La rubia cabeza

Por supuesto, me solidarizo con la presidenta Marisa Paredes, en absoluto responsable de un delito que no se cometi¨®. La presidenta y el resto de los premiados y presentadores se hicieron eco de una realidad que est¨¢ en la calle, e hicieron uso de un derecho esencial: la libertad de expresi¨®n.

Acepto, sin embargo, la cabeza del se?or Campoy, presidente de la FAPAE. Cuando anteayer se anticip¨® a intentar calmar al Gobierno ofreciendo la rubia cabeza de Marisa no lo estaba haciendo en nombre de los productores, de cuya asociaci¨®n es presidente, sino a t¨ªtulo personal. En esa petici¨®n (la cabeza de Marisa) s¨®lo se representaba a s¨ª mismo y a su propio miedo.

Como espect¨¢culo televisivo, la gala del s¨¢bado puede ser evaluada de distintos modos, pero lo que es incontestable es la cr¨ªtica a la pol¨ªtica del Gobierno en lo referente a la guerra contra Irak. Los c¨®micos queremos la paz y se utiliz¨® el medio m¨¢s id¨®neo, la primera cadena de televisi¨®n, es decir, la televisi¨®n de todos.

En vez de poner el grito en el cielo, el Gobierno deber¨ªa prestarle o¨ªdo a sus ciudadanos, que, cada vez en mayor cantidad y de modo inequ¨ªvoco, se manifiestan en contra de su apoyo a Bush en este maldito asunto.

La rubia cabeza de Marisa debe permanecer donde est¨¢, presidiendo una Academia que m¨¢s que nunca, en lo social y en lo pol¨ªtico, ha expresado la preocupaci¨®n de la mayor¨ªa de los espa?oles.