La nueva pol¨ªtica exterior de Brasil
El Brasil que hemos sido llamados a gobernar es un gran pa¨ªs, con m¨¢s de 170 millones de habitantes y una econom¨ªa que se encuentra entre las 10 m¨¢s grandes del mundo. Desde 1930 a 1985, Brasil experiment¨® un crecimiento extraordinario, pero hace dos d¨¦cadas se paraliz¨®, empeorando las profundas injusticias sociales que caracterizaron nuestro desarrollo en el siglo XX.
Es verdad que desde 1985 en adelante, con el fin del r¨¦gimen militar, y entre 1988 y 1989, con la nueva Constituci¨®n y el regreso de las elecciones libres, comenz¨® en nuestro pa¨ªs un ciclo democr¨¢tico prolongado. Sin embargo, tambi¨¦n es verdad que la crisis social que vivimos durante aquel largo periodo, fruto de experimentos econ¨®micos desastrosos, acab¨® siendo una amenaza en potencia para la democracia.
Algunas decisiones sobre pol¨ªtica econ¨®mica hicieron a nuestro pa¨ªs incluso m¨¢s vulnerable a nivel internacional. Los ¨²ltimos l¨ªderes brasile?os malinterpretaron la situaci¨®n internacional y creyeron que subordinar nuestra econom¨ªa a los flujos de capital de las finanzas internacionales ocasionar¨ªa m¨¢s ventajas que dificultades. Eso no sucedi¨®.
Hoy nos enfrentamos a la necesidad de atacar la pobreza y miseria absolutas que afligen a decenas de millones de brasile?os. Un cambio en el modelo econ¨®mico no puede realizarse de un d¨ªa para otro. Llevar¨¢ tiempo, sobre todo porque no queremos regresar a la inflaci¨®n y porque estamos firmemente dispuestos a mantener un equilibrio fiscal, como siempre han hecho los gobiernos municipales y estatales del Partido de los Trabajadores (PT), para respetar los contratos y asegurar las condiciones internas que sean atractivas para las inversiones productivas nacionales e internacionales.
En resumen, tendr¨¢ que haber un periodo de transici¨®n durante el que toleraremos los l¨ªmites establecidos por las pol¨ªticas pasadas a la econom¨ªa brasile?a. Al mismo tiempo no cabe duda de que iniciar¨¦ los cambios econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos deseados por los casi 53 millones de electores que me votaron. Para lograrlo resulta necesario cambiar la posici¨®n de Brasil en el mundo.
La prioridad de la pol¨ªtica exterior brasile?a ser¨¢ Suram¨¦rica. Tenemos una frontera com¨²n sin ning¨²n conflicto jurisdiccional con casi todos los pa¨ªses de la regi¨®n. Hace varios a?os creamos con Argentina, Uruguay y Paraguay el proyecto de Mercosur, al que posteriormente se unieron Chile y Bolivia. Esta experiencia, que se inici¨® con grandes expectativas, tuvo una evoluci¨®n decepcionante. Las enormes disparidades macroecon¨®micas entre Brasil y Argentina desbarataron el avance de Mercosur. A causa de ello, algunos propusieron poner fin al proyecto o retroceder a una simple zona de libre cambio.
Nuestra posici¨®n es diferente. Queremos que Mercosur sea algo m¨¢s que una uni¨®n aduanera. Queremos que se transforme en una zona de convergencia en los frentes industrial, agr¨ªcola, social y cient¨ªfico-tecnol¨®gico. Y queremos que promueva un acercamiento cultural efectivo, una uni¨®n entre nuestras universidades y centros de investigaci¨®n. Para desarrollar Mercosur en profundidad, debemos contar con instituciones s¨®lidas para la resoluci¨®n de las controversias y un nuevo ministerio que pueda producir una coordinaci¨®n pol¨ªtico-administrativa eficiente y desarrollar una visi¨®n estrat¨¦gica de la integraci¨®n. He propuesto a los presidentes de la regi¨®n que establezcamos un Parlamento de Mercosur que sea elegido directamente por los votantes de nuestros pa¨ªses. De ese modo, nuestros ciudadanos podr¨¢n participar en el proceso de integraci¨®n regional, otorg¨¢ndoles poderes y confiriendo legitimidad institucional.
