Una joya del sainete
'Atraco a las tres', de Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦, ma?ana en la colecci¨®n de cine espa?ol de EL PA?S
El productor y guionista Pedro Mas¨® cre¨ªa con entusiasmo en las comedias populares con "car¨¢cter espec¨ªficamente espa?ol", y aunque sol¨ªa recibir cr¨ªticas por tal empe?o, ya desde sus comienzos logr¨® buenos ¨¦xitos comerciales con t¨ªtulos como Manolo guardia urbano (1956), Las chicas de la Cruz Roja (1958), El d¨ªa de los enamorados (1959)... cine amable, blanco y optimista, aunque no siempre del agrado de los censores, capaces de considerar graves incluso t¨ªmidas opiniones ligeramente cr¨ªticas. "Aparte de que era muy dif¨ªcil que te dejaran hacer m¨¢s, yo hu¨ªa de ambiciones de mayor altura", confesar¨ªa Mas¨®, "porque yo siempre he preferido que la gente saliera del cine con una sonrisa".
Sigue siendo considerado un filme emblem¨¢tico de la mejor comedia espa?ola
Pocas veces unas modestas pretensiones han obtenido tan felices resultados
Cuando en 1958 se estren¨® en Espa?a Rufuf¨², parodia italiana de Mario Monicelli sobre el cl¨¢sico franc¨¦s de Jules Dassin Rifif¨ª, Pedro Mas¨® consider¨® que aquella divertida broma a¨²n ten¨ªa otra vuelta de tuerca, y con Coello y Salvia, sus colaboradores habituales, perge?¨® el gui¨®n de Atraco a las tres, puede que el mejor que escribiera el triunvirato.
Teniendo en cuenta que "el trabajo es la ¨²nica loter¨ªa de los pobres" y que "un robo es un negocio como otro cualquiera", los empleados de una modesta sucursal bancaria, hartos de la mezquindad de sus sueldos y del despotismo de su nuevo jefe ("?Ser¨¦ inexorable con los rebeldes!"), deciden atracar su propio banco. Pero son tan torpes, chapuceros y ego¨ªstas, quiz¨¢s como resultas del hambre (?hasta comparten entre seis el muslito de pollo de un enfermo de hospital!), o quiz¨¢ por ser tan simplemente mezquinos (su lista de encargos para el reparto del bot¨ªn recuerda a la de Bienvenido Mr. Marshall, aunque sin la inocencia de aquellos pueblerinos), que su proyecto, como es l¨®gico, no llega a buen puerto. No se desvela aqu¨ª secreto alguno puesto que ya se sabe que en 1962, cuando esta pel¨ªcula se hizo, los desenlaces a¨²n deb¨ªan ser moralizantes. El p¨²blico estaba acostumbrado a que as¨ª fuera, ya sab¨ªa de los cortes y los doblajes tramposos, y sab¨ªa entender "entre l¨ªneas".
Atraco a las tres, no obstante, carec¨ªa de pretensiones mayores, era un divertimento, aunque eso s¨ª, enloquecido, ingenioso, un magn¨ªfico sainete: "Me gusta contar las cosas con ese humor subterr¨¢neo que los aragoneses llamamos somarda", confesaba su director, Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦: "Un humor soterrado que produce inquietud en el espectador, aunque con la edad el sentido del humor se nos va haciendo m¨¢s cordial, m¨¢s tierno".
Ten¨ªa 39 a?os cuando dirigi¨® Atraco a las tres, proyecto al que se incorpor¨® a ¨²ltima hora dado que se encontraba en plena actividad, una pel¨ªcula tras otra, en el mejor momento de una carrera que alcanz¨® casi los 50 t¨ªtulos. Eficaz artesano, Forqu¨¦ sab¨ªa sacar punta a cuanto se le ofrec¨ªa: "Un gui¨®n se ha diseccionado como se hace con una cobaya en los laboratorios, y el director luego debe reinterpretarlo". Y lo hac¨ªa con sensibilidad y dominio, sabiendo del oficio, lo que le ayud¨® a que Atraco a las tres no s¨®lo se transformara en un gran ¨¦xito, sino que siga siendo considerado un filme emblem¨¢tico de la mejor comedia espa?ola.
Una prueba de ello es que haya sido adaptada al teatro y de nuevo al cine, cada vez con aciertos, pero sabiendo todos que aquel milagro de la versi¨®n original de 1962 es dif¨ªcilmente superable, especialmente por la calidad de sus int¨¦rpretes, todos en estado de gracia: en primer lugar, Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, el cerebro de la operaci¨®n, en quien el cr¨ªtico Jos¨¦ Luis Guarner encontr¨® "rel¨¢mpagos dementes dignos de Groucho Marx", lo que siendo cierto no le corresponde s¨®lo a ¨¦l, sino al conjunto. Con distintos modelos, todos viven plenamente el disparate: Cassen (el conserje a quien su hijo quita las pistolas de juguete para el asalto), Gracita Morales (la secretaria que cobra un duro a los vecinos por ver su tele), Manuel Alexandre (el eterno lig¨®n que no se rinde ante la adversidad), Manuel D¨ªaz Gonz¨¢lez (el nuevo jefe, lameculos con los superiores y verdugo con los empleados), Agust¨ªn Gonz¨¢lez (el funcionario cl¨¢sico que sabe nadar y guardar la ropa), Jos¨¦ Orjas (el viejo director al que la autoridad expulsa) y Alfredo Landa, en su primer papel cinematogr¨¢fico, interpretando al empleado asustadizo.
Pero es que, adem¨¢s, Atraco a las tres es una de las comedias mejor cuadradas de nuestro cine, porque pocas veces unas modestas pretensiones han obtenido tan felices resultados, como escribi¨® Florentino Soria: "La parodia discurre por cauces tan sorprendentes como divertidos sin que falte una cr¨ªtica condescendiente y cierto leve tono pat¨¦tico que envuelve el disparate".
Sin embargo, no todo fue sencillo. Cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦ ultim¨® el trabajo para presentarlo a los distribuidores se llev¨® un gran chasco, ya que, seg¨²n cont¨® luego, "no les gust¨® absolutamente nada, les pareci¨® una broma tonta". Desilusionado, Forqu¨¦ se march¨® de vacaciones a Par¨ªs, donde un buen d¨ªa compr¨® el Abc y all¨ª "le¨ª una cr¨ªtica muy elogiosa hablando del ¨¦xito que la pel¨ªcula hab¨ªa tenido".
![Una secuencia de <i>Atraco a las tres,</i> de Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/D2XGVJYSP5L6VS5JO2EMN2NQOM.jpg?auth=e8b214bd72748364d7be666433d8b139783034b28099a57a0107125f2026ab3f&width=414)
Babelia
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