?Espa?a en guerra?
Qu¨¦ extra?a andadura nos est¨¢n ofreciendo el presidente Aznar y sus colegas de partido: entrar en guerra, cuando por primera vez en nuestra historia hemos conseguido borrarla despu¨¦s de tantas espantosas violencias del pasado. Qu¨¦ incre¨ªble baj¨®n ha experimentado el Gobierno del PP en los ¨²ltimos meses. Qu¨¦ incapacidad para reaccionar han tenido el propio Aznar, sus ministros y la larga lista de sus adl¨¢teres a sueldo, ante los millones de manos que se levantaron contra ellos el 15 de febrero pasado para decirles que se fueran de una vez por todas con sus amigos del Gobierno norteamericano y que dejasen en paz al resto del mundo. Y qu¨¦ miseria moral han demostrado para no contarnos abiertamente lo que todos sabemos, es decir, que nos quieren meter en una guerra espantosa que la inmensa mayor¨ªa no desea, pero que la familia Bush y unos cuantos amigos dispuestos a hacerse con todo intentan convertir en un conflicto inmundo y sangriento para hacerse con el petr¨®leo de Irak, el segundo del mundo en sus proporciones y su riqueza.
Est¨¢ claro que el PP y sus dirigentes se han quedado solos y sumisos ante el presidente Bush
A estas alturas, est¨¢ claro que en nuestro pa¨ªs el Partido Popular y sus dirigentes se han quedado solos y sumisos ante el presidente Bush, no s¨®lo en su pugna con los dem¨¢s partidos pol¨ªticos, sino tambi¨¦n ante millones de ciudadanos, ante miles de entidades, ante la inmensa mayor¨ªa de los representantes de la cultura y de la ciencia. Pero lo peor no es esto. Lo peor es que, con su actitud beligerante, con su adhesi¨®n rotunda, que a todos nosotros nos aleja de la gran Europa en construcci¨®n, el PP y su jefe se han puesto rotundamente al lado de Estados Unidos en su lucha para romper la identidad de la Uni¨®n Europea. Y esto es muy serio porque nos jugamos el ser o no ser europeo de los pr¨®ximos decenios.
Lo que sabemos de momento es que la Uni¨®n Europea se ha resquebrajado, que dos pa¨ªses miembros de la misma y algunos de los que est¨¢n a la expectativa, esperando su ingreso pleno en la Uni¨®n, se han puesto al servicio de Estados Unidos y que uno de ellos es Espa?a.
El m¨¢s fuerte, Gran Breta?a, se mueve a mitad o a tres cuartos de camino entre el apoyo militar a Estados Unidos y el intento de controlar algunos de los problemas que la propia acci¨®n militar norteamericana puede crear cuando entre en acci¨®n. Es una especie de compadreo que le permite mantener sus v¨ªnculos hist¨®ricos y militares con algunas zonas de Asia y ?frica, entre ellas los grandes espacios petrol¨ªferos. Por lo dem¨¢s, no es hoy por hoy un gran motor de la Uni¨®n Europea.
El segundo no es Espa?a, sino el Gobierno espa?ol y su presidente, encerrados ambos a la defensiva; y que han conseguido que el discurso m¨¢s violento en los debates del Consejo de Seguridad de la ONU haya sido el de la ministra De Palacio para demostrar que ambos, Gobierno y partido, son plenamente fieles a Bush y a todos los suyos, para lo que convenga.
M¨¢s all¨¢ oscila la Italia de Berlusconi, pol¨ªtica y econ¨®micamente dirigida por unos personajes y unos grupos que dedican m¨¢s tiempo a hacer negocios y a ocultar sus problemas que a gobernar. El ejemplo m¨¢s evidente es el del propio presidente Berlusconi, asediado por decenas de tribunales -alguno de ellos en Espa?a- y dedicado b¨¢sicamente a engordar sus millones, a eludir a los jueces que le persiguen y a modificar los textos legales que le perjudican. Precisamente por ello, juega todas las cartas y tanto puede estar en un lado, en el otro... o en ninguno.
M¨¢s all¨¢ se suman algunos dirigentes del Este europeo, comprensibles por las dificultades que arrastran y dispuestos a todo para salir de los pozos en que se mueven todav¨ªa despu¨¦s de tantos a?os de sumisi¨®n a la URSS.
?ste es, en l¨ªneas generales, el centro de la ofensiva contra Europa o, m¨¢s exactamente, contra una Europa que todav¨ªa no ha sido capaz de resolver para siempre sus propios conflictos internos y que corre el peligro de pasar de sus altibajos hist¨®ricos a la sumisi¨®n ante los nuevos centros de poder. En las circunstancias actuales el poder europeo no se ha consolidado todav¨ªa con la fuerza necesaria y por esto han tenido que tomar el tim¨®n los dos centros m¨¢s s¨®lidos, como son Francia y Alemania. Pero esto no es suficiente para consolidar el conjunto ni para frenar la enorme presi¨®n externa e interna, o sea, la de Estados Unidos y sus vasallos. M¨¢s all¨¢ quedan los restos de una Rusia que todav¨ªa no se ha despejado totalmente de su propio pasado. Y m¨¢s all¨¢ todav¨ªa, pero cada d¨ªa m¨¢s ac¨¢, est¨¢n las banderas de una China cada d¨ªa m¨¢s s¨®lida y m¨¢s segura de s¨ª misma. ?sta es, en l¨ªneas generales, la estructura presente de un Consejo de Seguridad de la ONU, en el que Espa?a se ha sometido sin chistar a lo que diga el representante de Estados Unidos mientras Francia, Rusia y China se alejaban de ellos. Y ¨¦ste es, en definitiva, el mapa del asalto a Irak.
