Un B¨¦cquer eterno, actual e ir¨®nico
A lo h¨¦roe cl¨¢sico, estilo don Quijote, o de la modernidad, como Fernando Atienza -palad¨ªn de la transici¨®n democr¨¢tica espa?ola de Francisco Casavella-, Gustavo Adolfo B¨¦cquer (1836-1870) supo de la amargura del amor, vivi¨® intensamente sus d¨ªas y, sobre todo, lo cont¨® sin edad ni ¨¦poca. Por eso, su obra disfruta de una actualidad imperecedera, especialmente las Rimas. Treinta y cuatro a?os le bastaron para ganarse la condici¨®n de cl¨¢sico. La poes¨ªa becqueriana transmite entusiasmo y emoci¨®n con un estilo sencillo que da cabida a sentimientos de desesperanza, convirtiendo as¨ª su obra en eternamente joven. "Ni s¨¦ tampoco en tan terribles horas / en qu¨¦ pensaba o que pas¨® por m¨ª / s¨®lo recuerdo que llor¨¦ y maldije, / y que en aquella noche envejec¨ª" (rima XLIII). Las Rimas muestran adem¨¢s una concepci¨®n de la poes¨ªa como manifestaci¨®n de vivencias muy personales. Seg¨²n el poeta Vicente Gaos (1919-1980), la de B¨¦cquer se sigue leyendo como "obra viva, suscitadora de directas emociones". "Mas ?ay! De un coraz¨®n llegu¨¦ al abismo / y me inclin¨¦ un momento, / y mi alma y mis ojos se trabaron: / ?Tan hondo era y tan negro!" (rima XLVII). El amor y la mujer, dos v¨¦rtices de su po¨¦tica, desfilan ante su mirada escrutadora. "Despierta, tiemblo al mirarte; / dormida, me atrevo a verte; / por eso, alma de mi alma, / yo velo mientras t¨² duermes" (rima XXVII).
Descendiente de nobles holandeses afincados en Sevilla en el siglo XVI, B¨¦cquer se entrega a la literatura despu¨¦s de intentarlo con la pintura o la n¨¢utica. Varios son los g¨¦neros que toca, entre ellos el epistolar, como en Desde mi celda, que re¨²ne nueve cartas escritas para el peri¨®dico El Contempor¨¢neo publicadas entre mayo y octubre de 1864. En "ese oc¨¦ano sin fondo" que son las p¨¢ginas del diario publicar¨¢ sus experiencias en el monasterio de Veruela, lugar de esperanza y desesperanza, de transici¨®n a la madurez. Desde mi celda es un viaje de ida y vuelta que se materializa en una obra costumbrista, de cierzo y aquelarres, de corte y claustros sombr¨ªos.
?Es raro! y otros relatos, otro de los libros que se reeditan, ense?a un B¨¦cquer socarr¨®n con el amor. La necesidad parece agudizar en ¨¦l un malicioso sentido del humor -los relatos y los cuentos son el medio de subsistencia de B¨¦cquer- que se deja ver en Memorias de un pavo. "Hall¨¢ndome a comer en casa de un amigo (...) hizo su entrada triunfal el cl¨¢sico pavo, de rigor durante las Pascuas en toda mesa que se respeta un poco y que tiene en algo las antiguas tradiciones y las costumbres de nuestro pa¨ªs". As¨ª nos introduce el escritor en las memorias de un pavo. Quiz¨¢ sin quererlo, B¨¦cquer deja aqu¨ª rasgos de su modernidad, porque ?acaso no merece un pavo como el suyo relatar su breves d¨ªas entre corral y plato si todo el mundo se empe?a ahora en ello?
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