Prodigiosa construcci¨®n de Nicole Kidman de la intrincada figura de Virginia Woolf '
Good bye Lenin' traza una emocionante met¨¢fora de la reunificaci¨®n alemana
Si en Adaptation, el estadounidense Spike Jonze confunde complejidad con aparatosidad y embadurna la pantalla con ret¨®ricas visuales y barnices de brillantina moderna, en Las horas, el brit¨¢nico Stephen Daldry da a la complejidad la voz que necesita, la de la claridad y la sencillez. El resultado es una pel¨ªcula luminosa sobre sucesos y conductas oscuras, en la que la australiana Nicole Kidman hace una recreaci¨®n portentosa de la figura f¨ªsica y la enrevesada personalidad de la c¨¦lebre escritora inglesa Virgina Woolf.
Reconcilian con el cine golpes de solvencia como los que propone sin estridencias Stephen Daldry en Las horas. Apoyado en muy s¨®lida traslaci¨®n de David Hare a la pantalla del libro de Michael Cunningham, el director de Billy Elliot vuelve a hacer lo que le han ense?ado a fondo sus a?os de forja en el teatro brit¨¢nico, que es ceder al int¨¦rprete inteligente las riendas de la construcci¨®n de los personajes.
Esto se percibe en la sensaci¨®n de comodidad que transmiten quienes llenan el magn¨ªfico reparto de Las horas, y se nota que se sienten due?os de lo que hacen frente a la c¨¢mara. Pero salta del mism¨ªsimo centro de esa sensaci¨®n de acuerdo colectivo, y traspasa la pantalla rompiendo sus l¨ªmites, la prodigiosa creaci¨®n por Nicole Kidman de la figura f¨ªsica de Virginia Woolf, y hay que hacer un esfuerzo para reconocer los rasgos de la actriz tras la exactitud de su retrato. Y luego, poco a poco, en un sobrio y elegante goteo, llega el buceo de la actriz australiana en las interioridades y los meandros mentales de la personalidad de la escritora.
Hay quienes consideran que la idea que tienen Kidman y Daldry de Virginia Woolf es discutible, pero ni ¨¦stos discuten el genio esc¨¦nico con que esa, a su juicio discutible, idea ha sido elaborada, porque hay en la pantalla elocuentes elementos de juicio que muestran con objetividad el enorme calado de la creaci¨®n de Nicole Kidman. Y es que ¨¦sta ha de v¨¦rselas en un cotejo permanente con tan eminentes colegas como Ed Harris, Julianne Moore, Miranda Richardson, John C. Reilly y Meryl Streep, y de su largo y dificultoso choque de espejos con ellos sale crecida, pues se las arregla para enriquecer a su personaje con la presi¨®n de los otros.
Con Von Trier
Ayer vino a Berl¨ªn esta inmensa actriz, cuya inagotable inquietud profesional es tan sorprendente como lo fue la armoniosa conjunci¨®n de oficio y belleza que caracteriza a sus mejores trabajos de estrella. Nicole Kidman no se deja atrapar, y lo est¨¢ demostrando con creces, por las rutinas: busca incesantemente nuevos territorios en los que volcar y desplegar su instinto y su elocuencia de actriz ing¨¦nita, saltando desde Los otros a Moulin Rouge, y desde ¨¦sta a la pel¨ªcula todav¨ªa in¨¦dita de Lars von Trier a Las horas.
Es admirable y no tiene equivalente en las c¨²pulas del estrellato el gusto por el riesgo y por la libertad de creaci¨®n que Kidman derroch¨® ayer dentro y fuera de las pantallas de la Berlinale.
Estas pantallas dieron tambi¨¦n cobijo a una magn¨ªfica pel¨ªcula alemana titulada Good bye Lenin, dirigida por Wolfgang Becker. Es una obra de gran limpieza estil¨ªstica, transparente y vivaz, graciosa y conmovedora. Est¨¢ vertebrada por una original¨ªsima met¨¢fora sint¨¦tica de la vasta tragedia que encubre el proceso de reunificaci¨®n acelerada de las dos Alemanias hace ya m¨¢s de una d¨¦cada. Iniciado bruscamente en 1989, fue aqu¨¦l un colosal esfuerzo colectivo que hoy pasa factura a esta f¨¦rrea Alemania que inesperadamente deja ver sus pies de barro, fuera y dentro de las pantallas de la Berlinale, en las aceras de la ciudad y en pel¨ªculas tan l¨²cidas y libres como ¨¦sta.
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