La reverencia de Aitor
El campe¨®n de la Vuelta encabeza un fin de semana milagroso del ciclismo espa?ol, ganador de dos carreras italianas de un d¨ªa
El fin de semana del ciclismo espa?ol ha sido milagroso. Ha habido milagro en Murcia, donde un veterano todoterreno, el riojano Javier Pascual Llorente, de 32 a?os, termin¨® a lo grande tras ganar la etapa reina de la ronda murciana, con final en alto, y dominar la contrarreloj final. Antes de ¨¦l, ninguno de los grandes especialistas hab¨ªa podido mejorar el tiempo del estadounidense Lance Armstrong, del mejor de la ¨¦poca, que hab¨ªa decidido probarse a fondo. Ni Haimar Zubeldia, ni Juan Carlos Dom¨ªnguez, ni el colombiano V¨ªctor Hugo Pe?a, ni el checo Jan Hruska, ni Iv¨¢n Guti¨¦rrez... Pero lleg¨® el riojano que pas¨® todo 2001 enfermo por un extra?o virus, y tan sobrado iba que hasta le sobr¨® tiempo. Cruz¨® la meta levantando los brazos, como si de una etapa en l¨ªnea se tratara. Le hab¨ªa sacado dos segundos al gran dominador del Tour. En febrero ya hab¨ªa ganado la Vuelta a Andaluc¨ªa. Si sigue as¨ª, y no tendr¨ªa por qu¨¦ no, deber¨ªa ser, en julio, el mejor espa?ol en el Tour.
Milagro en Murcia y milagro en el sur de Italia, donde el fin de semana ha sido un asunto de dos que se hicieron amigos en el Kelme, el equipo de Pascual Llorente, y se divirtieron mosqueando a la gente en la pasada Vuelta a Espa?a. En Calabria y en Sicilia, Aitor Gonz¨¢lez y Miguel ?ngel Mart¨ªn Perdiguero hicieron un milagro doble que tira por tierra uno de los mitos m¨¢s consolidados: la incapacidad gen¨¦tica de la raza espa?ola de ciclistas para dedicarse a algo que no sean las rondas por etapas. En 100 a?os apenas media docena hab¨ªa logrado ganar una carrera de un d¨ªa. En la escuela se estudiaban los casos extraordinarios del italianizado Miguel Poblet y sus ¨¦xitos en la Mil¨¢n-Tur¨ªn y la Mil¨¢n-San Remo en los a?os 50; de Angelino Soler, que tambi¨¦n corr¨ªa en Italia; de Jaime Alomar, del desgraciado Valent¨ªn Uriona y, m¨¢s recientemente, de la fortuna de Faustino Rup¨¦rez en el Giro del Piamonte de 1982 y de la transformaci¨®n de Marino Lejarreta, que gan¨® los Apeninos en 1983. Veinte a?os pasaron y nada. Y, de repente, en un solo fin de semana, doblete en Italia.
Fue sorprendente lo de Perdiguero, que con s¨®lo 3.000 kil¨®metros de entrenamiento hab¨ªa sido capaz diez d¨ªas antes de ganar en alto la etapa reina de la Vuelta a Valencia y que ayer aprovech¨® el caos de la llegada en Siracusa del Trofeo Pantalica para ganar al sprint. Si aquello fue extraordinario, qu¨¦ decir entonces de lo de Aitor Speedy Gonz¨¢lez o TerminAitor, como ya le llaman, el s¨¢bado en Reggio Calabria. Como poco, ¨²nico. Una exhibici¨®n que ha dejado perplejos a no pocos.
Cuentan las cr¨®nicas que Aitor estaba todav¨ªa un poco gordito. No era extra?o. Era la primera carrera de la temporada que disputaba, una semana despu¨¦s de que la UCI resolviera su afiliaci¨®n al Fassa Bortolo. Y, como bien destaca el ciclista, a Aitor le cuesta entrenarse y le gusta comer. "Aunque es moreno de natural, se nota que algo se ha entrenado", dec¨ªa su director, el viejo Giancarlo Ferretti. Adem¨¢s, no tiene prisa, porque su objetivo es el Giro y se corre entre mayo y junio. Pero, aun as¨ª, lo que hizo fue mucho y en una carrera que, aunque no es de primera categor¨ªa, cuenta entre sus ¨²ltimos ganadores con cracks del nivel de Rominger, Saronni, Argentin o Bartoli.
Cuentan las cr¨®nicas que la exhibici¨®n comenz¨® en un puerto de diez kil¨®metros con tramos del 10%. Atacaron los escaladores y Aitor mantuvo el nervio detr¨¢s. Coronaron todos y, en los falsos llanos, a 30 kil¨®metros de la meta, Aitor meti¨® el gran desarrollo, tens¨® la cuerda y se fue por fuerza del grupo y caz¨® a los escaladores. Los dej¨® atr¨¢s y sigui¨® solo. Su ventaja nunca super¨® los 30 segundos. Por detr¨¢s se desencadenaron los equipos de sprinters. Fue una contrarreloj desigual. En esos casos siempre suele perder el fugado. Salvo anteayer. Aitor, fr¨ªo como el hielo, nunca volvi¨® la cabeza. No sufri¨® p¨¢nico. Lleg¨® a la ¨²ltima recta con un pu?ado de segundos y a¨²n tuvo tiempo de saludar en reverencia, como los actores de teatro cuando cae el tel¨®n, a la afici¨®n que le aplaud¨ªa. "Ha sido un gesto de saludo", dijo. La tarjeta de presentaci¨®n de un corredor tremendo.
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