Cuando Vallecas era un barrizal solidario
Un libro reivindica una d¨¦cada de la historia de uno de los barrios m¨¢s emblem¨¢ticos de Espa?a
Dice Sixto, Sixto Rodr¨ªguez Leal: "Esto no es m¨ªo. Esto es un trabajo de todos. Esto", dice Sixto, "esto es el orgullo de ser vallecano". Esto es un libro realizado con sudor y esfuerzo. En muchas madrugadas en vela. En muchas tardes de cervecitas y conversaciones, en largas noches de sue?o. Esto es un libro -De Vallecas al Valle del Kas- que recoge casi una d¨¦cada de Vallecas, del 20 de noviembre de 1975 al 19 de enero de 1986. "S¨®lo soy el compilador", dice Sixto Rodr¨ªguez Leal. "Es la gente de aqu¨ª la que lo cuenta, la que lo vive".
Y es verdad que por las p¨¢ginas del libro saltan artistas, poetas, pintores, cantantes del rock m¨¢s amargo y l¨²cido que se ha escrito. Y alba?iles y panaderos, y drogatas que un d¨ªa se engancharon y se salvaron. Y gente -?ay!- ya muerta. Y j¨®venes rebeldes, y revolucionarios que ayer, en el Hebe, un bar emblem¨¢tico de este Vallecas, donde se presentaba el libro, mostraban sus cabezas canas, sus calvas casi apost¨®licas. Y el ex alcalde Juan Barranco, que vivi¨® aqu¨ª al lado, en aquellos a?os, est¨¢ mayor y m¨¢s canoso, cuando presenta el libro arropado por Mariano Monjas, de la Asociaci¨®n de Vecinos de San Agust¨ªn, y de Juanjo Espartero (de aquellos Hijos del Agobio en el recuerdo), de Francisco Serrano, de la librer¨ªa Bulevar.
Aqu¨ª hubo regueros de basura. Donde est¨¢ el centro comercial hubo chabolas min¨²sculas y h¨²medas
"Esto", dice Sixto Rodr¨ªguez Leal. "Esto es un trabajo colectivo. Yo lo que quiero es dejar memoria, que no se nos olvide de d¨®nde venimos. Y c¨®mo se construy¨® Vallecas". Este Vallecas de la Asamblea, del Eroski, de las avenidas limpias y amplias. Aqu¨ª, bajo este suelo, hubo calles de barro, regueros de basura. Donde est¨¢ el centro comercial hubo chabolas min¨²sculas, h¨²medas chabolas. Y en estas calles, en el polvo del verano, jugaron ni?os de tos perenne. Y en esos cines de verano, entre c¨¢scaras de pipas y vaqueros de rapid¨ªsima pistola, se enamoraron muchachas que ol¨ªan a humedad y sue?os.
Sixto Rodr¨ªguez Leal dice que naci¨® en Extremadura en 1956. Pero que lleva en Vallecas -?con c o con k, qu¨¦ importa?- desde el a?o 1963. Es hijo de aquellos inmigrantes que a mediados de los sesenta abandonaron sus pueblos atra¨ªdos por el se?uelo de un Madrid enga?oso y duro. Sixto se ha criado entre estas calles. Y sabe de la casa peque?a, de los vecinos buenos y de los vecinos malos. Conoce el olor de los arroyos que corr¨ªan por el centro de la calle: Doctor Villalobos, Los Gonz¨¢lez, La Huerta del Hachero.... Aqu¨ª fum¨® sus primeros cigarros. Hizo sus primeras manifestaciones. De todo eso habla este libro. De las primeras asociaciones de vecinos, las de Palomeras, la de San Diego... De ese barrio rebelde y luchador. De la Rusia chica del barro y del Valle del Kas -como llaman algunos a Vallecas- que reivindica un puerto de mar.
