?Libertad a cambio de bombas?
Los dem¨®cratas ¨¢rabes, esc¨¦pticos ante la idea de que la guerra propicie reformas pol¨ªticas en Oriente Pr¨®ximo
Naguib Mahfouz ha sido hospitalizado dos veces en las ¨²ltimas semanas. A sus 92 a?os y sin haberse recuperado nunca por completo de las pu?aladas que le dieron unos islamistas, el ¨²nico ¨¢rabe que ha ganado el Premio Nobel de Literatura no logra vencer una fuerte gripe. Su estado de salud es preocupante, pero aun as¨ª, Mahfouz, al regresar a casa tras su segunda hospitalizaci¨®n, ha hecho llegar un mensaje al diario cairota Al Ahram. Se declara "muy preocupado" por la guerra que Estados Unidos prepara contra Irak y comparte los sentimientos de los millones de personas que se han manifestado en contra.
"Mi posici¨®n es muy clara", dice Mahfouz. "Me opongo a esta guerra. Me opongo a Sadam. La guerra generar¨¢ una cantidad enorme de destrucci¨®n, no s¨®lo en Irak, sino en todo el mundo ¨¢rabe. Esto es algo que no necesitamos. Al mismo tiempo, el r¨¦gimen de Sadam es la quintaesencia de todo lo negativo en las pol¨ªticas ¨¢rabes: opresivo, autocr¨¢tico e irracional". En su sencillez, el mensaje del autor de El callej¨®n de los milagros expresa lo que piensa ahora la mayor¨ªa de los intelectuales, artistas, profesionales, universitarios, estudiantes que, desde Marruecos a Qatar, sue?an con un mundo ¨¢rabe laico, democr¨¢tico y respetuoso de los derechos humanos.
Tras no convencer a estos sectores con sus argumentos sobre la gravedad e inminencia del presunto peligro de las armas de destrucci¨®n masiva que pueda seguir ocultando Sadam o sobre sus fantasmales lazos con Osama Bin Laden, Washington les esgrime como zanahoria la idea de que la guerra contra Irak ser¨¢ el comienzo de un "remodelaci¨®n profunda" que aportar¨¢ las libertades a Oriente Pr¨®ximo. "Es algo de lo que estamos bien necesitados", dice el cineasta egipcio Youssef Chahine, "pero no me parece que la guerra contra Irak sea el instrumento adecuado".
De hecho, Chahine protesta porque el Gobierno egipcio no deja manifestarse en la calle a la gente que, como ¨¦l, se opone a esta guerra. Reducidos al interior de las mezquitas y las universidades, los manifestantes egipcios, que no le tienen la menor simpat¨ªa a Sadam pero tampoco a Bush, se enfrentan a fuerzas policiales muy superiores en n¨²mero, y, a veces, son detenidos.
"Me siento violado y humillado por el Estado policial vigente en este pa¨ªs", dijo hace unos d¨ªas Chahine en una conferencia de prensa celebrada en El Cairo. Desde 1981, el valle del Nilo vive bajo estado de excepci¨®n. El r¨¦gimen de Mubarak, en paz con Israel y aliado de EE UU, proh¨ªbe las manifestaciones callejeras y autoriza a su polic¨ªa a detener a cualquiera sin acusaciones concretas. Las principales v¨ªctimas de esta dureza son los islamistas. Unos 30.000, seg¨²n las organizaciones egipcias de derechos humanos, permanecen encarcelados sin juicio.
Es significativo el que esos dem¨®cratas ¨¢rabes a los que EE UU pretende ilusionar con la idea de la "remodelaci¨®n" de Oriente Pr¨®ximo se quejen de que los reg¨ªmenes autoritarios aliados de Washington no les dejen ahora manifestarse contra la guerra en Irak. "El problema de EE UU", dice Diaa Rachwan, investigador del Centro de Estudios Pol¨ªticos y Sociales de Al Ahram, "es su falta de credibilidad". "Las razones", a?ade, "son obvias: su apoyo a Israel, su indiferencia ante los sufrimientos de los palestinos, su complicidad con tantos reg¨ªmenes ¨¢rabes autoritarios y, ahora, con Bush, su sed de venganza, de petr¨®leo y de protagonismo imperial".
Saaedin Ibrahim es una excepci¨®n en el escepticismo con que es vista la oferta norteamericana de "remodelaci¨®n" de Oriente Pr¨®ximo. Ibrahim, un profesor de la Universidad Americana de El Cairo con doble nacionalidad, egipcia y estadounidense, est¨¢ ahora en libertad y pendiente de juicio tras haber pasado meses en la c¨¢rcel. Su crimen es haber denunciado el fraude en las elecciones egipcias, la discriminaci¨®n que sufre la minor¨ªa cristiana copta y la posibilidad de que Mubarak est¨¦ preparando a su hijo Gamal para sucederle.
