El infinito en los l¨ªmites
M¨¢s de mil p¨¢ginas tiene este volumen espl¨¦ndido, cuya preparaci¨®n ha llevado d¨¦cadas al poeta Alejandro Duque Amusco. Su m¨¦rito mayor es el de haber dado orden y presentaci¨®n armoniosa a los escritos de un enamorado del cosmos. Empezando por una contradicci¨®n feliz con el r¨®tulo del libro: dos series de poemas absolutamente in¨¦ditos. Del legado de D¨¢maso Alonso proceden 12 poemas surrealistas de 1930. Fueron descartados de Espadas como labios, junto con su t¨ªtulo (Cantando en las Carolinas): "Amadme y os prometo conduciros al polo intacto". Duque Amusco piensa que fueron excluidos por su tono festivo, pero otro posible factor podr¨ªa ser su mayor biografismo: "Las almas est¨¢n prestas alerta camarada / El puente es breve atr¨¦vete si eres valiente / S¨ª prefiero un beso sobre el brazo que sobre el acero". Se agradece este Aleixandre l¨²dico y osado, casi reverso de su moneda, que dice cosas tan distintas hablando su mismo idioma: "... No me cortes los labios... / Esta desnudez es la de mi espada". Como es casi necesario, la etapa ¨²ltima se completa m¨¢s serenamente, con cuatro "di¨¢logos" cedidos por Carlos Bouso?o. El "destiempo" -Duque Amusco apela al azar favorable- que desplaz¨® estos textos del volumen de poes¨ªas completas concede a ¨¦ste de prosas un punctum de plenitud.
PROSAS COMPLETAS. OBRAS COMPLETAS II
Vicente Aleixandre. Edici¨®n de Alejandro Duque Amusco Visor. Madrid, 2002 1.099 p¨¢ginas. 36 euros
Todas las prosas las escribe el poeta, perfilado en dos presupuestos: distancia del mundo, y tiempo s¨®lo para vivir (llamado ocio): "Algo trabajo en verso. Poco; soy muy vago... compruebo el paso del tiempo; es casi mi ¨²nica labor". Justamente lo fragmentario es lo que lo hace propicio a una lectura actual. Escribe prosa, como ¨¦l mismo advierte, con la misma energ¨ªa y la misma intenci¨®n unitaria que la poes¨ªa. Se refiere, claro, a los grandes libros aqu¨ª recogidos: Los encuentros y Evocaciones y pareceres. De esta secuencia maravillosa de retratos se deduce el del propio Aleixandre, que acomoda su biograf¨ªa en su ¨¦poca, dentro de una gradaci¨®n infinitesimal de generaciones literarias y humanas. Las semblanzas -cartas incluidas- abarcan desde escritores finiseculares a los nov¨ªsimos: Gald¨®s, el 98, el 14, todos los del 27, Neruda, Panero, Rafael Morales, Pablo Garc¨ªa Baena, Gil de Biedma...
Algo en el libro tira dulcemente hacia lo decimon¨®nico, y ser¨ªa err¨®neo buscarlo en los datos aparentes, como su aburrimiento en un balneario franc¨¦s junto a "deliciosos supervivientes del siglo XIX". En otro balneario sucede su encuentro con do?a Emilia Pardo Baz¨¢n -"d¨ªgale usted condesa", le aconseja otra se?ora-. Es m¨¢s bien la inmersi¨®n en una vida cuya referencia esencial se encontraba en la literatura. Tampoco es que los h¨¢bitos del poeta retornaran al siglo en el que naci¨®, porque la cercan¨ªa generosa de su trato -fraternidad republicana se dir¨ªa la comunidad infinita de amigos que le proporciona la poes¨ªa- s¨®lo podr¨ªa darse en Espa?a en el siglo XX. En el XXI hemos de imaginar a un Aleixandre devoto del tel¨¦fono m¨®vil y sus mensajes, usuario del correo electr¨®nico y asistiendo desde Velintonia por videoconferencia a los eventos distantes (el Nobel, o en los m¨²ltiples homenajes a los que manda cartas de adhesi¨®n). Sin embargo, en 1928 anota un recado telef¨®nico a Gregorio Prieto, en 1969 le escribe a Alejandro Duque Amusco: "Me alegra saber que la primera vez que me viste fue en la televisi¨®n". Y en 1958 redacta un telegrama contra la guerra, de ritmo sincopado y llamativa actualidad.
