La expresi¨®n jonda al servicio de lo tr¨¢gico
Mar¨ªa del Mar Moreno, bailaora jerezana que lleva a?os forj¨¢ndose una carrera de prestigio, puede haber dado con esta obra un notable paso hacia tal fin. La vemos por primera vez al frente de un espect¨¢culo propio, con ambiciones de tragedia cl¨¢sica aunque su expresi¨®n sea puramente flamenca.
No era un prop¨®sito f¨¢cil de realizar, pero Septiembre funciona. Se ha querido buscar, al parecer, en el t¨ªtulo el simbolismo de este mes en un territorio flamenco caracterizado igualmente por ser tierra vinatera. Pero la tragedia condiciona todo lo que vemos en el escenario en torno a la muerte de un hijo, el dolor sin l¨ªmites que expresa la mujer y los encontrados sentimientos que se manifiestan en todos los personajes de su entorno. Quiz¨¢ no todas las motivaciones las percibamos con claridad, pero el p¨¢lpito dram¨¢tico tiene tal fuerza que el espectador -el testigo de la tragedia- se siente r¨¢pidamente involucrado.
Septiembre
Baile: Mar¨ªa del Mar Moreno, Mar¨ªa Berm¨²dez y Juan Ogalla. Cante: Antonio Malena, Luis Moneo y Luis de Pacote. Piano: Jos¨¦ Zarzana. Guitarras: Domingo Rubichi y Santiago Moreno. Viol¨ªn: Enrique Orellana. Percusi¨®n: Luis de la Tota. Teatro Villamarta, Jerez de la Frontera, 28 de febrero.
Personajes, todos los que intervienen en la obra, incluidos los m¨²sicos, que se hallan permanentemente en escena. Qui¨¦rase o no, los mismos nos recuerdan al coro de las tragedias griegas, coro que aqu¨ª se expresa -con cantes, con bailes, con m¨²sica- en flamenco. A mi juicio ¨¦ste es el gran hallazgo de Septiembre, su concepci¨®n y desarrollo ¨ªntegros en lenguaje flamenco, sin tentaci¨®n alguna proclive a fusiones o empleo de cualesquiera formas de expresi¨®n ex¨®ticas.
Exclusivamente el flamenco. En una obra musical sin soluci¨®n de continuidad, cuyo autor, Jos¨¦ Zarzana, enlaza h¨¢bilmente los estilos flamencos, con frecuencia discretamente, sin molestar, deliberadamente en segundo plano, lo que no le impide crear p¨¢ginas bell¨ªsimas.
Hay igualmente un plantel de cantaores excepcional. Jerezanos los tres, y ello debe tenerse muy presente porque el flamenco que vemos y o¨ªmos en este Septiembre no pierde su car¨¢cter de Jerez en ning¨²n momento. Aqu¨ª cantaores, bailaores y alg¨²n palmero llevan pr¨¢cticamente sin pausa el comp¨¢s durante toda la obra, adquiriendo car¨¢cter de protagonismo. Con frecuencia sin el subrayado de la m¨²sica, simplemente con palmas o el golpear de las manos sobre la madera. Con ellos reencontramos el gran cante de Jerez, cargado de emoci¨®n, de belleza, de jondura. Malena, Moneo y Pacote rivalizan en buena ley por dar lo mejor de s¨ª mismos. Y nos lo dan de manera impresionante.
Se lo dan a los bailaores en primer t¨¦rmino, que bailan con entrega total motivados por su cante. Creo que nunca hab¨ªa visto a Mar¨ªa del Mar Moreno tan bien, especialmente por sole¨¢, levantando los brazos y moviendo todo el cuerpo con rotunda flamencura. Tambi¨¦n por peteneras y por seguiriyas se volc¨® a muerte, en un trabajo que le exigi¨® enormemente. Sin olvidar la conmovedora nana que cant¨® ella misma, obra de Juan Manuel S¨¢inz Pe?a, autor del gui¨®n. Juan Ogalla brill¨® con sobriedad en buler¨ªas por sole¨¢, y Mar¨ªa Berm¨²dez tuvo igualmente su momento protagonista.
La direcci¨®n, de Ram¨®n Pareja, fue acertada, como corresponde a un hombre que evidentemente conoce el flamenco y sabe muy bien el material que tiene entre manos. En definitiva, la conjunci¨®n de baile excelente, gran cante y m¨²sica perfectamente adecuada al contexto de la obra, lleva claramente al logro de lo que en teatro casi nunca es f¨¢cil, y menos en lo que pudi¨¦ramos llamar teatro flamenco: un feliz acuerdo entre los fines propuestos y el resultado ¨²ltimo.
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