Y habla de luchas y de atroces sucesos, cuando un hombre desesperado y harto dispar¨® su escopeta y mat¨® a los vecinos y se dispar¨® luego. EL PA?S, un 10 de julio de 1983, recordaba diez a?os despu¨¦s, en la pluma de Jes¨²s de las Heras, la terrible matanza. Y el periodista, sobrecogido, escrib¨ªa: "Con aquellos muertos supimos lo que era Palomeras". Habla el libro, ese libro que dice Sixto que no es suyo, que es de todos, ese libro que ¨¦l mismo ha publicado a trav¨¦s de Radio Vallecas, habla del movimiento ciudadano que naci¨® aqu¨ª, de Paca Sauquillo, entonces reci¨¦n acabada la carrera de Derecho. Y habla de aquellos primeros de mayo del posfranquismo, cuando los l¨ªderes sindicales apenas pod¨ªan expresar su protesta. Dec¨ªan entonces los peri¨®dicos: "En el transcurso de estos incidentes se registraron numerosos heridos por botes de humo y pelotas lanzadas por la polic¨ªa" (EL PA?S, 3 de mayo de 1977).
Hay muchos nombres. Falta gente. Pero nadie sobra: el pintor Pedro S¨¢nchez, el escultor Alberto S¨¢nchez, los cantantes Luis Pastor y Roberto Iglesias, y Juan Vioque. Y el l¨ªder obrero Macario Barja. Y Juan Margallo y su intento de hacer cantar al Gallo Vallecano. Y Francisco Umbral y Rosa Montero. Y el periodista Gustavo Vallecas. Y, sobre todo, tantos y tantos an¨®nimos, vecinos, gentes del barrio que han dejado en el libro sus recuerdos, sus fotograf¨ªas de familia, los trozos de su vida m¨¢s queridos. A veces m¨¢s odiados. Como el muchacho que cuenta lo que fue la droga, el dolor, la desesperaci¨®n. Como... Ahora que Vallecas es otra, el libro reclama aquel Vallecas que es hoy el Valle del Kas. "La utop¨ªa", sonr¨ªe Sixto. Y el orgullo de ser de Vallecas.
De Vallecas al Valle del Kas. Los a?os vividos, del 20-11-1975 al 19-1-1986. Compilador: Sixto Rodr¨ªguez Leal. Autoedici¨®n, Madrid, 2002.
La verdad de las calles
Hubo en Vallecas -y el libro lo recoge- un movimiento cultural que fue desde el ensayo del teatro alternativo del Gayo Vallecano hasta el rock de Topo o Le?o. Desde la librer¨ªa El B¨²ho hasta las Bodegas Oter y sus berberechos y el verm¨² del domingo. Desde las poes¨ªas de aquel grupo de muchachos que quisieron cambiar el mundo hasta las canciones de Luis Pastor o Roberto. Tal vez por esa importancia de la m¨²sica, el libro -al precio de 15 euros- incluye un CD con canciones que fueron m¨¢s que una sucesi¨®n de notas. Himnos de varias generaciones de vallecanos.
Luis Pastor, Hilario Camacho, Triana y sus Hijos del Agobio, que dar¨ªa nombre a uno de los movimientos contraculturales m¨¢s personales, Ob¨²s, Le?o, Cucharada, Ramonc¨ªn y grupos variopintos -Nacha Pop, Siniestro Total, Ilegales, La Broma de Sat¨¢n...- que pusieron m¨²sica a la vida de aquellos a?os. Pero, sobre todo, se incluye el bell¨ªsimo y amargo Vallecas 1996, de Topo.
Aquella profec¨ªa que escribieron Lele Laina, V¨ªctor Ruiz y el malogrado Terry Barrios tiene hoy tanta fuerza como entonces: "Vivir en Vallecas es todo un problema en 1996. / Sobrevivimos a base de drogas que nos da el Ministerio del Bienestar. / La televisi¨®n funciona siempre / nos proyecta un mundo ideal / nos hace olvidar/ la verdad de las calles. / Bendita televisi¨®n". Y eso que por aquellos a?os la televisi¨®n era ¨²nica. Y entonces no hab¨ªa Cr¨®nicas marcianas ni Salsa rosa. "La televisi¨®n no descansa, es nuestra amiga. / La televisi¨®n te vigila". Y tanto.
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