El gran cr¨ªtico de las vanguardias
No es f¨¢cil explicar el relativo olvido en el que ha ca¨ªdo la figura y obra del gran cr¨ªtico e historiador Antonio Marichalar (1893-1973), dada la calidad e importancia de sus escritos, que est¨¢n siendo recuperados en los ¨²ltimos tiempos de manera que quiero creer ya bastante imparable, al menos en los ¨¢mbitos de la investigaci¨®n universitaria, pues ya se ha publicado con ¨¦ste la parte fundamental de sus escritos "literarios". O quiz¨¢ s¨ª, pues fue sobre todo un "cr¨ªtico" m¨¢s que un creador, con lo que se demuestra que es mucho m¨¢s dif¨ªcil recuperar la cr¨ªtica que la creaci¨®n, y sucede lo mismo con todos los grandes cr¨ªticos que en el mundo han sido, desde el doctor Johnson a Sainte-Beuve, por poner dos grandes cr¨ªticos del pasado. Pero hay m¨¢s, pues Marichalar no escribi¨® demasiado -s¨®lo un libro en realidad, todo lo dem¨¢s se redujo a art¨ªculos y cr¨ªticas sueltos, aunque tambi¨¦n tuvo tiempo de reunir 20 de ellos en otro libro excepcional, Mentira desnuda (1933), nunca reeditado y que aqu¨ª se incluye-, con lo que no facilit¨® las cosas a la posteridad.
ENSAYOS LITERARIOS
Antonio Marichalar
Domingo R¨®denas de Moya (editor).
Colecci¨®n Obra Fundamental.
Fundaci¨®n Santander Central Hispano Madrid, 2002
376 p¨¢ginas. 19 euros
Por otra parte, autor de obra escasa y dispersa aunque de alt¨ªsima calidad, su figura encierra todav¨ªa, a trav¨¦s de sus contradicciones, una dimensi¨®n secreta sin explorar del todo. Pues fue un arist¨®crata que se ocult¨® para convertirse en republicano, un esp¨ªritu formado en el clasicismo que explor¨® como nadie las vanguardias de su tiempo, un breve exiliado tras la Guerra Civil que regres¨® pronto a la Espa?a de Franco donde se ocult¨® bajo la protecci¨®n primero de su familia y de algunos de los primeros personajes del "falangismo liberal" (?) como Dionisio Ridruejo, para cambiar discretamente la literatura por la historiograf¨ªa con el resultado de llegar a ocupar un sill¨®n en la Academia de la Historia desde 1956. En fin, que Antonio Marichalar fue un verdadero ox¨ªmoron viviente, cuyas contradicciones exigen un mayor y m¨¢s detenido acercamiento a su vida y obra.
Adem¨¢s, el ¨²nico libro puramente "literario" -aunque todo lo que sali¨® de su pluma, incluidos sus trabajos hist¨®ricos, era literatura pura- no goz¨® de su propia simpat¨ªa. Fue una biograf¨ªa escrita por encargo, Riesgo y ventura del duque de Osuna (1930), quinto t¨ªtulo de la c¨¦lebre colecci¨®n Vidas Espa?olas del Siglo XIX, inspirada por Ortega y Gasset, que goz¨® de tres reediciones hasta la guerra, fue traducida al ingl¨¦s y pas¨® despu¨¦s a ser uno de los t¨ªtulos m¨¢s conocidos de la colecci¨®n Austral, al que a?adi¨® en la sexta de 1959 un pr¨®logo de cuatro p¨¢ginas en el que mostraba su reticencia ante el ¨¦xito de la obra. "Agradezco y deploro", dec¨ªa textualmente, " lo en serio que se ha tomado este libro m¨ªo. No tengo m¨¢s remedio que advertir a los lectores que yo puse en ¨¦l una dosis considerable de iron¨ªa l¨ªrica". Pues bien estamos, con este cr¨ªtico que s¨®lo publica un libro, adem¨¢s el primero, que tiene ¨¦xito y que al final no le gusta lo que ha hecho, porque se trata de un libro "de encargo" y que bien podr¨ªa ser una autoparodia. ?No les parece el colmo?
Ya desaparecida la primera colecci¨®n Austral, Domingo R¨®denas de Moya, atento a la figura de Marichalar y quien ha preparado este mismo volumen de Ensayos literarios, rescat¨® este t¨ªtulo con una breve presentaci¨®n de su autor en Ediciones Palabra (1999, se supone que la edici¨®n sigue viva), lo que resulta inmejorable pues completa esta nueva de la Fundaci¨®n Santander Central Hispano en su excelente colecci¨®n de Obra Fundamental, en la que el prologuista y presentador vuelve ya con mayor amplitud al estudio de la figura y obra del gran Antonio Marichalar, el primer gran cr¨ªtico (y creador) de las vanguardias espa?olas, al que ven¨ªa ya prestando atenci¨®n desde hace poco menos de una d¨¦cada, cuando inici¨® sus estudios sobre la novela de vanguardia Los espejos del novelista (Pen¨ªnsula, 1998), sus dos antolog¨ªas Proceder a sabiendas y Prosa del 27 (Austral, 2000), y sus abundantes reediciones de Benjam¨ªn Jarn¨¦s.
