Capaces pese a todo
Las mujeres con discapacidad, v¨ªctimas de una "discriminaci¨®n m¨²ltiple", piden m¨¢s igualdad de oportunidades
Discriminaci¨®n cotidiana. Es lo que sienten las mujeres con discapacidad, un grupo social que se considera "aislado e invisible". "Mayor desempleo, salarios inferiores, menor acceso a los servicios de salud, mayores carencias educativas, mayor riesgo de padecer situaciones de violencia y todo tipo de abusos": es el diagn¨®stico que ha elaborado la comisi¨®n de la mujer del Comit¨¦ Espa?ol de Representantes de Minusv¨¢lidos (CERMI, que agrupa a 2.500 asociaciones). A pesar de ello, y de que la batalla diaria a menudo comienza al salir de casa o al relacionarse con los dem¨¢s, estas mujeres levantan la bandera de la igualdad. Son m¨¢s de dos millones de ciudadanas. Estas son algunas de sus voces.
ANA PEL?EZ Ejecutiva
Ana Pel¨¢ez vive de avi¨®n en avi¨®n, como cualquier ejecutivo. Ciega de nacimiento y con dos licenciaturas universitarias, esta extreme?a de 36 a?os viaja con el ordenador al hombro y el perro gu¨ªa buena parte del a?o. Forma parte de su trabajo al frente de la comisi¨®n de relaciones internacionales de la ONCE. Tambi¨¦n es miembro de la comisi¨®n de la mujer del CERMI.
Casada con un marido que ve ("conseguir pareja cuando se nace con discapacidad es muy dif¨ªcil"), Pel¨¢ez est¨¢ convencida de que las mujeres con discapacidad sufren una "discriminaci¨®n m¨²ltiple". "Hasta el est¨¢ndar de belleza est¨¢ fatal para nosotras", ironiza. "Al hecho de ser mujer y tener discapacidad se suma una serie de circunstancias como la falta de formaci¨®n ". "Adem¨¢s, suelen tener demasiadas cargas familiares y, en ocasiones, padecen una protecci¨®n excesiva", prosigue.
Su caso fue distinto. "Me cri¨¦ sin contemplaciones y sin ning¨²n trato especial. Mi madre muri¨® muy pronto y yo tuve que hacer su papel con mis seis hermanos peque?os", relata Pel¨¢ez. Tras cursar la primaria interna en Sevilla, estudi¨® el bachillerato en B¨¦lgica para perfeccionar el franc¨¦s. Luego, las licenciaturas en Psicolog¨ªa y Pedagog¨ªa, el trabajo en la ONCE. "He llegado a costa de mucho esfuerzo personal y con la ayuda de la familia y los amigos", reflexiona. Pero no olvida que el "problema n¨²mero uno" es el empleo. "De las 659.329 mujeres con discapacidad en edad de trabajar, s¨®lo el 15,8% lo logra. El 7,8% est¨¢n paradas, y el resto no se plantea tener empleo por diversas razones".
EVA MAR?A GIL Profesora universitaria
Eva Mar¨ªa Gil, de 30 a?os, s¨ª se plante¨® trabajar, pero ha tenido que luchar a brazo partido por ocupar su sitio. El pasado mayo, esta mujer con par¨¢lisis cerebral que le afecta a las cuatro extremidades gan¨® por oposici¨®n una plaza de profesora de Ingenier¨ªa de Sistemas y Autom¨¢tica en la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid. Pero la adjudicaci¨®n tard¨® "casi ocho meses" cuando lo habitual eran 20 d¨ªas. Gil lleg¨® a denunciar la situaci¨®n en el juzgado. "Dec¨ªan que hab¨ªa problemas administrativos, pero yo creo que, pese a haber ganado la plaza, no me la quer¨ªan adjudicar por pura discriminaci¨®n. Pero yo soy un trabajador m¨¢s, y punto", relata. Uno m¨¢s, pero "la ¨²nica profesora universitaria con par¨¢lisis cerebral de Espa?a", cree Gil. "Mis alumnos no tienen queja", afirma.
