Indicios
ETA contamina todo lo que toca. Los indicios dados a conocer por el juez Del Olmo apuntan a una intervenci¨®n de esa organizaci¨®n terrorista -que se financia con los frutos de la extorsi¨®n, el secuestro y otras pr¨¢cticas delictivas- en la creaci¨®n, en 1990, del diario en lengua vasca Egunkaria. ETA habr¨ªa tenido la ¨²ltima palabra en relaci¨®n a decisiones como el nombramiento de su director. El juez imputa a nueve directivos o ex directivos por un delito de pertenencia a ETA y ha ordenado el cierre cautelar del diario.
Los indicios incriminatorios proceden de una decena de documentos incautados a la direcci¨®n de ETA entre 1990 y 1993. No son pruebas concluyentes pero s¨ª indicios serios, aunque extra?a que hayan llegado a manos de la justicia con 10 a?os de retraso y no en el momento de ser intervenidos por la polic¨ªa. En todo caso, su antig¨¹edad no resta valor probatorio si apuntan a actuales responsables de la publicaci¨®n.
Es dudoso, sin embargo, que la incriminaci¨®n judicial de sus directivos deba acarrear el cierre del peri¨®dico como medida cautelar destinada a "prevenir la continuidad de la actividad delictiva", como establece el art¨ªculo 129 del C¨®digo Penal. Una vez neutralizada la actividad de los imputados, la publicaci¨®n como tal, formada b¨¢sicamente por sus trabajadores (periodistas y administrativos), dif¨ªcilmente puede participan en esa presunta pr¨¢ctica delictiva. En un proceso penal que afecta a los responsables de una empresa period¨ªstica, de los que se sospecha que la utilizan para fines delictivos, el cese de su actividad s¨®lo deber¨ªa acordarse a falta de alternativas menos dr¨¢sticas. Entre ¨¦stas cabe una intervenci¨®n judicial que, mientras se sustancia el proceso, garantice que la publicaci¨®n llega a manos de sus lectores, cuyos derechos tambi¨¦n deben ser contemplados.
Pero no hasta el punto de prescindir de todo lo dem¨¢s. La vigorosa reacci¨®n del mundo nacionalista al cierre de Egunkaria demuestra el fuerte arraigo del ideal asociado al euskera. Pero la creencia de que un ideal compartido por mucha gente justifica el recurso a medios delictivos para realizarlo es una de las peores perversiones introducidas por ETA en sectores amplios de la sociedad vasca. Los dr¨¢sticos pronunciamientos realizados estos d¨ªas contra la decisi¨®n de la Audiencia Nacional tendr¨ªan m¨¢s fuerza si fueran acompa?ados de un rechazo claro a esa creencia.
Es posible que ETA se atribuyera en los documentos intervenidos m¨¢s influencia de la que ten¨ªa realmente, o que esa supuesta influencia inicial desapareciera luego. Son cuestiones que el propio proceso deber¨¢ dilucidar. Pero no es l¨®gico pretender que, dada la noble misi¨®n del ¨²nico peri¨®dico en lengua vasca, haya que archivar sin m¨¢s el sumario. Dirigentes nacionalistas como Atutxa o Egibar invocaron en su d¨ªa la existencia de actas que probaban lo mismo que ahora sostiene el juez.
Pero es impropio que, entre los motivos alegados para el cierre cautelar de Egunkaria, el juez introduzca una referencia al "ideario terrorista" que ese peri¨®dico estar¨ªa transmitiendo. Esa mezcla entre delitos e ideolog¨ªa desenfoca la cuesti¨®n. Tambi¨¦n es preocupante la torpeza de los ministros de Justicia e Interior meti¨¦ndose donde no los llamaban para dar por probadas las acusaciones. Pero igualmente lo es que el consejero de Justicia del Gobierno vasco d¨¦ por buena, sin m¨¢s averiguaciones, la denuncia p¨²blica de torturas y malos tratos realizada por el director del diario al ser puesto en libertad. En todo caso conviene aclarar cuanto antes si la denuncia tiene fundamento y que sea el Gobierno quien tome la iniciativa, con todas las garant¨ªas. Precisamente la pasada semana el Gobierno vasco aprob¨® una serie de medidas destinadas a evitar las "falsas denuncias" de malos tratos que, en su opini¨®n, suelen presentar los detenidos relacionados con ETA.
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