La puerta estrecha para Turqu¨ªa
La crisis iraqu¨ª no pod¨ªa llegar en peor momento para el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), que gan¨® de forma clara las elecciones legislativas del 3 de noviembre pasado en Turqu¨ªa. Con una c¨®moda mayor¨ªa que pod¨ªa traer consigo una estabilidad parlamentaria y, llegado el caso, pol¨ªtica -que tanta falta hac¨ªa desde hac¨ªa 40 a?os-, ten¨ªa la intenci¨®n de demostrar al mundo entero que el islam y la democracia son perfectamente conciliables (sin que se confundan los registros, como hacemos en Francia, bien por temor o para tratar de desacreditar a quienes llamamos abusivamente los "islamistas"); y que, por consiguiente, pod¨ªa perfectamente ser "musulmandem¨®crata", igual que en Roma o en M¨²nich se dice "cristianodem¨®crata" para designar a una tendencia pol¨ªtica. Tambi¨¦n pretend¨ªa, al hacer entrar en el Parlamento a su jefe indiscutible, Recep T. Erdogan (el 9 de marzo, tras una elecci¨®n parcial), abordar los numerosos problemas sociales y econ¨®micos existentes en el pa¨ªs. En el plano de la pol¨ªtica exterior, probablemente contemplaba, sin renunciar a la perseverancia en la solicitud de ingreso en la Uni¨®n Europea, sin olvidar el mundo de habla turca del C¨¢ucaso meridional y de Asia Central y sin ocultar las crisis de los Balcanes, acercarse m¨¢s a sus vecinos ¨¢rabes y tal vez a los iran¨ªes, con los que muchos malentendidos han causado tantos estragos en las ¨²ltimas d¨¦cadas, debidos tambi¨¦n a las susceptibilidades y bloqueos del mundo ¨¢rabe.
Porque, en efecto, m¨¢s que con la UE y las rep¨²blicas de habla turca, es con este ¨¢rea cultural y geogr¨¢fica con la que el nuevo poder podr¨ªa efectuar con el tiempo algunos cambios significativos en relaci¨®n con una determinada visi¨®n r¨ªgida del kemalismo, evitando el planteamiento del "club musulm¨¢n", caer en numerosas trampas y olvidar la realidad de la existencia del Estado de Israel. Ciertamente, la puerta es estrecha para Turqu¨ªa, ya que se ve limitada al papel de leal "socio estrat¨¦gico" (especialmente maltratado por Europa y dejado de lado por la OTAN cuando esta ¨²ltima considera algunos compromisos demasiado arriesgados, como tambi¨¦n demuestran sus bandazos de estas ¨²ltimas semanas) para defender una vez m¨¢s los intereses y la seguridad occidentales en la regi¨®n.
Pero ?c¨®mo hacer ahora para plantar cara al imponente T¨ªo Sam, a "la asociaci¨®n estrat¨¦gica", sobre todo porque Bruselas, en su acepci¨®n pol¨ªtica y militar, se muestra voluble, indecisa, incluso sin credibilidad? ?C¨®mo interpretar la reciente negativa del Parlamento de Ankara a que las tropas estadounidenses sean estacionadas en suelo anatolio, incluso al env¨ªo de soldados turcos al norte de Irak, pese a que no sea imposible que una versi¨®n edulcorada de la moci¨®n sea aprobada por la Asamblea, e incluso posteriormente ratificada por el presidente de la Rep¨²blica? Una cosa es segura: la inquietud de la opini¨®n p¨²blica, y tambi¨¦n del Estado, es grande.
Lo queramos o no, Turqu¨ªa, en el marco de las m¨²ltiples pertenencias debidas a la geograf¨ªa y a la historia, es un actor importante en Oriente Pr¨®ximo, mucho m¨¢s concernido que Estados Unidos o el Reino Unido. Ser¨ªa poco leg¨ªtimo pedirle que sirviese a los intereses occidentales en la regi¨®n en una situaci¨®n de guerra (suponiendo que ¨¦sta sea leg¨ªtima), y que no se implicase en absoluto. De todas maneras, aunque quisiera permanecer al margen, no lo lograr¨ªa. Sea como fuere, la implicaci¨®n de una manera u otra de Turqu¨ªa en la guerra correr¨ªa el riesgo de tener repercusiones en sus relaciones con el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. Pero llegar¨¢ un momento en que las convergencias estrat¨¦gicas con EE UU no ser¨¢n tan evidentes. Tomemos la cuesti¨®n kurda. No es un secreto para nadie que Washington no es forzosamente hostil a un desmantelamiento de Irak (por consiguiente, la formaci¨®n de una entidad kurda ser¨ªa bienvenida); una evoluci¨®n as¨ª tambi¨¦n ser¨ªa bien recibida para desestabilizar a Ir¨¢n, el otro eslab¨®n del eje del mal; por ¨²ltimo, la formaci¨®n de un Estado kurdo le permitir¨ªa jugar esta carta en la regi¨®n, sobre todo si este ¨²ltimo escapa al dominio de Turqu¨ªa, Ir¨¢n y Siria, y se muestra d¨®cil con EE UU. Queda la hostilidad turca a dicha eventualidad. Es algo que para los estadounidenses cuenta. Perder a un aliado les privar¨ªa peligrosamente de un apoyo en la regi¨®n, en el sentido m¨¢s amplio del t¨¦rmino. Pero ?en qu¨¦ medida las nuevas din¨¢micas no les llevar¨ªan a tomar en consideraci¨®n los tres primeros puntos en vez del cuarto?