El caso Ibrahim provoca una gran tensi¨®n entre Mubarak y Washington, que, como ocurre con Arabia Saud¨ª, parece descubrir ahora que sus aliados ¨¢rabes no son un dechado de democracia. Ibrahim expres¨® ayer por tel¨¦fono a El PA?S su confianza en que EE UU cumpla su palabra. "Estoy convencido", dijo, "de que EE UU intentar¨¢ seriamente instalar la democracia en Oriente Pr¨®ximo, y ello a partir del ejemplo de Irak. Ahora bien, nadie puede profetizar si lo lograr¨¢ o no".
Algunos prestigiosos columnistas norteamericanos difunden esta idea, y citan el ejemplo de Alemania y Jap¨®n tras la II Guerra Mundial. Pero ellos mismos se apresuran a poner objeciones a su tesis. "?Est¨¢ el equipo de Bush listo para ello? ?Est¨¢ EE UU listo para ello?", se pregunta Thomas L. Friedman. "No estoy seguro", responde. Por su parte, David Ignatius cita a Marwan Muasher, ministro de Exteriores de Jordania, que le advierte de que el primer resultado en el mundo ¨¢rabe de la lluvia de bombas que se abatir¨¢ sobre Irak ser¨¢ manifestaciones populares antiamericanas y un nuevo impulso para los islamistas. Para evitar la cat¨¢strofe, se?ala Muasher, EE UU tendr¨¢ que demostrar de inmediato su compromiso en el nacimiento de un Estado palestino.
Sadam es hoy much¨ªsimo menos popular en el mundo ¨¢rabe que hace una d¨¦cada, cuando invadi¨® Kuwait. Salvo excepciones, los ¨¢rabes que se oponen a la guerra no defienden al tirano de Bagdad. Edward Said, el escritor palestino residente en EE UU, es uno de los 30 intelectuales ¨¢rabes que han firmado un manifiesto que describe a Sadam como "una pesadilla para Irak y el mundo ¨¢rabe". Said, en un art¨ªculo reproducido por la prensa egipcia, recuerda que EE UU ha anunciado que sobre Irak llover¨¢n hasta 500 misiles al d¨ªa y se pregunta: "?Qu¨¦ clase de Dios afirmar¨ªa que esto va a traer democracia y libertad no s¨®lo para el pueblo de Irak, sino para el resto de Oriente Pr¨®ximo?".
Las contradicciones de la democracia en el islam
Tras sostener a tiranos con tal de que fueran anticomunistas, mantuvieran a raya a sus pueblos y sirvieran petr¨®leo barato, EE UU anuncia que va a impulsar la reforma del mundo ¨¢rabe. Es algo absolutamente necesario. "La ola de democratizaci¨®n que transform¨® el modo de gobernar en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y Asia Oriental en los a?os 1980, y en Europa central y una buena parte de Asia central en los a?os 1990, apenas roz¨® los Estados ¨¢rabes", constata el informe 2002 de la ONU sobre la zona. Dif¨ªcilmente puede calificarse a uno solo de los 22 pa¨ªses de la Liga ?rabe de plenamente democr¨¢tico. Adem¨¢s, su situaci¨®n econ¨®mica es desastrosa, incluso en la riqu¨ªsima Arabia Saud¨ª.
Y sin embargo, el discurso "reformista" de Washington no despierta entusiasmo entre sus posibles beneficiarios, aunque s¨ª inquietud entre los gobernantes ¨¢rabes. Los saud¨ªes, se?alados por su apoyo al integrismo wahab¨ª, temen ser el pr¨®ximo objetivo norteamericano y ya han anunciado que efectuar¨¢n algunas reformas democr¨¢ticas.
Los reg¨ªmenes ¨¢rabes se sienten mucho m¨¢s vulnerables que en 1991, porque ya no tienen el completo control de los medios de comunicaci¨®n. Decenas de millones de ¨¢rabes ven ahora la cadena por sat¨¦lite Al Yazira e Internet. "Al final", ha augurado en BBC Shibley Telhami, catedr¨¢tico de la Universidad de Maryland, "Washington optar¨¢ por seguir apoyando a los reg¨ªmenes ¨¢rabes desp¨®ticos. Los necesitar¨¢ para luchar contra el antiamericanismo de la calle ¨¢rabe y el posible ascenso del islamismo".
Democratizar el universo ¨¢rabe y musulm¨¢n tiene otro inconveniente, al menos a corto plazo, seg¨²n el egipcio Diaa Rachwan. "Cada vez que hay elecciones medianamente libres en uno de nuestros pa¨ªses", se?ala, "los islamistas obtienen muy buenos resultados". Es la pescadilla que se muerde la cola. El islamismo se nutre de la falta de democracia, las terribles desigualdades sociales, la corrupci¨®n de los reg¨ªmenes y el resentimiento por la apat¨ªa estadounidense ante los sufrimientos palestinos. Pero si hay democracia, ganan los islamistas. "?Est¨¢n dispuestos EE UU y Occidente a soportar estas victorias islamistas, a aceptarlas como la enfermedad infantil de la democracia en el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n?", se pregunta Rachwan.
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