El Raval vive el cricket
Cientos de inmigrantes siguen el disputado India-Pakist¨¢n del Mundial en bares y locutorios
En restaurantes y locutorios del Raval, cientos de indios y paquistan¨ªes siguieron ayer mezclados y por televisi¨®n v¨ªa sat¨¦lite el disputado partido entre India y Pakist¨¢n del Mundial de cricket que se celebra estos d¨ªas en Sur¨¢frica. Era un partido "m¨¢s importante para muchos jugadores que ganar la Copa del Mundo", seg¨²n The Guardian, y acab¨® con una victoria de India, aceptada con resignaci¨®n por los seguidores paquistan¨ªes a pesar de que el resultado frustr¨® en gran manera las posibilidades de su equipo en la competici¨®n.
La cita era a las 8.45: la cuesti¨®n era encontrar d¨®nde seguir el partido c¨®modamente: el cricket es un deporte lento, que se disputa durante horas y horas. Javi, indio que regenta el bar El Raval, desviaba ayer a primera hora de la ma?ana a compatriotas y a paquistan¨ªes hacia otros bares donde s¨ª retransmit¨ªan el partido. "Se me ha estropeado la antena parab¨®lica, pero tambi¨¦n es verdad que un India-Pakist¨¢n siempre es conflictivo. No aqu¨ª, donde hace poco que hemos llegado y hay poco dinero...", explicaba. Como recordaba Tariq, un joven paquistan¨ª, "Aqu¨ª no hay problemas. Muchos trabajamos juntos".
Hay en Barcelona 2.358 indios y 9.944 paquistan¨ªes empadronados. Muchos comparaban el partido con un Bar?a-Madrid. Sin embargo, hay algunas diferencias. La primera es que el Bar?a puede ir a jugar al Bernab¨¦u y el Madrid al Camp Nou con m¨¢s o menos tranquilidad. En cambio, las selecciones de los dos pa¨ªses asi¨¢ticos hace a?os que no pisan terreno contrario. [En el Estado indio de Gujarat hubo enfrentamientos tras el partido que terminaron con la muerte de un musulm¨¢n por disparos de la polic¨ªa].La causa es el eterno conflicto entre unos gobiernos que, el pasado febrero, expulsaron a sus respectivos embajadores en Nueva Delhi e Islamabad. Las selecciones s¨®lo pueden enfrentarse en competiciones internacionales como este Mundial. "Aqu¨ª somos todos hermanos", dec¨ªan unos paquistan¨ªes que regentan un locutorio en la calle del Marqu¨¨s de Barber¨¤.
All¨ª, detr¨¢s de una puerta medio escondida, se reunieron, en penumbra y casi en silencio -nada que ver con las efusiones cerveceras de un Bar?a-Madrid-, un centenar de hombres delante de un televisor colocado encima de una nevera. Cuando la jugada era favorable a India, los paquistan¨ªes se encargaban de reclamar silencio a sus vecinos agitando los brazos. Cuando era favorable a Pakist¨¢n, la situaci¨®n se repet¨ªa a la inversa, entre alguna risa. Al otro lado de la pared, gentes de otros lugares y ajenas a lo que se coc¨ªa en esa habitaci¨®n intentaban hablar por tel¨¦fono.
En ambos pa¨ªses, un partido de cricket es algo similar a una fiesta nacional. Una fiesta que se prolonga durante horas. El partido de ayer, por ejemplo, termin¨® pasadas las cinco de la tarde. "Cuando hay un partido de estos la gente no trabaja", afirmaba Asim antes de la media parte, cuando bateaba Pakist¨¢n y las perspectivas para su selecci¨®n todav¨ªa eran buenas. La fiesta de ayer dej¨® a los paquistan¨ªes pensando en las carambolas que har¨ªan posible a su selecci¨®n seguir adelante en el Mundial. A los indios, con la tranquilidad que da saberse segundos en la clasificaci¨®n. Nada impedir¨¢ que se sigan reuniendo para jugar, esta vez ellos, en las plazas del barrio.
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