Las horas clave que evitaron una guerra comercial entre Estados Unidos y Colombia: ¡°Trump est¨¢ m¨¢s loco que Maduro¡±
Los funcionarios colombianos convencieron a Petro de que no ten¨ªa sentido seguir la escalada verbal contra el impredecible y err¨¢tico inquilino de la Casa Blanca
Se empezaron a intercambiar mensajes desde el domingo a las 3.00 am. A esa hora, el canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, y sus asesores organizaban la jornada de trabajo que ten¨ªan por delante. Comentaron que unas horas antes, Ann Hardman, la consejera pol¨ªtica de la Embajada de Estados Unidos en Bogot¨¢, hab¨ªa preguntado por el estado de los dos vuelos con colombianos deportados que llegar¨ªan en breve. A ninguno le llam¨® mucho la atenci¨®n la llamada, era un procedimiento de rutina. Poco despu¨¦s, el presidente Gustavo Petro, que todav¨ªa no se hab¨ªa acostado, pregunt¨® a su equipo lo que hab¨ªan hecho M¨¦xico y Brasil en estos casos. Los funcionarios se pusieron a prepararle un informe.
A las 3.41, el presidente escribi¨® en X: ¡°Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio. EE UU debe establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes que los recibamos nosotros¡±. En la Canciller¨ªa y el resto del Gobierno entraron en shock. Un miembro de la c¨²pula anticip¨® lo que estaba por venir: ¡°Cuidado, Trump est¨¢ m¨¢s loco que Maduro¡±.
El presidente de Brasil, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, permiti¨® que aterrizara en su pa¨ªs un avi¨®n con deportados, pero a continuaci¨®n envi¨® a Washington una nota de protesta. Los inmigrantes hab¨ªan llegado con esposas en pies y manos, como si fueran terroristas. A Petro le hirvi¨® la sangre al leer eso. Consult¨® a Carlos Fernando Garc¨ªa, exdirector de Migraci¨®n Colombia y ahora embajador en M¨¦xico, seg¨²n fuentes al tanto de lo ocurrido. Garc¨ªa le relat¨® las malas condiciones en las que llegan los colombianos en esos vuelos y ah¨ª fue cuando el presidente actu¨® en redes sociales. Dentro del Gabinete se le critica a Garc¨ªa que no le advirtiera a Petro que esta situaci¨®n se prolonga desde la Administraci¨®n del dem¨®crata Joe Biden y que todo est¨¢ recogido en unos protocolos que firm¨® ¨¦l mismo. Ese trato digno que exige Petro ya est¨¢ reflejado por escrito.
El nuevo inquilino de la Casa Blanca sac¨® todo su arsenal para responder a Petro. El conflicto escal¨® de cero a cien. Trump orden¨® imponerle un arancel del 25% a todos los productos importados de Colombia y revocarle los visados a todos los miembros de su Gobierno. La rotundidad con la que hizo el anuncio era un aviso al resto de pa¨ªses que critiquen su agresiva pol¨ªtica antimigratoria. Lo hizo pensando en quienes ya ha advertido: Canad¨¢, M¨¦xico, China y Europa. Lejos de amilanarse, Petro carg¨® en una serie de tuits contra Trump en los que insinuaba que este preparaba un golpe de Estado en su contra. El conato le ha servido para mostrarse como un l¨ªder de izquierdas dispuesto a darle la batalla a Trump, es decir, a lo que ¨¦l considera ¡°el fascismo¡±. Cit¨® a Allende, a Bol¨ªvar, a Walt Whitman y Noam Chomsky, entre otros. Dijo que ir a Estados Unidos era ¡°un poco aburrido¡± y que en una ocasi¨®n presenci¨® en Washington una pelea entre negros y latinos con barricadas que le pareci¨® ¡°una pendejada, porque deber¨ªan unirse¡±.
Dijo que Colombia era ¡°el coraz¨®n del mundo¡± y ¨¦l, uno de los ¨²ltimos Aurelianos Buend¨ªa (el personaje heroico de Cien a?os de soledad). ¡°Quiz¨¢ el ¨²ltimo¡±. Petro estaba encendido.
A su alrededor, sin embargo, la gente trataba de mantener la calma. Una guerra comercial con Estados Unidos tendr¨ªa un impacto muy grande en la econom¨ªa colombiana, un lujo que, a a?o y medio del fin de su mandato, el presidente no se pod¨ªa dar. La dificultad estaba en convencerle de que todo se trataba, en realidad, de un malentendido que se deb¨ªa resolver por la v¨ªa diplom¨¢tica. No era tarea f¨¢cil. Petro cree en un nuevo orden mundial. A su juicio, la Casa Blanca ha provocado el caos y la muerte con sus conflictos armados en otros pa¨ªses. Adem¨¢s, critica la guerra contra las drogas que inici¨® Richard Nixon. Considera que Trump usa ¡°pol¨ªticas fascistas¡± que denigran al ser humano, sobre todo a los latinos. Le lleg¨® a decir: ¡°Yo no estrecho mi mano con esclavistas blancos¡±.
Al leer esos mensajes, sus asesores pensaron que Petro hab¨ªa pulsado un bot¨®n nuclear. No recordaban que ning¨²n l¨ªder mundial se hubiese dirigido de esa manera a Trump. Al menos, de forma p¨²blica. Los aviones militares con los deportados a bordo ya estaban de regreso en suelo estadounidense. El primero deb¨ªa aterrizar a las 6.10 de la ma?ana. Se le revoc¨® el permiso entre las 4.30 y las 5. Ese fue el desencadenante de toda la crisis.
