Portillo hace el milagro en Dortmund
El joven delantero salta al campo en el ¨²ltimo minuto y marca el empate ante el Borussia en el primer bal¨®n que toca
Se llama Javier Portillo y busca su lugar en el sol como un novillero. Le vale lo que le ofrezcan, dos minutos, o cuatro, no m¨¢s. Los minutos que otros rechazan. Portillo no los discute. Sabe que su carrera depende de su capacidad para aprovechar las escasas oportunidades que tiene en una delantera con Ra¨²l y Ronaldo. Pero a veces la necesidad obliga, y el Madrid necesita toda su artiller¨ªa para solucionar situaciones dram¨¢ticas, como ¨¦sta de Dortmund. Entr¨® Portillo para sumarse al angustioso ataque del equipo y s¨®lo tuvo una ocasi¨®n de demostrar que es un goleador de raza. En el ¨²ltimo minuto, y en su primera intervenci¨®n, remat¨® con la derecha y salv¨® la vida a su equipo. Puede que sea el gol de la temporada para el Madrid, que estuvo al borde del abismo en un partido vibrante que coron¨® a otro futbolista formidable. Es Guti, y no es posible discutirlo con actuaciones de esta magnitud.
BORUSSIA D. 1 - REAL MADRID 1
Borussia Dortmund: Lehman; Evanilson (Ricken, m. 79), Metzelder, W?rns, Madouni, Ded¨¦ (Amoroso, m. 89); Reuter, Kehl, Frings; Ewerthon (Reina, m. 86) y Koller.
Real Madrid: Casillas; Salgado, Helguera, Pav¨®n (Portillo, m. 89), Roberto Carlos; Figo (Mi?ambres, m. 70), Flavio (Guti, m. 66), Makelele, Zidane; Ra¨²l y Ronaldo.
Goles: 1-0. M. 21. Koller remata cruzado en el ¨¢rea peque?a un bal¨®n que le pasa por alto Kehl tras superar con un sombrero a Salgado y Helguera. 1-1. M. 90. Portillo empalma con la derecha y desde el borde del ¨¢rea un servicio de Zidane.
?rbitro: Graham Poll, ingl¨¦s. Mostr¨® tarjeta amarilla a W?rns, Reuter y Evanilson.
Unos 45.000 espectadores en el Westfalenstadion. Cuarto partido de la segunda fase de la Liga de Campeones.
El Borussia, que ofreci¨® algunas exquisiteces en el partido del Bernab¨¦u, tir¨® por lo b¨¢sico ante su gente. Lo b¨¢sico fue una superpoblaci¨®n de jugadores defensivos en el medio campo y la b¨²squeda de Koller para buscar rechaces o lo que hiciera falta. Koller es una bicoca en este equipo. Cuesta creer tanta, y tan buena, actividad en un jugador de dos metros. Desde luego no es el delantero a la inglesa que busca los cabezazos y ofrece rechaces a la segunda l¨ªnea de ataque. Pero si hay que hacerlo, Koller lo hace como nadie. Utiliza su corpach¨®n de forma selectiva, para el choque, para tapar la pelota o para confundir. Koller confunde porque amaga, se gira, regatea, toca de primera, se mueve hacia los costados o verticalmente, todo con una coordinaci¨®n perfecta, impropia de un gigante, alguien que es al f¨²tbol lo que un p¨ªvot de 2,40 para el baloncesto. O sea, un alien. Por extra?o que parezca, Koller es principio y fin del Borussia. Para el Madrid fue un grav¨ªsimo problema en la fase que decidi¨® el encuentro.
La cima del Borussia fue el gol de su gigante. No necesitaba de juego para producir ocasiones, seg¨²n el viejo modelo alem¨¢n. La ausencia del creativo Rosicki tuvo un efecto evidente sobre el equipo, m¨¢s plano, con una densa trama de especialistas defensivos en el medio campo. De las cosas del ataque se ocupaba Koller, que tampoco tuvo empacho en ayudar a los centrocampistas para defender, para descargar la pelota, para protegerla y permitir el despliegue del equipo. Y para marcar goles. Del que anot¨® frente al Madrid hay atribuirle el m¨¦rito de su derechazo. El resto corri¨® a cargo de M¨ªchel Salgado, autor de un despeje infame que permiti¨® la llegada de Kehl y el pase decisivo a Koller. Hubo varios errores de este pelo, y por ah¨ª tir¨® la noche el Madrid. Errores de Helguera, de Salgado, de Roberto Carlos, fallos de atenci¨®n o conceptuales que desembocaron en oportunidades clar¨ªsimas del Borussia.
Con el tanto de Koller, el Borussia reforz¨® sus tesis: m¨¢s defensa, m¨¢s presi¨®n, menos espacio para el Madrid. Lo ¨²nico raro fue la propensi¨®n del equipo alem¨¢n a admitir situaciones de mano a mano en el segundo tiempo. Y tambi¨¦n fue raro que no las solucionaran las estrellas madridistas, que no lograron interpretar jugadas de tres contra tres, y hasta contra dos. No le faltaron ocasiones al Madrid, que se conden¨® a un partido angustioso. Lo jug¨® mal y bien, as¨ª, sin continuidad. A momentos de indiscutible autoridad segu¨ªan fases de desconcierto. Tampoco ayud¨® la deficiente actuaci¨®n de Figo y Zidane. Al extremo se le vio disminuido, probablemente con dolores. No extra?¨® su sustituci¨®n en el segundo tiempo. Le mejor¨® Mi?ambres en la ofensiva final, como mejor¨® Guti a Flavio. Lo de Guti fue excepcional en todos los sentidos. Entr¨® a jugar y el Madrid se elev¨® inmediatamente, fiado al criterio y al ingenio de un jugadorazo que jam¨¢s obtiene el reconocimiento que merece.
Goleador de ley
Zidane tuvo la llave que no utiliz¨® hasta el ¨²ltimo minuto, en la jugada que desemboc¨® en el gol de Portillo. Con todo lo gran jugador que es, en Dortmund hizo un partido intrascendente. Zidane no remat¨®, no alcanz¨® el ¨¢rea, no ofreci¨® los pases de costumbre. Pero a muy ¨²ltima hora, aprovech¨® la debilidad en el flanco izquierdo del Borussia -Sammer descuid¨® el lateral con el cambio de Ded¨¦ por Amoroso- para progresar sin oposici¨®n y cruzar el pase que concret¨® Portillo como lo hacen los goleadores de ley. Acababa de entrar, era su primera intervenci¨®n, el partido echaba humo, el final era inminente. Bien, la clase de escenario que desalienta a cualquiera pero motiva a los goleadores de verdad. No fue Ronaldo, que hizo un partido espl¨¦ndido, ni Ra¨²l, el h¨¦roe habitual en estas situaciones. Fue Portillo, destinado a aprovechar lo que Morientes desestima. Y lo aprovech¨® a lo grande, con un tanto que puede marcar el signo de la temporada del Madrid. Ha nacido para eso, para hacer goles, sin preguntarse nada m¨¢s.
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