Clases din¨¢micas e interactivas

Libros de texto en formato CD-ROM; clases no presenciales a trav¨¦s de videoconferencias; apuntes colgados en la Red listos para ser descargados desde casa... As¨ª anuncian las nuevas tecnolog¨ªas que ser¨¢ la ense?anza del futuro, donde el tel¨¦fono m¨®vil y el ordenador tomar¨¢n el relevo a los tradicionales materiales educativos, como los contundentes libros de texto o los tacos de folios que se apilan en pesadas carpetas. Un futuro que ya es presente en algunos aspectos, como las tutor¨ªas o la comunicaci¨®n de notas on line, avances que hoy d¨ªa se concentran en los servicios que prestan algunas universidades andaluzas.

Sin embargo, un grupo de profesores universitarios de Sevilla y C¨¢diz han apostado por las facilidades que estos avances introducen en los m¨¦todos tradicionales de ense?anza. As¨ª, en varias facultades de la Hispalense, como Derecho y Odontolog¨ªa, y en la de Medicina de C¨¢diz, se ha instalado un nuevo sistema que sustituye a la tradicional pizarra: la pantalla interactiva Smart Board.

La utilizaci¨®n de esta herramienta supone una revoluci¨®n en la forma de impartir clase, seg¨²n el subdirector t¨¦cnico del Secretariado de Recursos Audiovisuales y Nuevas Tecnolog¨ªas de la Hispalense, Diego Garc¨ªa de la Concha. "Ofrece una interactuaci¨®n profesor-alumno que no permite la pizarra tradicional", explica De la Concha, que se?ala como la virtud principal de esta pantalla inteligente que los alumnos dejan de ser sujetos pasivos para sumarse activamente al desarrollo de una clase.

Con un solo ordenador y un proyector por aula, el Smart Board abre todo un horizonte de posibilidades formativas, aparte de la comodidad que entra?a su uso. As¨ª, un profesor puede escribir ilimitadamente en la pantalla con unos rotuladores especiales sin tener que borrar, ya que simplemente con un toque con el dedo se abre un nuevo documento en blanco. Adem¨¢s, todas las explicaciones que se realicen en clase se pueden enviar por correo electr¨®nico o colgar en la p¨¢gina web de la asignatura.

Esta posibilidad de conexi¨®n a Internet facilita tambi¨¦n que todos los alumnos vean en la pizarra las p¨¢ginas web que el profesor selecciona y manipula, puesto que el sistema Smart Board permite que se modifiquen las aplicaciones inform¨¢ticas que en ella se proyectan, algo que no ocurre con el ya casi tradicional sistema Power point, cuya informaci¨®n es est¨¢tica. Otra de las funciones que ofrece es la videoconferencia. As¨ª, se?ala De la Concha, se puede trabajar desde dos centros al mismo tiempo de manera que si en una pantalla se realiza una modificaci¨®n, ¨¦sta sea vista al instante en el otro centro, y a su vez se pueda volver a modificar por el segundo. Y, para los m¨¢s remolones, la Smart Board permite grabar video y audio de todas las operaciones que se realicen en la pizarra durante la clase.

La empresa que distribuye las pizarras interactivas en Espa?a, Ib¨¦rica Sur, tiene previsto realizar sesiones gratuitas en los centros andaluces que lo soliciten como v¨ªa para fomentar el uso de las nuevas tecnolog¨ªas. Seg¨²n apuntan sus responsables, el 70% de los centros del Reino Unido ya han sustituido las pizarras convencionales por Smart Board.

Seg¨²n los datos del ¨²ltimo eurobar¨®metro European youth into the digital age, el uso educativo de las nuevas tecnolog¨ªas no termina de calar en los colegios, institutos y universidades espa?olas. El 94% de los centros de primaria y secundaria est¨¢n conectados a la Red, pero s¨®lo en el 71% de ellos los alumnos tienen acceso a los ordenadores y, casi siempre, cuando acuden al aula de inform¨¢tica. S¨®lo el 20% de los profesores lo utiliza, tambi¨¦n en ese aula, e invierten una media de 20 minutos semanales. Estos datos sit¨²an al sistema educativo espa?ol en el furg¨®n de cola de la UE, donde la media de alumno por conexi¨®n es de 24 frente a los 30 estudiantes por ordenador que se dan en Espa?a.

Otro dato que alerta sobre la dificultad que entra?a la adopci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas es el desfase de conocimiento existente entre profesores y alumnos. Si a esta brecha generacional -el 63% de los docentes reconoce que no sabe utilizar un ordenador- se une la imposibilidad de que cada alumno cuente con un ordenador en clase, el resultado es que la implantaci¨®n de este nuevo modelo de ense?anza encuentra hoy por hoy escollos casi insalvables.