Pulsos bajo la luna
La UE tiene raz¨®n en su afirmaci¨®n del pasado lunes: "La forma en que se trate el desarrollo de la situaci¨®n en Irak tendr¨¢ importantes repercusiones para el mundo en las pr¨®ximas d¨¦cadas". No es s¨®lo por la cuesti¨®n de la proliferaci¨®n de las armas de destrucci¨®n masiva, pues como se?ala Fareed Zakaria, "el debate no es realmente sobre Irak, sino sobre Estados Unidos. Muchos en Europa est¨¢n m¨¢s preocupados por Am¨¦rica que por Irak".
Con cada guerra, salvo la de Vietnam, Estados Unidos ha ido aumentando su poder. Montado en torno a las armas de destrucci¨®n masiva, el conflicto con Irak versa sobre el poder en esa regi¨®n donde EE UU ha ido instal¨¢ndose; sobre el poder en las instituciones internacionales que, de no acomodarse a Washington, se convertir¨¢n en "irrelevantes", seg¨²n Bush; y sobre el poder en el mundo, incluso por el control de la globalizaci¨®n, como indican ahora los jefes de los servicios de inteligencia. Algunos en Europa as¨ª lo han visto, e intentan preservar una cierta autonom¨ªa. Hay, pues, otro pulso entre el eje B-BBA (Bush, con Blair-Berlusconi-Aznar), que f¨ªsica o telef¨®nicamente se concert¨® en el rancho tejano de Crawford, y el Par¨ªs-Berl¨ªn, para ver qui¨¦n manda en Europa. De momento, los primeros han logrado hacer de Chirac el gran l¨ªder europeo. ?Se convertir¨¢n Blair y Aznar en los grandes l¨ªderes transatl¨¢nticos? No es lo mismo, ?no?
En Bruselas, la p¨®lvora que hubiera podido hacer estallar la UE se moj¨® el lunes, pero se sec¨® r¨¢pidamente. La posici¨®n del B-BBA en Crawford no facilita el consenso europeo. En esta Europa no hay liderazgo com¨²n, que es el ¨²nico posible. Todo puede a¨²n dar muchas vueltas, con los europeos desunidos, y Bush empujando al Consejo de Seguridad a unas "deliberaciones finales". En Nueva York, las tornas han cambiado. Antes EE UU y el Reino Unido no quer¨ªan una segunda resoluci¨®n. Y Francia, la exig¨ªa. Ahora es Par¨ªs el que la frena mientras siga progresando la labor de los inspectores y vac¨ªe de sentido o demore la agresi¨®n, y Bush el que la quiere para ir a la guerra, pues, como indica una encuesta de Gallup, el apetito para atacar a Irak sin apoyo del Consejo de Seguridad se ha reducido en los ¨²ltimos d¨ªas. Quiz¨¢s haya contribuido el rid¨ªculo en que ha quedado el forcejeo para que la OTAN comenzase a planear la defensa de Turqu¨ªa, con la imagen de cambalache de bazar entre Ankara y Washington para compensaciones econ¨®micas y otras a cambio de dejar a EE UU su territorio para abrir un frente norte en Irak. En pocos conflictos se habr¨¢n puesto de forma tan imp¨²dica los intereses puros y duros de cada cual.
La incapacidad de Bush para forjar una coalici¨®n internacional significativa, en comparaci¨®n con su padre en 1990-1991, es preocupante. Los motivos de aquella guerra eran expl¨ªcitos; los de ¨¦sta, impl¨ªcitos. La actual Administraci¨®n puede creer que puede hacer la guerra sola, o con el primo brit¨¢nico. Pero para la posguerra necesitar¨¢ a esos buenos reconstructores que son los europeos, aunque la UE puede tener dificultades para reconstruir Irak si EE UU lo destruye en una guerra no avalada por la legalidad internacional.
"El tiempo es corto", repiti¨® Bush en Crawford. La l¨®gica de las inspecciones lleva a prolongarlas. La de la guerra a acortarlas. El guirigay es colosal, incluido el de las manifestaciones y la opini¨®n p¨²blica -la global y la de EE UU-, las desavenencias entre aliados y el malestar en la econom¨ªa y en los mercados. Bush puede acallarlo lanzando el ataque. La diplomacia y los pulsos de poder se mezclan con los an¨¢lisis de la luz de la luna. Entre el 27 de febrero y el 4 de marzo habr¨¢ luna nueva, oscuridad nocturna que favorece el tipo de ataque inicial en que piensa EE UU para aprovechar al m¨¢ximo su superioridad tecnol¨®gica. Esas condiciones se vuelven a dar -?fat¨ªdicamente?- a finales de marzo. ?Influir¨¢n las fases de la luna? Uno tiene la sensaci¨®n de que la decisi¨®n est¨¢ tomada y que ahora s¨®lo se trata de escenificarla.
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