Norteamericanos en Bagdad
38 pacifistas de Estados Unidos viven desde septiembre en Irak como escudos humanos
Elaine Mart¨ªnez, norteamericana, est¨¢ dispuesta a quedarse de forma indefinida en Irak si estalla la guerra. "Yo ya he vivido mi vida", asegura tras confesar 72 a?os muy bien llevados. "Por si acaso hice testamento antes de salir de Chicago", a?ade sin asomo de dramatismo. "Tenemos que convencer a nuestro Gobierno para que no vaya a la guerra", defiende tras haber constatado el da?o de 12 a?os de embargo sobre la poblaci¨®n iraqu¨ª.
Mart¨ªnez es uno de los 38 miembros del Grupo por la Paz en Irak (Iraq Peace Team, IPT) que actualmente se encuentran en la capital iraqu¨ª. El IPT es una iniciativa del proyecto Voices in the Wilderness, un movimiento internacional que desde 1996 trabaja por el fin de las sanciones. Sus representantes, que se van relevando, est¨¢n en Bagdad desde el pasado septiembre "para compartir las vidas de los iraqu¨ªes ante la amenaza de la guerra".
"Bombardear este lugar es un crimen de guerra", rezaba la pancarta que ayer colocaron en el hospital infantil Al Mansur, en Bagdad. Durante los bombardeos de 1998, los cristales del centro m¨¦dico saltaron hechos a?icos cuando un misil alcanz¨® el vecino Ministerio de Defensa, justo al otro lado de la calle.
Los iraqu¨ªes que en ese momento visitaban el hospital observaron la acci¨®n entre sorprendidos y agradecidos. "Son nuestros hu¨¦spedes y como iraqu¨ªes invitamos a todos, sean ¨¢rabes, europeos o estadounidenses, a que vengan a ayudarnos", declar¨® Yaber, un hombre que ten¨ªa a su hijo de siete meses internado.
Mart¨ªnez es consciente de los riesgos de su actitud en un pa¨ªs con un r¨¦gimen autoritario: "Casi todo lo que uno hace en su vida puede manipularse. Nosotros enfatizamos que nuestro apoyo es para el pueblo y no hablamos sobre el Gobierno", asegura. "Como cristiana tengo que ayudar a cualquiera que sufra o tenga necesidades, cualesquiera que sean las circunstancias", afirma. Lynn MacMichel, que ha venido desde California, se declara budista. "Tratamos de poner una cara humana a los iraqu¨ªes porque Bush lo ha reducido todo a Sadam", explica esta mujer de 63 a?os, antes de relatar la experiencia que tuvieron la noche anterior cuando el grupo sali¨® a cenar una pizza y se encontr¨® con numerosas familias que hac¨ªan lo mismo.
"La gente se acercaba y nos dec¨ªa: ?Bienvenidos, bienvenidos! ?Cree usted que si el Ej¨¦rcito iraqu¨ª estuviera desplegado en nuestras fronteras nosotros dar¨ªamos la bienvenida a un grupo de iraqu¨ªes? No tiene m¨¢s que pensar lo que hemos hecho a los musulmanes desde el 11-S", manifestaba incr¨¦dula.
"La guerra no es un videojuego", advierte por su parte Mike Ferner, de 51 a?os, ex veterano de Vietnam y miembro de Veteranos por la Paz. Ferner abandon¨® la Marina en 1973 por razones de conciencia. ?l, como el resto de los integrantes del IPT, ha declarado estar dispuesto a morir en Irak y ha aceptado ser enterrado en este pa¨ªs si llegara el caso para participar en el proyecto.
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