Los j¨®venes y la pol¨ªtica
Una reciente encuesta realizada por el Gobierno aut¨®nomo se?ala que dos de cada tres j¨®venes del Pa¨ªs vasco no muestran ning¨²n inter¨¦s por la pol¨ªtica. La misma encuesta arroja, sin embargo, otro resultado revelador: el 70% de dichos j¨®venes cree que el terrorismo es el principal problema al que nos enfrentamos. La lectura combinada de uno y otro dato permite sugerir la siguiente hip¨®tesis: los j¨®venes de este pa¨ªs est¨¢n preocupados por el terrorismo y sus consecuencias, pero desconf¨ªan de la capacidad o de las propuestas de los pol¨ªticos para hacerle frente.
En los ¨²ltimos tiempos hemos asistido a la manifestaci¨®n de una queja recurrente por parte de algunos sectores de nuestra clase pol¨ªtica: la de que la sociedad no se implica lo suficiente en la lucha contra el terrorismo, lleg¨¢ndose a insinuar incluso que dicha sociedad se encuentra "enferma". Recientemente, la comparaci¨®n de la evidente asimetr¨ªa entre las movilizaciones llevadas a cabo para protestar por el cierre de Egunkaria y por el asesinato de Joseba Pagazaurtundua ha sido tomada como prueba de lo anterior. A mi entender, dicha deducci¨®n es un tanto arriesgada. No dudo de que factores como el cansancio despu¨¦s de tantos a?os protestando contra ETA, o el propio miedo -especialmente si las convocatorias se realizan en pueblos peque?os- puedan estar influyendo. Pero hay tambi¨¦n otros elementos de calado que es preciso considerar. En primer lugar es constatable que mucha gente -incluida buena parte de la juventud- hace tiempo que desconf¨ªa del efecto que sobre ETA puedan ejercer las manifestaciones, intuyendo sin embargo que la movilizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica s¨ª puede influir en las decisiones del Gobierno. Pero, sobre todo, cada vez son m¨¢s quienes perciben que las manifestaciones contra ETA tienden a vincularse de manera creciente a uno u otro diagn¨®stico sobre la historia reciente de nuestro pa¨ªs, sobre la legitimidad de unas u otras opciones pol¨ªticas, o sobre la manera de encarar nuestro futuro, lo que genera desasosiego en muchos de los que, sinti¨¦ndose radicalmente contrarios a ETA, no comparten dichos puntos de vista.
La ausencia de unos consensos m¨ªnimos en el plano pol¨ªtico impide una acci¨®n cre¨ªble y eficaz contra ETA desde la pol¨ªtica. Adem¨¢s, la prioridad de alcanzar el poder o de perpetuarse en ¨¦l hace que unos y otros supediten la estrategia frente a ETA a sus intereses electorales, bien como protagonistas conscientes del peligroso juego de afirmaci¨®n de los perfiles m¨¢s extremos del nacionalismo vasco o espa?ol, bien como rehenes de dicha estrategia, por miedo a perder votos en un supuesto escenario de dos comunidades. Al haber desaparecido del panorama cualquier atisbo de acci¨®n pol¨ªtica coherente y concertada frente a ETA, a los j¨®venes, como a mucha otra gente, s¨®lo les queda el espacio del rechazo moral, ese espacio que algunos caracterizaron no hace mucho como propio de "melifluos", o el refugio en aquellos c¨ªrculos m¨¢s ¨ªntimos en los que compartir el asco provocado por ETA y el hartazgo producido por una fracasada clase pol¨ªtica.
Sinceramente, no creo que los j¨®venes vascos pasen m¨¢s de la pol¨ªtica que los de otras latitudes. Ciertamente, todo lo que tocan ETA y su mundo queda contaminado, lo que provoca que muchos movimientos sociales de gran relevancia en otros lugares, tengan entre nosotros una menor proyecci¨®n. Es evidente incluso que, ante el ¨ªmpetu y la osad¨ªa con que act¨²an los j¨®venes organizados en torno al nacionalismo violento, la mayor¨ªa de la juventud opta por la pasividad en lo que se refiera a la acci¨®n pol¨ªtica convencional, optando muchos por otras formas de compromiso social vinculadas al voluntariado en ONGs de diversa naturaleza.
Ahora bien, deducir de todo ello que los j¨®venes pasan de la pol¨ªtica puede resultar demasiado aventurado. Y, lo que es peor, puede servir de coartada para pol¨ªticos de todos los colores, incapaces de percibir las preocupaciones y anhelos de una juventud que mira a sus mayores como una generaci¨®n que ha fracasado a la hora de llevar a cabo la transici¨®n democr¨¢tica y la articulaci¨®n pol¨ªtica y social en nuestro sufrido Pa¨ªs Vasco.
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