Por otro lado, una ofensiva militar corre el riesgo de provocar, antes que nada, una cat¨¢strofe humanitaria para centenares de miles de civiles (500.000, seg¨²n los c¨¢lculos aproximados de la ONU) en el norte de Irak y, por consiguiente, una afluencia de refugiados para la cual Turqu¨ªa no est¨¢ preparada, sobre todo en estas regiones monta?osas, con el rigor del invierno, con el riesgo adem¨¢s de tener que soportar m¨¢s tarde reproches por su "insuficiencia" en materia de asistencia humanitaria. La poblaci¨®n del sureste de Anatolia se siente asimismo amenazada por las armas biol¨®gicas y qu¨ªmicas que pudieran ser utilizadas contra ella a modo de represalia por el r¨¦gimen de Bagdad. No es improbable que, al igual que en 1991, cuando el primer presidente Bush abandon¨® a su suerte a cientos de miles de kurdos que hab¨ªan buscado refugio en Turqu¨ªa, nos encontremos de nuevo ante problemas humanitarios muy complejos. La Operaci¨®n Anfal ("bot¨ªn" o "pillaje de infieles"), llevada a cabo en los a?os ochenta, y las im¨¢genes insoportables de Halabja tambi¨¦n est¨¢n presentes en la memoria. Ankara teme que las armas que ser¨¢n proporcionadas a los peshmergas se vuelvan en su contra y que la guerrilla del PKK (apoyada y manipulada hasta fecha reciente en el plano pol¨ªtico y log¨ªstico por Siria y Grecia) reanude su actividad; por no hablar del Ansar al Islam del mul¨¢ Mohammed Hass¨¢n, organizaci¨®n kurda que se oculta en la regi¨®n fronteriza irano-iraqu¨ª, de inspiraci¨®n musulmana radical (2.000 militantes entrenados, al parecer, por los talibanes) y, en segundo plano, el contrabando, las alianzas tribales, los vuelcos, los cambios s¨²bitos, un juego regional, etc¨¦tera.
El Partido Democr¨¢tico del Kurdist¨¢n de Masud Barzani (que controla la regi¨®n de Dohuk y Erbil) y la Uni¨®n Patri¨®tica del Kurdist¨¢n de Djamal Talabani (que controla Suleymanieh), fuerzas pol¨ªtico-militares establecidas a nivel local, probablemente se enfrenten, por una vez, al mismo dilema que el Gobierno turco: que la guerra provoque la ca¨ªda del r¨¦gimen de Sadam Husein ampliando la autonom¨ªa del Kurdist¨¢n iraqu¨ª o que corra el riesgo de afectar especialmente a la poblaci¨®n civil kurda. Por ¨²ltimo, en el plano econ¨®mico, recordemos que, antes de la guerra del Golfo, Irak era el primer cliente de Turqu¨ªa, y las p¨¦rdidas sufridas por esta ¨²ltima a consecuencia de esta guerra se calculan en 40.000 o incluso 50.000 millones de d¨®lares. Uno de los medios de presi¨®n m¨¢s eficaces es, en estos tiempos duros para la econom¨ªa turca, precisamente el ¨¢mbito financiero: la renovaci¨®n de los cr¨¦ditos del FMI depende en gran medida de Washington. La prolongaci¨®n del conflicto tendr¨ªa unas consecuencias nefastas para la econom¨ªa turca al reducir de forma sustancial el comercio trasfronterizo (m¨¢s importante de lo que dan a entender las estad¨ªsticas oficiales de Naciones Unidas): la notable ca¨ªda de los ingresos tur¨ªsticos, una degradaci¨®n del equilibrio comercial provocada por el alza de los precios del petr¨®leo que incrementa a su vez la factura de las importaciones de crudo, pero que tambi¨¦n crear¨ªa presiones inflacionistas en el plano interno. Seg¨²n los diversos c¨¢lculos, el coste de un conflicto armado en Irak se elevar¨ªa para Turqu¨ªa a 15.000 millones de d¨®lares.
La estabilidad de este pa¨ªs, con una sociedad abierta, en evoluci¨®n democr¨¢tica, que muchos de los que pescan en r¨ªo revuelto, incluso en las capitales occidentales, desconectados de las realidades locales, pretenden desestabilizar -sin prestar la m¨¢s m¨ªnima atenci¨®n a la suerte, entre otros, de los kurdos en los reg¨ªmenes autoritarios de Oriente Pr¨®ximo, como Irak, Ir¨¢n y Siria-, es indispensable para la estabilidad de la regi¨®n. Pero, como en el debate sobre la ampliaci¨®n de la UE, que margina, por no decir que excluye, Turqu¨ªa se encuentra hoy frente a un Irak imprevisible, por un lado empujada a la guerra y por otro lado abandonada a su suerte.
Semih Vaner es director de investigaci¨®n del Centro de Estudios e Investigaciones Internacionales (Par¨ªs) y director de Cahiers d'¨¦tudes sur la M¨¦diterran¨¦e orientale et le monde turco-iranien.
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