Naufragio total
La cosa es m¨¢s o menos as¨ª: tres parejas de multimillonarios alquilan un barco de lujo para realizar, solos, aunque con un pu?ado de servidores, un crucero por el Mediterr¨¢neo. Pero uno de los pasajeros, la irascible, orgullosa y mezquina Amber (Madonna: algo parecido a una actriz), pronto chocar¨¢ frontalmente contra la dignidad de un concienciado marino y pescador, Peppe (Giannini: latin lover mediterr¨¢neo). No contenta con hacerse servir, Amber se dedicar¨¢ a herir y humillar al macho. ?Creer¨¢ el lector que ambos acabar¨¢n, por un capricho de la f¨¦mina, faltar¨ªa m¨¢s, solos, n¨¢ufragos y en una isla desierta, donde las tornas se cambiar¨¢n hasta hacer del criado, amo, y del ama, servil enamorada?
BARRIDOS POR LA MAREA
Director: Guy Ritchie. Int¨¦rpretes: Madonna, Adriano Giannini, Jeanne Tripplehorn, Lorenzo Ciompi, Bruce Greenwood. G¨¦nero: comedia dram¨¢tica. EE UU, 2002. Duraci¨®n: 100 minutos.
Remake de una de las m¨¢s famosas pel¨ªculas de la olvidada (y olvidable) directora italiana Lina Wertm¨¹ller, aqu¨ª llamada Ins¨®lita aventura de verano (1974) y protagonizada, por cierto, por otro Giannini, Giancarlo, la historia en cuesti¨®n, rodada por el hasta ahora atendible Guy Ritchie (marido de Madonna) de quien hab¨ªamos apreciado Lock & Stock y Snatch, cerdos y diamantes, parece una trasnochada adaptaci¨®n. Pero no de un digno melodrama, sino de las rancias comedias sobre guerra de sexos, aunque con la suficiente dosis de ensa?amiento como para convertirla, m¨¢s que nada, en un drama de andar por casa.
El gesto de Madonna
La pel¨ªcula, insufrible la mayor parte del tiempo, arrastra varios problemas graves: a) su mensaje trasnochado: que a una mujer, por poderosa que sea, se la dome en condiciones extremas hasta convertirla en una cervatilla enamorada, est¨¢ lejos de resultar tolerable, incluso cre¨ªble, entre otras cosas; b) Madonna, presunto icono femenino, a quien el papel le queda como a Mortadelo un frac de gala, y c) la completa sumisi¨®n de historia, c¨¢mara y director a la estrella, que s¨®lo parece c¨®moda cuando interpreta una ¨²nica canci¨®n, y que el resto del tiempo se limita a poner en su rostro un solo gesto, siempre el mismo, tal vez para que sea el espectador quien trate de dilucidar sus estados de ¨¢nimo. Con lo cual, el filme resulta rigurosamente desaconsejable para cualquier ciudadano que no sea un fan¨¢tico desorejado de Madonna, si es que alguno queda.
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