Unas horas despu¨¦s, las ¨®rdenes de Trump comenzaron a ejecutarse. A un funcionario colombiano, trabajador del consulado de Houston, le prohibieron viajar desde S?o Paulo. A otros dos empleados del Banco Mundial, con visa G4, un tipo de visado oficial para diplom¨¢ticos, no les permitieron llegar hasta Washington. Se desat¨® el p¨¢nico entre embajadores, c¨®nsules y trabajadores de las legaciones. Petro orden¨® a su ministro de Comercio elevar tambi¨¦n al 25% los aranceles a productos estadounidenses y pidi¨® a todos los norteamericanos irregulares que hay Colombia, unos 15.600, regularizar su situaci¨®n con las autoridades migratorias.
Algunos de los funcionarios involucrados en esta crisis conocen la primera Administraci¨®n de Trump, la de 2017. Sab¨ªan de la irascibilidad del magnate inmobiliario, un hombre err¨¢tico e impulsivo. No hab¨ªa manera de predecir sus siguientes pasos. Les aliviaba que Trump no supiera espa?ol y no tenga ni idea de qui¨¦nes son Allende, Bol¨ªvar y, mucho menos, Aureliano Buend¨ªa. Incluso aunque supiera el idioma, la ret¨®rica de Petro no es sencilla de seguir para un no nativo. Solo tem¨ªan que alguno de sus cercanos le envenenara, traduci¨¦ndole y explic¨¢ndole lo que quer¨ªa decir en esas largas peroratas. En Bogot¨¢ quedaba la duda incluso de si Trump sab¨ªa exactamente qui¨¦n era Petro. Durante la campa?a, un exasesor del presidente republicano dijo estar seguro de que no lo identificaba.
A las 3 de la tarde, Petro se reuni¨® con su n¨²cleo m¨¢s cercano. Eran las horas m¨¢s fren¨¦ticas de la crisis. Ah¨ª estuvieron presentes el canciller Murillo y la n¨²mero dos del presidente, Laura Sarabia. En unos d¨ªas, ella lo sustituir¨¢ a ¨¦l, que medita presentarse como candidato a las elecciones presidenciales de 2026. Tambi¨¦n estaba Jorge Rojas, de m¨¢xima confianza, y el embajador en Washington, que por un asunto familiar pasaba el fin de semana en Colombia. Le explicaron a Petro, en detalle, c¨®mo funcionaba el asunto de las deportaciones y cu¨¢l era el protocolo. Le aseguraron que no hab¨ªa necesidad de abrir una crisis diplom¨¢tica con Washington, sino que bastaba con pedir que se cumpliera lo firmado. Seg¨²n los presentes, Petro estaba turbado por un d¨ªa intenso en el que atac¨® y fue atacado. Intentaron hacerle ver que quien le inform¨® en un primer momento no le hab¨ªa ense?ado el panorama completo. En todo el d¨ªa, Murillo habl¨® tres veces con ¨¦l por tel¨¦fono.
Los pesos pesados del Gobierno se reunieron en la Canciller¨ªa pasadas las 4.00 pm. Colombia estaba en vilo. La ¨¦lite pol¨ªtica y econ¨®mica acusaba a Petro de crear una crisis innecesaria y poner en riesgo la estabilidad de la naci¨®n. Sus aliados m¨¢s a la izquierda le aplaud¨ªan por haber enfrentado a un presidente racista y abusador que hab¨ªa respondido de una manera exagerada a una petici¨®n razonable, la de tratar con dignidad a los expulsados de Estados Unidos. La tormenta se desat¨® fuera, pero no en el seno de la Administraci¨®n Petro. En ese momento ya sab¨ªan que no tardar¨ªan m¨¢s de un par de horas en arreglar la situaci¨®n.
Murillo entr¨® en contacto con Marco Rubio, el secretario de Estado de Trump, y Mauricio Claver-Carone, un veterano halc¨®n de la pol¨ªtica exterior nombrado ahora enviado especial para Am¨¦rica Latina. Al mismo tiempo, se sucedieron llamadas a congresistas y personas cercanas a Trump que pod¨ªan mediar. Los funcionarios colombianos explicaron que a Petro le hab¨ªa molestado que los deportados viniesen encadenados de pies y manos -un hecho que todav¨ªa no se ha confirmado-, pero que no era necesario convertir esto en un asunto personal. Colombia ya hab¨ªa lanzado el anzuelo, ahora tocaba esperar. Sobre las 9 pm, Rubio llam¨® y dijo que Trump daba por zanjado el asunto, no impondr¨ªa las sanciones. Eso s¨ª, har¨ªan un comunicado dejando claro que Colombia hab¨ªa aceptado todas sus exigencias para llegar a un acuerdo.
En cuanto colgaron, en el Gobierno sab¨ªan que la Casa Blanca har¨ªa un comunicado en el que se dar¨ªan por ganadores. As¨ª fue: ¡°Colombia ha aceptado todos los t¨¦rminos del presidente Trump, incluida la aceptaci¨®n sin restricciones de todos los extranjeros ilegales de Colombia que regresen de los Estados Unidos, incluso en aeronaves militares estadounidenses, sin limitaciones ni demoras¡±. Murillo, poco despu¨¦s, ley¨® un comunicado m¨¢s elegante y diplom¨¢tico. La madrugada se hab¨ªa echado encima. El affaire Petro-Trump se resolvi¨® con el arte de la diplomacia.
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