"Hay normas estrictas en mi casa y nadie escucha mis discos. Yo tampoco"
Ha molestado a la gente?". "?Va a ser un super¨¦xito en Espa?a?". Nick Cave sonr¨ªe. Anticipaba la pregunta sobre Rock of Gibraltar, un tema de su nuevo disco Nocturama, que habla de planes traicionados, "traicionados como la roca de Gibraltar". "Deber¨ªa lanzarlo como single en Gibraltar. Ser¨ªa n¨²mero uno. ?Gigante en Gibraltar!", bromea.
En la canci¨®n, Cave declara su amor duradero a su esposa Suzie Bick con una popular expresi¨®n inglesa que denota fortaleza e inamovilidad. "No pretendo hacer ning¨²n virulento comentario pol¨ªtico. Recurro a un viejo clich¨¦, la roca de Gibraltar, que est¨¢ perdiendo su garra simb¨®lica con tantos meneos entre un pa¨ªs y otro. Me importa un comino qui¨¦n se quede con Gibraltar, pero cuando le¨ª que el 98% de los gibraltare?os se sienten traicionados, pens¨¦ en el s¨ªmbolo del pe?¨®n y escrib¨ª la canci¨®n", explica.
Por la madurez de sus 45 a?os o, tal vez, por su lograda estabilidad sentimental, Nick Cave comienza a salir de las tinieblas. Estos d¨ªas da prioridad al cl¨¢sico Great Expectations, de Dickens, sobre los textos b¨ªblicos cuyas referencias pueblan su extenso repertorio. Consagrado rom¨¢ntico, y de humor ir¨®nico, arropa su voz con pinceladas de ternura en He Wants you, Wonderful Life' o Still in Love, entre las nuevas composiciones del disco. "S¨ª", admite, "estoy ilusionado. Cantar me resulta ahora m¨¢s sencillo, y mi voz suena m¨¢s liberada y expresiva".
Lejos han quedado los a?os de descontrol y drogadicci¨®n. A¨²n no ha vencido todos los demonios, pero los mantiene a raya con una estricta disciplina. Vive con su familia en Brighton, en la costa inglesa, y trabaja fuera de casa. "Voy a la oficina todos los d¨ªas", puntualiza. Horas antes de la entrevista en un hotel de Londres, el alma y cerebro de los Bad Seeds se encerr¨® en su oficina. Acaba de lanzar Nocturama, pero las ideas para su sucesor, el n¨²mero 13 de su carrera, bullen en su cabeza. "No dejo que los factores externos entren en mi mundo. Tengo mi familia y mi oficina, y apenas me muevo fuera de ambas esferas. Mi vida es sencilla y ritualista, y parece que lo llevo bien. Siento que funciono mejor que antes", explica.
Hay una regla sagrada en el hogar de Cave: nadie puede poner sus discos. Ni siquiera su hijo Luke, de 11 a?os, a quien le gusta el punk y podr¨ªa interesarle la m¨²sica de Birthday Party, su banda original, y muchas entregas de los Bad Seeds. "Hay normas estrictas en mi casa y nadie escucha mis discos. Yo tampoco. Compongo, grabo y nunca m¨¢s vuelvo a escucharlos", dice.
Con Murder ballads, de 1996, Cave salt¨® del rinc¨®n reservado a los artistas de culto a las altas esferas del pop. El d¨²o con su compatriota australiana Kylie Minogue, Where the wild roses grow, le conect¨® con audiencias ajenas a las siniestras explosiones de violencia y pasi¨®n que compone desde los ochenta. El ¨¦xito de las baladas de asesinatos sac¨® a relucir la morbosidad de las letras de Cave, todav¨ªa vigente en temas actuales como Dead man in my bed, que ha escrito desde la perspectiva de una mujer.
Tambi¨¦n desde entonces su nombre se menciona en boca de quienes acusan al rap de misoginia y apolog¨ªa de la violencia y demandan su censura. "Un artista debe ser libre para decir lo que quiera. Nadie deber¨ªa interferir en su camino. La libertad de expresi¨®n es un pilar fundamental de nuestra sociedad", defiende.
"Murder ballads", contin¨²a, "es un disco c¨®mico y a nadie le entran ganas de matar a los dem¨¢s tras escucharlo".
El humor persigue a Nick Cave. Tanto a su persona como a su obra. C¨®mo si no se explica su deseo de erigir una estatua de bronce, con su figura montando a caballo y una leyenda en lat¨ªn, en su localidad natal de Warracknabeal, al norte de Melbourne. Una compa?¨ªa de televisi¨®n est¨¢ dispuesta a financiar el proyecto con unos 45.000 euros, pero exige condiciones a cambio: "Quieren filmarme en cada fase del proceso: viendo c¨®mo tallan la estatua, en furgoneta intentando localizar la ciudad, solicitando permiso al alcalde... Yo no quiero que me filmen, s¨®lo quiero el dinero". "Es un sitio diminuto donde nadie me conoce y s¨®lo viven granjeros y criminales. Pero all¨ª es donde nac¨ª y all¨ª quiero erigir mi estatua", explica con fingida seriedad.
A Warracknabeal dedica una bella canci¨®n, There is a town, llena de notas nost¨¢lgicas. Pero su autor no quiere regresar a Australia. Son m¨¢s de 20 a?os en su condici¨®n de emigrante y no se siente capaz de fijar morada en su tierra natal. Est¨¢ a gusto en Brighton, donde se deja inspirar por el mar, los libros y los discos de otros artistas. "Mientras compon¨ªa Nocturama escuch¨¦ mucho a Neil Young, Bob Marley y Nina Simone. Se pueden o¨ªr sus influencias en el disco", afirma.
Nocturama cierra con una fren¨¦tica y divertida canci¨®n. Babe, I am on fire es un cl¨¢sico Nick Cave, de 15 minutos de duraci¨®n, y un rosario de personajes y personalidades, desde el secuestrador y la azafata hasta Bill Gates y Garc¨ªa Lorca. De rimas exquisitas, y con coros de los Bad Seeds, Babe, I am on fire pasa revista a la coyuntura internacional con estrofas al estilo de los "patriotas" que "observan un barco lleno de refugiados hundirse en los oc¨¦anos".
"Es una referencia al lado feo de Australia, su pol¨ªtica de inmigraci¨®n que me parece vergonzosa", dice. El v¨ªdeo es incluso m¨¢s impactante: Cave y sus m¨²sicos interpretan alocados los personajes de cada estrofa. Son 15 minutos de risa ininterrumpida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.