Cu¨¢nta blandura
Fue l¨¢stima que la nobleza de los toros de Valdefresno no tuviera adem¨¢s la fuerza necesaria para empujar en el peto del caballo, embestir por derecho y llenar de emoci¨®n el coraz¨®n de la plaza. Claudicaron demasiado los toros y admitieron el ¨²nico y solitario puyazo, que parece ser la ley de hierro en cualquier plaza que no sea de primera. Luis Miguel Encabo, con tanta blandura y nobleza, nos ofreci¨® una actuaci¨®n en sus dos toros, que llenaron los ojos del aficionado, pues se le vio una templaza y seguridad. En su primero tore¨® de capote con suavidad y majeza, puso banderillas con facilidad y mont¨® una faena de muleta que tuvo gusto y temple. En su segundo, mejor¨® el toreo a la ver¨®nica en los lances de saludo y realiz¨® una faena de muleta imposible, ya que el inv¨¢lido no se ten¨ªa en pie.
Valdefresno / Liria, Califa, Encabo
Cuatro toros de Valdefresno: desigualmente presentados. Nobles en general pero muy blandos. Varios sospechos de pitones. 2? y 5? sobreros del mismo hierro. Pep¨ªn Liria: aviso y silencio. El Califa: oreja y silencio. Luis Miguel Encabo: dos orejas; aviso y silencio. Plaza de Valdemorillo, 8 de febrero, 5? de feria, tres cuartos de entrada.
Pep¨ªn Liria tuvo un lote deslucido. Voluntarioso en su primero. Apagado en su segundo. No tuvo su tarde.
Jos¨¦ Pacheco, El Califa, tore¨® los dos sobreros, tras ser devuelto su primero, que sali¨® tambaleante. Se luci¨® al correr la mano con temple y mando por el lado derecho en el primer sobrero, y hubo de abreviar en el quinto, un pozo casi sin agua.
L¨¢stima entonces que la blandura desluzca el buen arte.
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