Esta madrile?a que precisa silla de ruedas se considera una pionera. "Voy abriendo puertas y espero que quien venga detr¨¢s tenga menos obst¨¢culos. Lo malo es que el primer golpe es para m¨ª". Ahora se estrena como subdirectora de la Escuela Universitaria de Inform¨¢tica y estudia la carrera superior. Eva Mar¨ªa Gil aspira a convertirse en catedr¨¢tica. "No admitir¨¦ las limitaciones que intenten imponerme. Mis l¨ªmites s¨®lo me los pongo yo", sentencia. "A la sociedad hay que pedirle que nos conceda igualdad de oportunidades. No queremos l¨¢stima ni sobreprotecci¨®n", reivindica Gil.
OLGA MAR?N Ordenanza
Olga Mar¨ªn se ha acostumbrado a la extra?eza ajena. Tiene 23 a?os y s¨ªndrome de Down. Desde hace tres ejerce como ordenanza en el Ayuntamiento de Murcia y es una mujer independiente.Los ciudadanos que la ven tras el mostrador se sorprenden la primera vez, "pero ahora ya est¨¢n acostumbrados", dice.
Mar¨ªn vive con dos compa?eras que carecen de discapacidad. "La relaci¨®n es buena, aunque la convivencia es dif¨ªcil", comenta entre risas. Tiene novio, tambi¨¦n con s¨ªndrome de Down, la misma discapacidad. "Nuestro ¨²nico problema es que nos cuesta hacer las cosas m¨¢s que a los dem¨¢s", afirma Olga. Su familia piensa lo mismo. Desde que naci¨® intentaron darle una educaci¨®n adecuada y jam¨¢s la sobreprotegieron. "Siempre la hemos ayudado a salir adelante. Con nuestro esfuerzo y con el suyo hemos conseguido superar la adversidad", explica su madre. La hija est¨¢ encantada con su trabajo. En los inicios tuvo el apoyo de un preparador y de psic¨®logos que le ayudaron a adaptarse.
SUSANA FUENTES Ama de casa
Ma?ana ser¨¢ un d¨ªa triste para Susana Fuentes, de 48 a?os. El 9 de marzo del a?o pasado perdi¨® la poca visi¨®n que le quedaba en su ojo izquierdo (la del derecho desapareci¨® hace dos d¨¦cadas). Tropez¨® con una papelera colgada de una farola a un metro y medio de altura. Un impacto fatal, seg¨²n su relato. Pese a las operaciones que siguieron, qued¨® totalmente ciega. "Me han quitado la poca vista que ten¨ªa, pero que para mi era toda. Antes pod¨ªa ver los rostros de mi familia, distingu¨ªa si era de d¨ªa o de noche, si la luz de casa estaba encendida...", explica emocionada. Fuentes lamenta "la escasa atenci¨®n" que recibi¨® por parte del Ayuntamiento de su ciudad, Salamanca. "Nadie se preocup¨® por m¨ª. No les interesa lo m¨¢s m¨ªnimo eliminar las barreras arquitect¨®nicas que impiden a las personas con discapacidad llevar una vida normal", dice.
Pese a todo, es una mujer positiva. Vive con su marido, vendedor del cup¨®n de la ONCE, y con su hijo, estudiante universitario. Susana Fuentes desempe?a todas las tareas dom¨¦sticas. Cocina con vitrocer¨¢mica y mucho cuidado. "Las personas que tenemos alguna discapacidad tenemos m¨¢s precauci¨®n que el resto", comenta. Fuentes no a?ora su ¨¦poca como dependienta en la tienda familiar.
MAYTE GALLEGO Voluntaria
A Mayte Gallego la vida le cambi¨® a los 33 a?os: un tumor en la m¨¦dula le provoc¨® paraplejia. Despu¨¦s de una d¨¦cada como secretaria en una multinacional se ve¨ªa confinada a una silla de ruedas. El tribunal m¨¦dico le dio la invalidez total. "Habr¨ªa preferido seguir trabajando, aunque s¨¦ que no habr¨ªa podido seguir el ritmo", afirma.
"Es dif¨ªcil adaptarse a esta situaci¨®n. El primer a?o y medio s¨®lo sal¨ªa de casa para ir a recuperaci¨®n", relata esta mujer de 38 a?os. Ante las dificultades que ten¨ªa para moverse en su casa, su marido y ella construyeron una m¨¢s accesible y adaptada en una localidad m¨¢s peque?a -y lejana- de Madrid. All¨ª, la mujer lleva una vida mucho m¨¢s c¨®moda y ha logrado ser aut¨®noma. Se desplaza con su coche al m¨¦dico, las reuniones, las compras. Ya no se queda en casa.