Mercosur debe lograr la coordinaci¨®n macroecon¨®mica entre sus bancos centrales, una condici¨®n sine qua non para llegar a una moneda com¨²n. Deber¨ªa asimismo intentar atraer a otros pa¨ªses de la regi¨®n. Aquellos de nosotros que nos encontramos separados por diferencias de tarifas aduaneras, por ejemplo, debemos crear alternativas con el fin de avanzar hacia adelante con la integraci¨®n. En cuanto a los otros, tendremos que emprender la construcci¨®n de puentes comunes. Un Mercosur coherente y ampliado deber¨ªa tener una pol¨ªtica exterior com¨²n que nos permita llevar a cabo un di¨¢logo eficaz con la Uni¨®n Europea y Estados Unidos, sobre todo en el proceso de negociaci¨®n para la formaci¨®n del ?rea de Libre Comercio de las Am¨¦ricas (ALCA). La ampliaci¨®n de nuestras exportaciones resulta fundamental para potenciar un nuevo dinamismo dentro de nuestro sistema de producci¨®n, as¨ª como para equilibrar nuestras deudas externas. A este respecto, es esencial la apertura de un mercado estadounidense para los productos brasile?os. ?stos son los motivos de nuestro inter¨¦s en el proyecto de creaci¨®n del ALCA.
Sin embargo, ¨¦ste tropieza con tres dificultades. La primera est¨¢ relacionada con la disparidad entre la econom¨ªa de EE UU y las del resto del hemisferio. Si no se establecen recursos de compensaci¨®n, dichas desigualdades aumentar¨¢n. La segunda dificultad es el resultado de las barreras proteccionistas sin aranceles que impuso Estados Unidos, y que afectan profundamente a las exportaciones brasile?as. La tercera es que Estados Unidos act¨²a selectivamente cuando propone que algunos asuntos problem¨¢ticos para el ALCA sean debatidos en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC). Al mismo tiempo, EE UU acelera el debate de temas m¨¢s complejos en el ALCA que est¨¢n todav¨ªa sin resolver en la OMC. Nuestro Gobierno quiere volver a examinar esos problemas. Tambi¨¦n seremos m¨¢s activos en la OMC, donde se est¨¢n decidiendo asuntos de gran importancia.
M¨¢s all¨¢ de estos temas, Brasil ampliar¨¢ sus relaciones bilaterales con Sur¨¢frica, India, China, Rusia, M¨¦xico y otros pa¨ªses, cuyas respectivas regiones son importantes tanto econ¨®mica como geopol¨ªticamente. Con ellos ser¨¢ posible realizar iniciativas comunes en organismos multilaterales. Mi Gobierno se esforzar¨¢ en reformar y fortalecer Naciones Unidas, en cuyo Consejo de Seguridad se est¨¢ constituyendo una nueva configuraci¨®n. Esta pol¨ªtica de democratizaci¨®n de organismos multilaterales ser¨¢ una constante de nuestra pol¨ªtica exterior. Queremos un mundo m¨¢s equilibrado en las esferas econ¨®mica y social, libre de las amenazas de la anarqu¨ªa financiera internacional que afecta a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo m¨¢s que a todos los dem¨¢s. Es necesario un acto de solidaridad beneficioso para ?frica, como parte de un esfuerzo global a favor de la paz y la justicia social. La batalla contra la pobreza y la exclusi¨®n desempe?a un papel importante en la guerra contra el terrorismo y las guerras civiles que desgarran tantas regiones del mundo. Por ¨²ltimo, la batalla por la paz es la prioridad absoluta. Por este motivo, nos inclinamos por una pol¨ªtica de desarme, sobre todo desarme nuclear, y defendemos soluciones negociadas para los conflictos que afectan hoy a la humanidad.
Luiz In¨¢cio Lula da Silva es presidente de Brasil. ? 2003, Foreign Affairs en espa?ol/Global Viewpoint. Distribuido por Tribune Media Services International.
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