Son decisivas en estas prosas las declaraciones de po¨¦tica: pr¨®logos a textos propios y a ajenos, respuestas a cuestionarios (el Marcel Proust, Cinco respuestas en cinco minutos) y a entrevistas. Siete p¨¢ginas de aforismos se cuentan entre lo inolvidable. Est¨¢n tambi¨¦n las tres ¨²nicas conferencias de su vida, que incluyen el discurso de ingreso en la Academia y el de recepci¨®n del Nobel. Alta cultura compatible con la cercan¨ªa a los animales -otro valor de esta escritura- y la comuni¨®n con la naturaleza. Al trazar los l¨ªmites de este universo se vislumbra lo que tiene de infinito. As¨ª hay que entender el cierre afortunado de esta obra completa.
Uno de sus cap¨ªtulos m¨¢s amenos de esta correspondencia inagotable lo constituyen las cartas a las revistas j¨®venes de poes¨ªa, escritas entre 1948 y 1983, es decir, entre C¨¢ntico y Barcarola. La coherencia moral se concreta en la estabilidad del estilo: de joven escribe Aleixandre con sorprendente madurez, y de anciano con asombrosa juventud. Imperceptiblemente van entrando en escena los nuevos nombres. Pronto se pasa del usted al t¨² (v¨¦anse las dos ep¨ªstolas a Claudio Rodr¨ªguez), mientras la amenaza de la mili se cierne sobre los j¨®venes Gimferrer, Carnero, Colinas. Rasgo de ¨¦poca es que felicite a Guillermo Carnero por su mayor¨ªa de edad a los 21 a?os. Mientras el mundo cambia irremediablemente, Aleixandre resguarda a sus amigos de cualquier deterioro. Al lamentarse de que no olvidaba nada, el poeta ofrece la clave proustiana con que debe leerse este libro.
Prosas del para¨ªso
UNA DE las tareas primordiales del poeta es crear mitos. El de la ciudad del para¨ªso lo fragu¨® Aleixandre en un c¨¦lebre poema dedicado a M¨¢laga. Esa operaci¨®n simult¨¢nea de lenguaje y de amor iba m¨¢s all¨¢ de lo biogr¨¢fico, pues los poemas "paradisiacos" evocaban para ¨¦l "un mundo del que venimos los poetas". El desarrollo narrativo que necesita el mito Aleixandre lo plasm¨® en sus prosas, sin ingenuidad. A Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald le insiste: "El mundo no resulta bien hecho". Transmutada en un sustantivo de tiempo -no otra cosa es el mito-, M¨¢laga acoge sucesivas incorporaciones ed¨¦nicas a la literatura: primero, el "mar del para¨ªso"; despu¨¦s, cuando aprendi¨® all¨ª a leer "que es otro modo de nacer". Emilio Prados -compa?ero desde el colegio- y Manuel Altolaguirre protagonizan otro acto fundacional: las publicaciones de la generaci¨®n del 27 en la revista Litoral. En las nuevas revistas, desde Caracola hasta Algo se ha movido, sigue percibiendo el resplandor "de sus cuerpos y de sus espumas". Lo definitivo del para¨ªso radica en sustraerse al tiempo, por eso su correspondencia con Alfonso Canales, Mar¨ªa Victoria Atencia y Rafael Le¨®n rebosa entusiasmo m¨ªtico: "Mi casa... me parece m¨¢s mi casa y... en perpetuo presente". La famosa escapada a la playa de Torremolinos, entonces salvaje, "casi ya parece mito". A Mar¨ªa Victoria, en fin, le comenta Ca?ada de los ingleses con un alejandrino escondido en la prosa, que (al modo de la empat¨ªa de Virgilio) suena a la poeta entonces naciente: "As¨ª me llega todo en tu dicci¨®n serena".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.