Su gran ilusi¨®n ahora es adoptar un ni?o. Mayte Gallego y su marido han iniciado los tr¨¢mites. "Espero no tener problemas para recibir el certificado de idoneidad", dice con cierto recelo. "Si fuese mi esposo quien estuviese en una silla de ruedas, seguro que tendr¨ªamos menos problemas", sospecha.
Ahora esta mujer dedica sus energ¨ªas al voluntariado en ASPAYM, una organizaci¨®n de parapl¨¦jicos de la Comunidad de Madrid y participa en la Comisi¨®n regional de Trabajo de Mujer y Discapacidad. Quiere ayudar a eliminar las desventajas que d¨ªa a d¨ªa padecen las mujeres con discapacidad. "Tenemos que acabar con la sobreprotecci¨®n. Es un paso fundamental para avanzar", explica. V¨¦ el futuro con optimismo.
NOELIA L?PEZ ASO Abogada
Noelia L¨®pez, de 31 a?os, tambi¨¦n rehuye la sobreprotecci¨®n. Es una luchadora nata. "Siempre he querido demostrar que soy v¨¢lida" dice esta mujer que padece par¨¢lisis cerebral. Recuerda su infancia como la etapa m¨¢s dura de su vida. Naci¨® en Latre (Huesca) un peque?o pueblo de 30 habitantes donde nadie sab¨ªa c¨®mo afrontar su problema. No fue a un colegio ordinario, sino a un centro especial, donde su silla de ruedas no era nada extra?o. Pero ella quer¨ªa ir al instituto, como los chicos de su edad. Para lograrlo, la familia debi¨® trasladarse a Huesca.
El siguiente paso fue estudiar Derecho en la Universidad de Zaragoza. "No pod¨ªa ir a a clase, pero me dejaban apuntes e iba a los ex¨¢menes". A los 26 a?os, L¨®pez se traslad¨® a Madrid para cursar un m¨¢ster. Ahora vive en una residencia donde puede recibir atenci¨®n, trabaja en el departamento de Recursos humanos de la Fundaci¨®n ONCE y estudia en la Universidad Aut¨®noma de. Su problema, como casi siempre, es el transporte. L¨®pez pide a las administraciones que mejoren aspectos como la vivienda, la formaci¨®n y las ayudas t¨¦cnicas para las personas con discapacidad. "Hay que facilitar la vida de estas personas", defiende.
CONCHA D?AZ Profesora
Concha D¨ªaz, con discapacidad auditiva, concreta la reivindicaci¨®n que mejorar¨ªa su vida: hacer oficial la lengua de signos. "Ser¨ªa un paso clave para acabar con la barrera de comunicaci¨®n", dice. Esta mujer de 31 a?os perdi¨® capacidad auditiva durante la ni?ez, pero no le diagnosticaron la deficiencia hasta los 19 a?os. Su familia y la escuela no hicieron frente a la situaci¨®n. "Antes se prefer¨ªa eludir el problema antes que afrontarlo". Ahora hay asociaciones que apoyan y asesoran, "pero antes, no, y menos en un pueblo peque?o como el m¨ªo ", explica. La int¨¦rprete traduce sus palabras.
El descubrimiento tard¨ªo de su deficiencia auditiva le caus¨® problemas en la escuela, donde, pese a poder hablar, no o¨ªa. Esto le produjo una crisis de autoestima que empez¨® a superar al viajar a Madrid y entrar en contacto con otras personas que ten¨ªan su misma discapacidad. Desde entonces se relaciona mucho m¨¢s con las personas sordas o signantes (las que conocen la lengua de signos), que con los oyentes. "Con estos tengo muchos problemas de comunicaci¨®n", explica.
D¨ªaz no logr¨® estudiar en Madrid: la falta de int¨¦rprete en la Universidad Complutense le impidi¨® aprovechar las clases. March¨® a la de Granada, donde exist¨ªa este servicio. Desde hace cuatro a?os trabaja en la fundaci¨®n de la Confederaci¨®n Nacional de Sordos de Espa?a. All¨ª ense?a la lengua de signos a oyentes. Esta profesora se siente afortunada por tener empleo. Como otras muchas mujeres con alguna minusval¨ªa, derrocha capacidad.
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