Un respeto decente a las opiniones de la humanidad
En el primer p¨¢rrafo de la Declaraci¨®n de Independencia, las 13 colonias que acabar¨ªan constituyendo los Estados Unidos de Am¨¦rica se impusieron la obligaci¨®n de hacer p¨²blicas las razones que justificaban la ruptura de los lazos que las hab¨ªan vinculado en el pasado con Inglaterra. "Un respeto decente a las opiniones de la humanidad", dec¨ªa textualmente la Declaraci¨®n, exig¨ªa que se procediera de esta manera. A esta exigencia responde el contenido del documento fundacional de los Estados Unidos. Es el ¨²nico pa¨ªs del mundo que se ha constituido pol¨ªticamente con base en esta exigencia. ?sta es una de las razones, si no la raz¨®n m¨¢s importante de todas, de que Estados Unidos haya llegado a alcanzar la posici¨®n de liderazgo mundial de que dispone.
Si as¨ª fue en la segunda mitad del siglo XVIII, as¨ª deber¨ªa ser en estos primeros a?os del siglo XXI. Si la exigencia del "respeto decente a las opiniones de la humanidad" fue necesaria para justificar la guerra de independencia contra la naci¨®n m¨¢s poderosa de la tierra en aquel momento, mucho m¨¢s deber¨ªa serlo en estos momentos para justificar una guerra de agresi¨®n contra un pa¨ªs mucho m¨¢s d¨¦bil.
No se puede iniciar una guerra contra Irak, ni contra ning¨²n otro pa¨ªs, sin respeto decente a las opiniones de la humanidad, sin aportar razones con suficiente capacidad de persuasi¨®n como para que la decisi¨®n de ir a la guerra pueda ser compartida. No basta con la propia convicci¨®n de que la guerra es necesaria. Esa convicci¨®n tiene que ser argumentada de tal manera que acabe convenciendo a los dem¨¢s. Si no puede serlo, la guerra carece de justificaci¨®n. Si se hace, se har¨¢ sin decencia y sin respeto.
En esas estamos. Es lo que explica el creciente aislamiento de los Estados Unidos en el concierto internacional, como subrayaba Glenn Kessler ("Estados Unidos, en una posici¨®n dif¨ªcil a medida que el aislamiento aumenta") en un an¨¢lisis publicado en la primera de un medio tan poco sospechoso como The Washington Post ayer mismo. Aislamiento que se atribuye a la ret¨®rica belicista del propio presidente y de sus colaboradores m¨¢s inmediatos, a la incapacidad de demostrar que Irak supone un peligro inminente, a la insinceridad de la Administraci¨®n de Bush respecto de la resoluci¨®n 1.441 de Naciones Unidas.
El aislamiento de Estados Unidos no es el resultado de la pol¨ªtica seguida por el secretario general del PSOE, como anteayer le reproch¨® el presidente del Gobierno en el pleno del Congreso. Es un aislamiento que procede de la falta de respeto a la opini¨®n de los dem¨¢s. El clamor contra la guerra es mundial. Se ha expresado en manifestaciones en m¨²ltiples pa¨ªses, en el Consejo de Seguridad, en el voto de todos los pa¨ªses de Naciones Unidas a iniciativa de Sur¨¢frica, en la Liga ?rabe, en los Pa¨ªses no Alineados y en un largu¨ªsimo etc¨¦tera.
Es el mismo aislamiento al que se est¨¢ viendo sometido en nuestro pa¨ªs el presidente del Gobierno y su mayor¨ªa parlamentaria, por muy unidos que parezcan estar y por muchas votaciones que ganen en el Congreso. Como todos los estudios de opini¨®n est¨¢n poniendo de manifiesto, cada vez es mayor el divorcio entre la opini¨®n p¨²blica espa?ola y la pol¨ªtica seguida por el Gobierno en este asunto. Es posible que el presidente del Gobierno haya convencido a sus parlamentarios, pero no ha convencido ni a los de los dem¨¢s grupos ni, lo que es m¨¢s importante, a los ciudadanos, que siguen apostando de manera casi un¨¢nime por una pol¨ªtica de desarme mediante inspecciones y no mediante guerra.
S¨¦ que la guerra est¨¢ decidida desde hace tiempo, pero creo que el respeto decente a las opiniones de la humanidad todav¨ªa puede pararla.
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