La ley del Oeste
El balance del mundo, correspondiente al a?o 2002, que acaba de publicar el diario Le Monde, no empuja al optimismo. Pues si en este informe anual -el estudio de la evoluci¨®n econ¨®mica de los 173 pa¨ªses que examina-, apunta, de manera inequ¨ªvoca a la baja y a la regresi¨®n, la consideraci¨®n global que la enmarca es a¨²n m¨¢s dram¨¢tica. La aton¨ªa, el recelo, la incertidumbre, el temor y la p¨¦rdida absoluta de todos los referentes son sus notas dominantes y la causa de que hayamos superado los r¨¦cords de ansiedad individual y de angustia colectiva. La excepci¨®n de China en lo econ¨®mico y de Brasil en lo pol¨ªtico no logran recomponer el cuadro, ya que a la persistente crisis de las bolsas y, con car¨¢cter m¨¢s general de la econom¨ªa financiera, que ha fagocitado a la econom¨ªa real, ha venido a a?adirse la deslegitimaci¨®n del capitalismo liberal, al que los fraudes y otras pr¨¢cticas delictivas de Enron y de diversas grandes sociedades estadounidenses, as¨ª como de sus dirigentes, han privado de toda credibilidad. Por otra parte, los principios de neutralidad econ¨®mica del Estado y de total autonom¨ªa del funcionamiento econ¨®mico, base de la teor¨ªa liberal, se han visto fuertemente impugnados por las reiteradas intervenciones p¨²blicas, en forma de ayudas masivas del Gobierno de EE UU a sus empresas -la ¨²ltima de un volumen cercano a los 650.000 millones de d¨®lares-. Esta falsificaci¨®n del sistema econ¨®mico con la corrupci¨®n de muchos de sus protagonistas, ha estado acompa?ada por una quiebra, cada vez m¨¢s patente, del ejercicio democr¨¢tico y un desprestigio, que parece imparable, de la pol¨ªtica al que no es tampoco ajena la adulteraci¨®n/corrupci¨®n del sistema pol¨ªtico y el cinismo de sus l¨ªderes.
Esta perversi¨®n de valores y razones deja el campo libre a la raz¨®n de la fuerza. Por eso el interrogante impl¨ªcito del informe de Le Monde -?qu¨¦ hacer?- tiene una respuesta clara: recuperar nuestro marco referencial y reivindicar nuestro horizonte simb¨®lico. Ahora bien, la resistencia simb¨®lica s¨®lo puede organizarse en torno a unas pocas ideas innegociables. Y as¨ª el agotamiento del n¨²cleo doctrinal del Consenso de Washington y de las pol¨ªticas neoliberales inspiradas en ¨¦l, por los que tan alto precio est¨¢n pagando los pa¨ªses latinoamericanos, han llevado a sus beneficiarios a intentar adecuarlo a la situaci¨®n actual y de ah¨ª los aires conciliadores que han comenzado a soplar en Davos: suavicemos nuestras recetas, incorporemos algunos elementos sociales a nuestras propuestas y tendamos puentes a Porto Alegre. Lo que puede tener sentido desde Davos, no lo tiene desde Porto Alegre porque su ¨²nico patrimonio es su radical voluntad diferencial con el neoliberalismo conservador y con el mundo que ha alumbrado. Es evidente que el altermundismo no tiene una alternativa, ni te¨®rica ni pr¨¢ctica, totalmente elaborada con la que sustituir el orden que impugna. Entre otras razones, por sus pocos a?os de existencia y por la heterogeneidad de sus componentes. Pero lo que s¨ª tiene claro es la necesidad de poner fin a los desmanes actuales que denuncia en sus foros y manifestaciones. Comenzando por la burla de la ley, fundamento del credo democr¨¢tico. La colaboraci¨®n con Davos, en consecuencia, debe centrarse en aquello que contribuya al imperio de la ley igual para todos. El papel esencial que tienen los para¨ªsos fiscales en la econom¨ªa de la criminalidad organizada se est¨¢ denunciando desde hace m¨¢s de una d¨¦cada sin que, gracias a la intervenci¨®n de George W. Bush, se haya logrado acabar con ellos ni siquiera en la UE. La sociedad Clairstream de Luxemburgo sigue siendo decisiva en todas las transferencias confidenciales de dinero como acaba de reiterarse en el caso de la sociedad Daewo. ?Por qu¨¦ los poderosos de Davos no ayudan a modificar esta situaci¨®n? ?Por qu¨¦ no contribuyen a proteger los Bienes Comunes de la Humanidad? ?Por qu¨¦ no se apuntan a evitar la contaminaci¨®n del Mediterr¨¢neo donde cada a?o se vierten m¨¢s de un mill¨®n de toneladas de residuos petrol¨ªferos? ?Por qu¨¦ aceptar que el Gobierno de Bush se autoexcluya de todos los compromisos internacionales y ningun¨¦e la autoridad de Naciones Unidas? La ley del Oeste no es s¨®lo la ley del m¨¢s fuerte sino la de la arrogancia y la impunidad. Es la ley de la selva. Millones de personas se est¨¢n manifestando hoy en todo el mundo contra ella y oponi¨¦ndole la legalidad internacional.
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