La m¨²sica de un tiempo agitado
A partir del pr¨®ximo viernes, EL PA?S ofrece 25 ¨¢lbumes en la colecci¨®n 'Los discos de tu vida'
El Reino Unido se convirti¨®, tras la aparici¨®n de The Beatles, en el gran laboratorio de nuevas tendencias de la m¨²sica pop. Sus particularidades sociales -la eliminaci¨®n del servicio militar, que permit¨ªa a los j¨®venes a?os de experimentaci¨®n antes de entrar en el mercado laboral- y sus caracter¨ªsticas medi¨¢ticas -la existencia de una potente prensa musical en b¨²squeda perpetua de nuevas propuestas- se conjugaron para asentar un extraordinario fermento creativo. Todo era posible: que un grupo de provincias, The Moody Blues, se uniera a la London Festival Orchestra en Days of future passed (1967), con la memorable Noches de blanco sat¨¦n. Otro grupo que trabaj¨® con orquesta sinf¨®nica fue Deep Purple, al que, no obstante, se debe recordar por desarrollar el heavy metal en Made in Japan (1972) y otros discos tan explosivos como Fireball o Machine head.
Igualmente rompedor fue Mike Oldfield, que todav¨ªa no hab¨ªa cumplido los 20 a?os cuando grab¨® todo Tubular bells (1973), pieza de 49 minutos que sirvi¨® de piedra angular para el imperio Virgin, del audaz Richard Branson. Ins¨®lita la propuesta de Tales of mistery and imagination (1976), adaptaciones de relatos de Edgar Allan Poe a cargo de Alan Parsons. Como productor, Parsons firm¨® el suntuoso envoltorio sonoro de Year of the cat (1976), el disco que inmortaliz¨® a Al Stewart.
La flexibilidad de la industria del pop brit¨¢nico explica numerosos casos de reciclajes y vocaciones tard¨ªas: en Dire Straits estaba Mark Knopfler, un periodista cuya guitarra y ambici¨®n narrativa alimentaron obras como Making movies (1980). Phil Collins, baterista de Genesis, se reinvent¨® como cantante con Face value (1981). Jethro Tull debut¨® haciendo blues con querencias jazz¨ªsticas; posteriormente, Ian Anderson, su cantante y flautista, se enfrentar¨ªa con dilemas religiosos en Aqualung (1971). No menos asombrosa fue la metamorfosis de Simply Red, seud¨®nimo de Mick Hucknall, que ejerc¨ªa de heredero de Marvin Gaye en discos como Life (1995).
Imposible entender la fertilidad de la m¨²sica brit¨¢nica sin tomar en cuenta su habilidad para personalizar los g¨¦neros estadounidenses: Eric Clapton es el modelo del artista ingl¨¦s que suena totalmente americano en ¨¢lbumes tipo Slowhand (1977). Ingleses de nacimiento, los Bee Gees refinaron la disco music de la subcultura gay con discos para todos los p¨²blicos como Spirits having flown (1979). Hablando de m¨²sica de discotecas, ¨¦sta fue el trampol¨ªn para la m¨¢s camale¨®nica figura femenina del pop, Madonna. You can dance (1987) junta sus irresistibles maxisingles para las pistas de baile.
Londres incluso export¨® al mundo talentos nacidos en Estados Unidos: Jimi Hendrix form¨® all¨ª su Experience; Smash hits (1969) fue el ¨²nico recopilatorio publicado en vida del guitarrista. El tr¨ªo America tambi¨¦n comenz¨® en Londres: a pesar de la distancia. Su America (1972) destila aromas californianos.
Una de las grandes canteras de Estados Unidos es el cantante-compositor. Como prototipo, Bob Dylan: su ecl¨¦ctico disco Desire (1976) combina magistralmente confesiones ¨ªntimas, denuncias y par¨¢bolas. Disc¨ªpulo suyo era Don McLean, cantante de folk que en American pie (1971) evoc¨® la epopeya del rock. James Taylor es otro paradigma del cantautor yanqui: JT (1977) contiene noticias de su relaci¨®n con Carly Simon junto a reflexiones filos¨®ficas. Otro contempor¨¢neo es Jackson Browne, cronista de la revoluci¨®n cultural californiana. Su Running on empty (1977) est¨¢ grabado en la carretera: en escenarios, hoteles y en el propio autob¨²s. En t¨¦rminos s¨®nicos, todo lo contrario de Christopher Cross. Nacido en Tejas, encarn¨® el sedoso trabajo de los estudios de grabaci¨®n de Los ?ngeles en trabajos como Christopher Cross (1980), con el imparable Ride like the wind. Billy Joel es neoyorquino en actitud y sonido: The stranger (1977) marca el inicio de su asociaci¨®n con el productor Phil Ramone, que supo integrar su sensibilidad pop con su nostalgia por las melod¨ªas de Broadway.
Los vibrantes sonidos de la periferia
El rock de los sesenta funcion¨® como motor de cambios sociales y est¨¦ticos. Al tomar conciencia de su propia historia, reconoci¨® su deuda con las m¨²sicas negras, propiciando que el blues o el soul salieran de su marginaci¨®n. Otis Redding fue "descubierto" por el p¨²blico hippy en el Festival de Monterrey. Para el volc¨¢nico cantante de Georgia, fue una revelaci¨®n la llamada "gente del amor", que le inspir¨® una nueva fase en su m¨²sica, frustrada por un accidente de aviaci¨®n. The dock of the bay (1968), su disco p¨®stumo, contiene la melanc¨®lica Sentado en el muelle de la bah¨ªa, resultado de su visita a San Francisco.
En San Francisco se forj¨® Santana, exuberante suma de guitarra de blues y percusi¨®n afrocubana. Abraxas (1970) supuso la reconciliaci¨®n del rock con los ritmos calientes y se ha mantenido como prototipo para sucesivas olas de rock latino. Igual que Santana, el m¨¢s duradero de los grupos surgidos al rebufo del verano del amor sanfranciscano.
Con Bob Marley, fueron los espaciosos ritmos jamaicanos los que entraron en el coraz¨®n del rock. En activo desde 1962, Marley se universaliz¨® cuando el sello Marley le lanz¨® con imagen y producci¨®n de rock. Uprising (1980) fue el ¨²ltimo elep¨¦ que se public¨® antes de su inesperada muerte. El reggae multiplicar¨ªa su influencia a trav¨¦s de su adopci¨®n por The Police, posiblemente el grupo m¨¢s imitado de los a?os ochenta. Outlandos d'amour (1978) demuestra las posibilidades del reggae tocado por tres m¨²sicos con amplio historial en el jazz y el rock progresivo.
Siguiendo la pauta brit¨¢nica, la peque?a Irlanda se transform¨® en potencia musical al combinar su rica herencia cultural con tendencias universales. As¨ª, cuatro hermanos que se hac¨ªan llamar The Corrs triunfaron con Forgiven, bot forgotten (1996), que exhib¨ªa melod¨ªas pop con sentimiento celta.
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