En otros frentes
Justa y comprensiblemente, la atenci¨®n de los partidos pol¨ªticos de raigambre democr¨¢tica, de los medios de comunicaci¨®n y de la opini¨®n progresista sigue concentrada en la crisis internacional y en su eventual desenlace b¨¦lico contra Irak. Sin embargo, convendr¨ªa velar para que, como decimos en catal¨¢n, el llegir no ens faci perdre l'escriure. Porque, mientras se dilucida si hay o no hay guerra en la antigua Mesopotamia, en esta vieja Iberia contin¨²a sin tanto ruido el inexorable deterioro del sistema pol¨ªtico que, con el esfuerzo y el sacrificio no de todos, pero s¨ª de bastantes, pusimos en pie a partir de 1977. Por fortuna, algunos responsables partidarios -el presidente de Iniciativa per Catalunya Verds, Joan Saura, el pasado fin de semana- empiezan ya a decir en voz alta lo que hasta fechas recientes parec¨ªa la neurosis de cuatro lun¨¢ticos: que "hay un retroceso de las libertades democr¨¢ticas"; que, haciendo un uso abusivo e invasivo de su mayor¨ªa absoluta, el Partido Popular est¨¢ en camino de forzar el marco constitucional en sentido reductor y excluyente; que, bajo la ¨¦gida de Aznar y compa?¨ªa, ciertos principios de la Carta Magna -la separaci¨®n de poderes, las libertades de informaci¨®n o de asociaci¨®n, el derecho de los penados a la reinserci¨®n...- corren el riesgo de convertirse en siniestras caricaturas. Pero es triste que mientras tales desafueros se consuman, tanto articulista u opinador de izquierdas mire displicentemente hacia otro lado. Si la existencia del terrorismo internacional no justifica bombardear Bagdad, ?acaso la del terrorismo vasco legitima que la derecha espa?ola envilezca y llene de brechas la urdimbre democr¨¢tica tan laboriosamente tejida hace 25 a?os?
Para no remontarnos a la infausta ley de Partidos Pol¨ªticos, bastar¨¢ referirse a una de sus secuelas menores: el acuerdo de los magistrados del Tribunal Constitucional de rechazar -por seis votos contra cinco- la recusaci¨®n planteada a su presidente, por parcialidad manifiesta, en el recurso del Gobierno vasco contra aquella ley. Si, adem¨¢s de su reputada facundia, don Manuel Jim¨¦nez de Parga poseyera ese decoro civil que los castizos llaman verg¨¹enza torera, habr¨ªa sido ¨¦l mismo quien se autoexcluyese del citado recurso; o, mejor a¨²n, quien dimitiese de una alta magistratura manifiestamente incompatible con su incontinencia verbal. Si, bajo el aznarato, el derecho fundamental a un juez imparcial siguiera vigente, el pleno del tribunal habr¨ªa aceptado sin m¨¢s la recusaci¨®n.
Tomemos otro ejemplo: la reforma impulsada por el Gobierno para endurecer el tratamiento penal y penitenciario de los delincuentes en general, y de los terroristas en particular. En este mismo diario, calificados penalistas han descrito las medidas en tr¨¢mite como "un retroceso al inicio del siglo XIX" y "una perversi¨®n del sistema", las han considerado contrarias a las convenciones internacionales y de dudosa constitucionalidad, han confirmado lo que dicta el sentido com¨²n: que un tiempo de encierro de 40 a?os equivale a la muerte civil de una persona, que situar la libertad condicional despu¨¦s de los 35 a?os de prisi¨®n efectiva es casi un acto de sadismo. No obstante, el PP sigue adelante con su demag¨®gico plan, incomprensiblemente secundado por el PSOE. Incomprensiblemente, s¨ª, por muy intensos y justos que sean el dolor y la rabia de sus militantes vascos ante el acoso y la persecuci¨®n de que son v¨ªctimas.
El ¨²ltimo episodio -por ahora- de esta inquietante escalada, y el ejemplo m¨¢s reciente de que la l¨®gica guerrera de quienes nos malgobiernan no apunta s¨®lo a Sadam Husein, es la acometida contra Egunkaria. El asunto es delicado, sin duda, porque linda con el pantano del terrorismo y, adem¨¢s, est¨¢ cubierto por la niebla del secreto sumarial. Aun as¨ª, cabe preguntarse por la eficacia pr¨¢ctica de cerrar el diario, vista su inmediata reencarnaci¨®n en Egunero y conocido el precedente de Gara respecto de Egin. Dir¨¦ tambi¨¦n que, le¨ªdas las cr¨®nicas period¨ªsticas y extractos del auto, todav¨ªa no alcanzo a entender si se acusa a Egunkaria de financiar a ETA -cosa dif¨ªcil en una empresa fuertemente subvencionada, por tanto auditada y, a pesar de ello, deficitaria- o bien de ser financiada por ETA -a la que no imaginaba yo ejerciendo el mecenazgo cultural-. Adem¨¢s, si el juez Del Olmo imputa al diario euskaldun "facilitar el amparo y difusi¨®n del ideario terrorista y de los valores e intereses defendidos" por la banda, ello debe de ser p¨²blico en sus p¨¢ginas y notorio en la colecci¨®n del peri¨®dico. ?Por qu¨¦ su se?or¨ªa no ha facilitado a la opini¨®n siquiera una peque?a antolog¨ªa de esos textos incriminatorios? ?O acaso tales textos demostrar¨ªan s¨®lo la ya archisabida afinidad cultural e ideol¨®gica de Egunkaria con el mundo independentista, y no con la violencia? ?Resultar¨¢, a la postre, que las ideas y las opiniones s¨ª delinquen?
Son muchos los interrogantes que la abrupta clausura del peri¨®dico vasco plantea, y muchas las inquietudes que suscita: sobre los l¨ªmites de la libertad de prensa, acerca del aparente connubio entre Interior y el juez a la hora de redactar la nota informativa del caso, a prop¨®sito de la desenvoltura con que el ministro Acebes se pas¨® por el forro la presunci¨®n de inocencia y dio ya por firme y averiguada la identidad entre el diario y ETA... Por s¨ª mismo, por lo que tiene de s¨ªntoma y pueda tener de precedente, el suceso es grave, y creo que interpela especialmente a intelectuales, artistas y esp¨ªritus cr¨ªticos en general. Decir "no a la guerra" est¨¢ bien, pero forma parte ya de lo pol¨ªticamente correcto -?si hasta los chicos de Operaci¨®n Triunfo se atreven a gritarlo!-; decir "s¨ª a Egunkaria" resulta mucho m¨¢s arriesgado, pero me parece igualmente necesario.
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