebasti¨¢n de 1985 cuando concedi¨® un premio especial al conjunto del reparto.
Una delirante revista a la espa?ola que, como dice Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez, "es al musical de Broadway lo que el an¨ªs Machaquito al champ¨¢n". Burda, irreverente, divertida, "un ajuste de cuentas con los censores de los a?os cuarenta", en La corte de Fara¨®n, el director quiso "mostrar el enfrentamiento de un g¨¦nero desvergonzado, popular y un tanto libertino, con la mentalidad represiva que agrandaba el hecho". El p¨²blico la transform¨® en un ¨¦xito.
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