Persiguiendo a Quim
Mediod¨ªa del jueves. En la p¨¢gina 16 del cuadernillo Catalu?a de EL PA?S pone: "Quim Monz¨®. El escritor leer¨¢ art¨ªculos de su libro El tema del tema. FNAC El Triangle. Plaza de Catalunya a las 19.00 horas". ?El muy hij... no me hab¨ªa dicho nada! Y apenas me queda tiempo para dar con ¨¦l. Conociendo sus costumbres -hacemos juntos una secci¨®n en el programa del amigo Bassas-, s¨¦ que llega a los sitios horas antes de lo previsto. Para seguirle sin despertar sospechas deber¨ªa disfrazarme. Pero ?de qu¨¦? ?De escudo humano? No, no me da tiempo a pasar por Coronel Tapioca. ?De activista chilena en contra de la guerra? No, porque desnuda llamar¨ªa la atenci¨®n. El mejor disfraz es la naturalidad. Adem¨¢s, Monz¨® es tan poco fisonomista que, fuera de contexto, es posible que no me recuerde.
Ir tras la pista de Quim Monz¨® un d¨ªa en que el escritor va a leer art¨ªculos de su ¨²ltimo libro revela algo de sus intereses
Me pongo la primera minifalda que pillo y me echo a la calle. Como el rastreo se producir¨¢ por la zona de La Rambla, me coloco el Avui bajo el brazo para evitar que, vestida como voy, me tomen por prostituta. Empiezo por el lugar m¨¢s cercano: la cocteler¨ªa Boadas. Pregunto a la propietaria, Dolors, y me dice que hoy no le ha visto. Salgo disparada hacia el bar Caribbean Club, pero est¨¢ cerrado. En el bar del R¨ªvoli no le veo, y tampoco en El Quim de la Boqueria. En The Irish Rambler hay cinco se?ores bebiendo cerveza, pero ninguno es el que busco. The Quiet Man est¨¢ cerrado, en el bar de Le Meridien no hay nadie, y Monz¨® no suele frecuentar el Ateneo Barcelon¨¦s, as¨ª que no est¨¢ bebiendo. O sea, est¨¢ comprando. Pero ?d¨®nde? Una opci¨®n es la papeler¨ªa de la Ronda de la Universitat (bajando Balmes a mano izquierda). All¨ª venden todo tipo de objetos de escritorio, a los que nuestro hombre es aficionado. Claro que, enfrente, hay una tienda de placas para buz¨®n, grabados y tampones, y las placas para buz¨®n, grabados y tampones son otra de sus debilidades. ?Dios m¨ªo! Tambi¨¦n podr¨ªa estar en el Servicio Estaci¨®n. ?Cu¨¢ntas veces le habr¨¦ visto salir de all¨ª cargado de rollos de rejilla para terraza? Pero no. Ahora caigo. No, no puede estar en ninguno de esos sitios. Son las tres y la lectura es a las siete. Si s¨®lo faltan cuatro horas es evidente que ya est¨¢ en la FNAC, encargando discos y libros que no tengan. Corro hasta all¨ª y, finalmente, mi tenacidad se ve recompensada. A las 3.14 lo veo recorriendo a cien por hora cada palmo del centro comercial. Tras ¨¦l, queda un rastro de olor a loci¨®n Flo?d para despu¨¦s del afeitado. Veo como saca una lista del bolsillo y consulta sus tareas pendientes. Seguirle tan deprisa y con tacones supone una prueba dur¨ªsima para cualquier mujer. Justo cuando toma en sus manos el libro Flors negres per a Michael Roddick, de Daniel V¨¢zquez Sall¨¦s, me ve. Abre el libro, lee la primera frase y se lo queda. Saca la lista y veo que tacha "Comprar V¨¢zquez Sall¨¦s". Hojea con emoci¨®n To leave no stone unturned, de Michael Zendin (y comenta, por cierto, que deber¨ªan traducirlo ya).
Sin la presi¨®n del anonimato, le sigo m¨¢s de cerca. En la secci¨®n de m¨²sica, coge un CD en el que hay la foto de una chica rubia en pantal¨®n corto, sombrero vaquero y pechos prominentes. Se llama Holly Walance. "Aquesta deu cantar b¨¦", observa. Al pasar por el estante de m¨²sica infantil, se da la vuelta y me pregunta: "Moliner, ?com es deia aquell que es va su?cidar?". Le digo que Xesco Boix. Recorremos m¨¢s pasillos, hasta que se para, extasiado, frente a un disco. "La Dalida! La Dalida en vinil!", exclama. Tambi¨¦n se interesa por el ¨²ltimo trabajo de Pablo Abraira y por el de un tal Leo Minax. "?Qui deu ser aquest p¨¢jaro?", dice. No vuelve a detenerse hasta que llega a la car¨¢tula de Pap¨¢ Levante, en la secci¨®n de pop espa?ol. Se pone unos auriculares, de esos que tienen en la FNAC para escuchar los CD, y al cabo de un rato me informa de que de hacen rimar pr¨ºt-¨¤-porter (pretaport¨¦) con pared (par¨¦). Luego le pregunta a un empleado si tienen paquetes de pilas de 32 unidades. No tienen, as¨ª que se compra cuatro paquetes de ocho. Saca la lista y tacha "piles".
"Hombre, Quim", le saluda entonces la jefa de la FNAC. Y le explica que, antes de irse, tendr¨ªa que dejarle firmados dos contenedores de El tema del tema". Monz¨® la sigue hasta un despacho, se sienta en una mesa largu¨ªsima y se pone a dedicar. Dedica 105 ejemplares de El tema del tema en espa?ol y 170 en catal¨¢n. En todos los libros en espa?ol escribe "un abrazo", excepto en dos ¨²nicas ocasiones, en las que prefiere poner "un fuerte abrazo" y "un abrazote". En los libros en catal¨¢n escribe "salut!" y "t'abra?o". A 6.55 baja al forum de la FNAC, que ya est¨¢ lleno. A su entrada, algunas personas del p¨²blico le graban en v¨ªdeo o le toman fotos con c¨¢maras caseras y tel¨¦fonos m¨®viles. "Se va a sentir superacosado, t¨ªa", murmura una adolescente. "Quim, el teu llibre ¨¦s un tractat de psicologia", le piropea un se?or. No hay sillas para tanto p¨²blico, as¨ª que una mujer se queja al encargado: "?Sabe cu¨¢l es tema del tema? Que me tengo que sentar en el suelo". Tras unas palabras introductorias de Vallcorba, su editor, Monz¨® empieza diciendo que, aunque no sea habitual, va a leer art¨ªculos del libro, uno tras otro, hasta que nos hartemos. Saca su lista del bolsillo. Tacha "llegir articles" y empieza a leer.
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