Naturalmente, el ser o no ser de dicho asalto no se fundamenta en la bondad o en la violencia de Sadam Husein ni menos todav¨ªa en el bienestar o la hambruna de sus ciudadanos. Como todo el mundo sabe, a Estados Unidos lo que le interesa es el petr¨®leo, puesto que Irak es el segundo centro petrol¨ªfero del planeta. A sus seguidores -como el Gobierno espa?ol- tambi¨¦n les debe interesar, pero no creo que saquen mucho provecho del asunto, aunque quedan otras posibilidades, puesto que el presidente Bush anunci¨® hace ya algunos meses que tambi¨¦n iban contra Ir¨¢n y sus gasoductos y contra Corea del Norte y su cretino d¨¦spota. Algo podr¨¢n sacar, por consiguiente, los gobernantes espa?oles y sus amigos.
Pero m¨¢s all¨¢ de las bromas siniestras y de las verdades tremendas queda el gran tema de nuestra propia identidad, seg¨²n se ha visto en las ¨²ltimas semanas y, por encima de todo, en las grandes concentraciones. ?C¨®mo es posible que tantos millones de ciudadanas y ciudadanos hayan salido a la calle para protestar contra el Gobierno y que la respuesta de ¨¦ste sea que ni se ha preocupado ni se ha enterado porque est¨¢ metido en los asuntos de Bush y sus amigos? ?C¨®mo pueden gobernar un pa¨ªs como el nuestro un presidente y unos ministros que, por lo dicho, pueden despreciar a sus ciudadanos y considerarlos de baja categor¨ªa porque el presidente Bush d¨¦ cuatro golpecitos a la espalda del presidente Aznar? ?C¨®mo se puede creer que tenemos un Gobierno s¨®lido y seguro de s¨ª mismo, cuando el presidente del mismo es visitado por el hermano del presidente norteamericano como si fuese un payaso de segunda fila con aquello del "presidente de la Rep¨²blica Espa?ola" y, sobre todo, con la oferta que le llevaba en nombre de su hermano y jefe de "si se portan bien les podemos dar mucho dinero".
Cuando en toda Espa?a se alzan millones de ciudadanas y de ciudadanos para expresar su total negativa a lo que pretende el presidente del Gobierno s¨®lo caben dos posibilidades: o es cierto que el presidente y los ministros no se han enterado y entonces hay que cambiar todo el Gobierno o es cierto que s¨ª se enteraron y no hicieron nada y entonces hay que cambiar tambi¨¦n todo el Gobierno. Un pa¨ªs como el nuestro no puede aceptar ni un solo minuto que los que presuntamente le gobiernan le enga?en y adem¨¢s se jacten de ello. Dicho de otra manera: lo que los millones de ciudadanas y de ciudadanos dijeron en voz alta en todo el pa¨ªs no era s¨®lo el rechazo a la guerra, sino tambi¨¦n el rechazo a los que la propugnan, no s¨®lo el rechazo a la intolerancia, sino tambi¨¦n el rechazo al despotismo; no s¨®lo el rechazo a los que ocultan sus verg¨¹enzas, sino tambi¨¦n el rechazo a los que se jactan de ellas; no s¨®lo el rechazo al mal gobierno, sino tambi¨¦n el rechazo a los malos gobernantes, uno a uno.
As¨ª estamos: entre un presidente norteamericano torpe, poco enterado de las situaciones y los cambios del mundo, pero buen conocedor de los petr¨®leos y de sus altas y bajas en las grandes bolsas del negocio, y un presidente espa?ol que va de un lado a otro con frenes¨ª, pero sin darnos ni una sola idea de lo que hace con tantas idas y venidas mientras sus colegas subordinados siguen sin saber qu¨¦ pasa en el Prestige, en el nuevo y sospechoso Tren de Alta Velocidad y todo lo que tocan. No s¨¦ si al uno y al otro les gusta el cine, pero tal como van las cosas valdr¨ªa la pena que ambos se diesen un garbeo por las cinematecas para ver o volver a ver aquello de ?Es la guerra!, de los hermanos Marx. Todo antes de que Estados Unidos nos marque el paso y nos pague la triste moneda de una guerra infame. Todo antes de que entre los Gobiernos de Estados Unidos y el PP nos rompan para siempre la paz que hemos conseguido en nuestro pa¨ªs y en Europa despu¨¦s de tantos a?os de violencias. Una paz que estamos obligados a llevar con banderas desplegadas en el resto del planeta.
Jordi Sol¨¦ Tura es senador socialista de la Entesa Catalana de Progr¨¦s.
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