"Quer¨ªa conseguir un disco que ayudara a la seducci¨®n"
Rod Stewart triunfa con It had to be you, sus lecturas de ¨¦xitos de Hollywood y Broadway de los a?os treinta. Es la f¨®rmula eterna: grandes canciones, m¨¢s cuidadas orquestaciones, m¨¢s voz reconocible. Tres cosas que conviene saber de Roderick David Stewart (Londres, 1945). Primero, que de sus duros inicios -asegura que fue deportado de la Espa?a franquista, en aplicaci¨®n de la Ley de Vagos y Maleantes- le ha quedado una taca?er¨ªa extrema. Segundo, el hedonismo que define su imagen p¨²blica est¨¢ presente en sus decisiones musicales. Tercero, y mejor decirlo con suavidad, tiende a la vagancia. Todo lo cual ayuda a entender que firmara discos tan desapasionados como Human (2001). Cuentan que no quiso tomarse el trabajo de viajar desde California, donde vive, hasta el Reino Unido, donde se confeccion¨® la mayor parte del disco. Tiene una excusa: "Soy un exiliado ingl¨¦s por cuestiones de impuestos, s¨®lo puedo estar tres meses all¨ª y los reservo para conciertos y asuntos familiares".
"A cierta edad, te reconcilias con la m¨²sica que gustaba a tus padres"
Human fue un pinchazo y doble humillaci¨®n. Stewart se encontr¨® al poco fuera del grupo Warner, su hogar desde 1975. Sin embargo, el muy pillo se guardaba una carta en la manga. A la vez que interpretaba en piloto autom¨¢tico el R & B moderno de Human, se implicaba personalmente -?gastando su propio dinero!- en la grabaci¨®n de un disco de canciones cl¨¢sicas estadounidenses: "Se trata de una vieja idea m¨ªa que explicaba en las discogr¨¢ficas, me daban palmaditas en la espalda y lo postergaban: 'Ahora no te conviene sacar un disco as¨ª'. Y nunca encontraban el momento adecuado". Finalmente, de forma casi clandestina, se puso manos a la obra con un amigo de francachelas, el productor Richard Perry, y con intenciones tan honorables como "conseguir uno de esos discos que ayudan a la seducci¨®n, un accesorio que acompa?e al champa?a y las luces tenues". El capricho ya estaba avanzado cuando entr¨® en escena el disquero Clive Davis, ex presidente de Arista, en busca de contenido art¨ªstico para su nuevo sello, J Records.
El olfato de Davis determin¨® que aquello ten¨ªa potencial comercial. La jugada contaba con precedentes: Linda Ronstadt revivi¨® su carrera a mediados de los ochenta con tres elep¨¦s hechos a medias con el gran Nelson Riddle. De todos modos, Davis desech¨® parte de lo grabado en Los ?ngeles e insisti¨® en que Rod terminara el disco en Nueva York, ahora con la producci¨®n de Phil Ramone. Un tipo que asusta a oyentes de buena memoria -responsable de aquellos monstruos-de-Frankenstein que fueron los crepusculares Duets de Frank Sinatra- pero que sabe esculpir grandes formaciones orquestales (a diferencia de Richard Perry, desconf¨ªa de sintetizadores y programaciones) y era capaz de materializar lo que Davis ansiaba: un ritmo vivo con la nobleza de maderas y metales. Stewart recuerda que el disquero se entusiasm¨® con el resultado: "Est¨¢bamos en la suite de un hotel, escuchando unos masters. Clive se puso a bailar como si fuera Fred Astaire; al poco, todos est¨¢bamos imit¨¢ndole... una pena que no hubiera una c¨¢mara de v¨ªdeo para grabarlo".
Astaire fue una referencia constante: "?l estren¨® dos de estas canciones, They can't take that away from me y The way you look tonight. Yo siempre he aspirado a su elegancia, a esa clase que en ¨¦l parec¨ªa natural, sin esfuerzo". Aunque son m¨¢s evidentes las influencias vocales de los grandes maestros de Rod, Sam Cooke o Billie Holiday. "En su primera ¨¦poca, Billie cant¨® varios de los temas que yo recupero aqu¨ª. Impresiona mucho pensar que ella grababa todo en una toma, con la orquesta tocando detr¨¢s. No hay mucho jazz en el disco, aunque Michael Brecker y Arturo Sandoval tocan algunos solos".
Insiste en que no emprendi¨® el proyecto con modos de music¨®logo: "Ser¨ªa presuntuoso por mi parte presentarme como un especialista en standards. Lo que ocurre es que son parte de mi memoria sentimental desde que tengo uso de raz¨®n, para m¨ª nunca han pasado de moda. Suelen tener melod¨ªas complejas y me gustaba cantarlas antes de salir al escenario, para calentar la garganta y ponerme en situaci¨®n. Y tambi¨¦n recurro a ellas en reuniones familiares, con los amigos. Adem¨¢s, son infalibles cuando est¨¢s en compa?¨ªa de una chica con la que quieres, uhhhhh, intimar".
It had to be you... the great american songbook (BMG) ha funcionado: para frustraci¨®n de su anterior compa?¨ªa, Rod vuelve a disfrutar del ¨¦xito. De momento, combina en conciertos este cancionero con su repertorio habitual. "Claro que se acepta perfectamente. Cuando alcanzas cierta edad, te olvidas de prejuicios y te reconcilias con la m¨²sica que gustaba a tus padres. Lo que grabe de ahora en adelante tambi¨¦n depende de mis cuerdas vocales: hace unos a?os me detectaron un c¨¢ncer de garganta y me tuvieron que operar. Pas¨¦ unos meses sin cantar y recuper¨¦ mi voz poco a poco. No obstante, comprend¨ª que ya no volver¨ªa a ser un joven cantante de rock. La verdad, yo adoro a James Brown pero no me veo a su edad -?cu¨¢ntos son, 70 a?os?- pegando saltos".
Babelia
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