Antes de seguir, quiero se?a-
lar por qu¨¦ considero la biograf¨ªa de Osuna como una obra maestra no tan s¨®lo de su autor, sino del conjunto de la literatura espa?ola y universal. Frente a las quejas de Marichalar, que ironizaba sobre su propia entidad (a posteriori y en pleno franquismo), considero que este libro, cuya "prosa es m¨¢s de Osuna" que de su autor -dice disculpando as¨ª su "barroquismo l¨ªrico", mientras declara "que es veraz" y que "aborrece las biograf¨ªas noveladas"-, es la mejor imitaci¨®n y parodia del mismo m¨¦todo que Cervantes sigui¨® para escribir su Quijote, que fue una parodia del caballero andante, del mismo modo que Marichalar dedic¨® su esfuerzo a "la vanagloria de un tonto" que tir¨® su casa -?y qu¨¦ casa, la mayor de Espa?a!- por la ventana en defensa de su dignidad, su patria y su rey, vive el cielo, cu¨¢nto pensamiento ¨²nico. Quien primero lo describi¨® ri¨¦ndose de ¨¦l con su gracia universal fue el don Juan Valera de las Cartas desde Rusia, en las que la embajada de Osuna ante el zar fue puesta en solfa en todos los salones de Madrid, menos privados que los de nuestra televisi¨®n p¨²blica o privada. ?De qu¨¦ nos quejamos, si Osuna (parece decir Marichalar) no fue m¨¢s que una parodia degradada del lamentable quijotillo en el que ahora todos nos hemos reconvertido, que nos refleja y donde nos reflejamos? La casa por la ventana y adelante con los faroles porque -no lo olvidemos- no tenemos m¨¢s que lo que nos merecemos y en resumen queremos. Seguimos siendo los inmejorables vasallos repletos de coraz¨®n grande, vanidad y falso orgullo, horros de pensamiento y de raz¨®n, y sin ning¨²n gran se?or que nos controle. V¨¦anlo as¨ª y ya ver¨¢n.
Marqu¨¦s de Montesa, pol¨ªglota y viajero, disc¨ªpulo primero de su familia, que le educ¨® entre museos y obras de arte, empez¨® a escribir por razones familiares en Los Lunes de El Imparcial, fue disc¨ªpulo de Juan Ram¨®n (colabor¨® en su ?ndice), de Ram¨®n (contertulio en Pombo) y de Ortega y Gasset -el tercer colaborador de su Revista de Occidente-, fue nuestro embajador en The Criterion, de Eliot, o en Inventions, de Valery Larbaud, prologuista de la traducci¨®n de D¨¢maso Alonso de Joyce, de la del Santuario de Faulkner, reuni¨® sus 20 cr¨ªticas preferidas en el prodigioso Mentira desnuda (aqu¨ª incluido tras dos breves conferencias te¨®ricas, Palma y Girola, y antecediendo a otros 22 textos asombrosos), defensor de Proust, de Freud, de Rilke, de Santayana (?entonces!), Paul Valery, Lytton Strachey, Conrad, Cocteau y as¨ª sucesivamente. En fin, el mundo en sus manos. Se exili¨® durante la guerra en San Juan de Luz y volvi¨® despu¨¦s arropado por la familia, Ridruejo, La¨ªn y compa?¨ªa (que lo "metieron" en la revista Escorial), se dedic¨® discretamente a sus magn¨ªficos estudios hist¨®ricos, abrigado por su familia y otros buenos amigos (como Aranguren, Mu?oz Rojas, Gonz¨¢lez de Amez¨²a o Jes¨²s Pab¨®n, que le rodearon en la Academia de la Historia, a la que a su muerte leg¨® parte de sus tesoros). Vivi¨® en la Puerta de Alcal¨¢, y escribi¨® el mejor comentario a la antolog¨ªa de Gerardo Diego, Poes¨ªa eres t¨², donde le corrigi¨® algo fundamental: la poes¨ªa no se escribe s¨®lo en verso, sino muchas veces tambi¨¦n en prosa, pues la mejor prosa est¨¢ en los poetas y la poes¨ªa se puede escribir hasta haciendo cr¨ªtica, como lo hizo Antonio Marichalar, el primero y mejor de todos.
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