El d¨®lar ca¨ªdo
La ca¨ªda del d¨®lar ha hecho saltar por los aires las ¨²ltimas explicaciones sobre los tipos de cambio. Hace unos meses, cuando el euro lleg¨® a valer s¨®lo 0,85 d¨®lares, se dec¨ªa que el ascenso del d¨®lar era una prueba de la superioridad de la estructura econ¨®mica y pol¨ªtica de Estados Unidos frente a la de Europa. Un d¨®lar fuerte reflejaba la flexibilidad de la econom¨ªa americana frente a la rigidez europea y el mayor potencial de crecimiento de Estados Unidos. El d¨®lar era el refugio en momentos de incertidumbre debido al potencial militar americano y a la toma de decisiones unitarias en aquel pa¨ªs frente al ca¨®tico y fragmentado proceso decisorio de la Uni¨®n Europea. Algunos a?ad¨ªan a estas explicaciones la mayor capacidad y brillantez de Greenspan frente a la incompetencia y tosquedad de Duisemberg y la sabia y r¨¢pida reacci¨®n de las autoridades americanas aumentando el d¨¦ficit p¨²blico frente al conservadurismo fiscal europeo impuesto por el pacto de estabilidad y desarrollo.
Pero ahora es el d¨®lar el que est¨¢ cayendo y, por supuesto, nadie se atreve ni siquiera a sugerir que el ascenso del euro se debe al mayor potencial militar europeo o a que el proceso de toma de decisiones en Europa es mejor que el de Estados Unidos, a la flexibilidad de los mercados europeos frente a los americanos, a que las perspectivas de crecimiento en Europa son mejores que en Estados Unidos o a que Greenspan es bobo y Duisemberg es un gran sabio. Ahora se ha vuelto a las explicaciones tradicionales y se destaca que los tipos de inter¨¦s son m¨¢s bajos en Estados Unidos que en Europa o que el enorme d¨¦ficit de la balanza corriente americana hace dif¨ªcil su financiaci¨®n. No obstante, para que nadie se quede tranquilo con estas nuevas/viejas explicaciones hay que recordar que no sirvieron para explicar el ascenso ininterrumpido del d¨®lar durante los ¨²ltimos ocho a?os.
Aunque se sea esc¨¦ptico ante las explicaciones de los movimientos de los tipos de cambio, y a¨²n m¨¢s ante las predicciones sobre su evoluci¨®n futura, se puede estar m¨¢s seguro respecto a las consecuencias que estos movimientos pueden tener sobre la econom¨ªa global. Incluso cabe imaginar c¨®mo reaccionar¨¢n las autoridades econ¨®micas. As¨ª, cabe esperar que el ascenso del euro y la ca¨ªda del d¨®lar produzcan una mayor inflaci¨®n en Estados Unidos y una mayor deflaci¨®n en Europa. En un momento de inflaci¨®n baja, los aumentos de precios en Estados Unidos que traer¨¢ la devaluaci¨®n del d¨®lar no van a preocupar mucho a las autoridades americanas, al margen de las declaraciones que hagan para calmar a los mercados. Es m¨¢s, son muchos los que piensan que una inflaci¨®n excesivamente baja estaba deprimiendo los beneficios de las empresas americanas y que, por tanto, una mayor alegr¨ªa en los precios podr¨ªa mejorar las perspectivas empresariales en aquel pa¨ªs y estimular la inversi¨®n. En Europa, el endurecimiento del euro significar¨¢ m¨¢s deflaci¨®n, y lo l¨®gico es que el Banco Central Europeo reaccione bajando los tipos de inter¨¦s. Si un 2,75% era el tipo de inter¨¦s adecuado hace dos meses, hoy, con un euro m¨¢s fuerte, el Banco Central Europeo tendr¨ªa que reducir ese tipo.
Hay otro posible efecto de la devaluaci¨®n del d¨®lar, el que puede tener sobre la Bolsa americana, que es el m¨¢s preocupante. No se puede olvidar el precedente de la ca¨ªda de la Bolsa americana en 1987 despu¨¦s de una fuerte devaluaci¨®n del d¨®lar, pero hay que decir que todav¨ªa la devaluaci¨®n no ha sido tan profunda, y que, dado que los mercados de capitales est¨¢n mucho m¨¢s integrados, la revaluaci¨®n de las empresas europeas en la que participan las empresas americanas, mejorar¨¢ la propia valoraci¨®n de estas ¨²ltimas. La ca¨ªda del d¨®lar no tiene, pues, por qu¨¦ ser negativa para la econom¨ªa global, incluso puede ayudar a terminar con algunos desequilibrios. Pero para la econom¨ªa mundial ahora nada es importante ante la expectativa de guerra, la guerra misma y, sobre todo, lo que suceda despu¨¦s de la guerra.
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