Sin casa por enviudar
Human Right Watch denuncia que en Kenia cientos de mujeres son expulsadas de su hogar al morir el marido
Emily Owino, de 54 a?os, tuvo dos vidas en Kenia. La de casada y la de viuda. La primera fue una ¨¦poca feliz; la segunda, un aut¨¦ntico calvario. En el momento en que se celebraba el entierro de su marido, los familiares de ¨¦ste empezaron a vaciarle la casa. No dejaron nada. Ni la comida. Luego la obligaron a someterse al ritual de la liberaci¨®n de los malos esp¨ªritus. Esta costumbre consiste en que una persona de casta inferior debe violar a la viuda para purificarla. Owino no quer¨ªa. Pero ante las amenazas de muerte a las que fue sometida por parte de sus cu?ados y suegros, accedi¨®. Pens¨® que de esta forma podr¨ªa seguir viviendo en su casa y cultivando la tierra que trabaj¨® desde los 15 a?os, cuando se cas¨® con su marido. Pero pasar por ese suplicio no le sirvi¨®. En su pueblo nadie la ayud¨®. Pidi¨® ayuda a los jefes del pueblo pero ¨¦stos hicieron caso omiso de las leyes no escritas dictadas por las tradiciones tribales que imperan en el territorio y no hicieron nada. Consideraban justo que esta mujer tuviese que abandonar la casa donde hab¨ªa vivido m¨¢s de 30 a?os. Ante esta indiferencia, Owino se fue con sus tres hijos a casa de sus padres. Estuvo poco tiempo. No hab¨ªa dinero para sacar a toda la familia adelante. Deambularon de un lado a otro durante d¨ªas, hasta que les ofrecieron una chabola con goteras donde cobijarse. Los hijos tuvieron que dejar la escuela porque su madre no pod¨ªa pagarla. Ahora trabajan en lo que pueden.
Esta es una de las m¨²ltiples historias que se pueden leer en el informe de Human Rights Watch (HRW) donde se denuncia la desprotecci¨®n que sufren las mujeres cuando enviudan tanto en el campo como en la ciudad. La ley no escrita dice que las mujeres no tienen derecho a heredar. La ¨²nica f¨®rmula es pasar por la purificaci¨®n, pero a veces ni esta humillaci¨®n resulta ¨²til. Mientras sucede todo esto el Gobierno mira hacia otro lado.
Sin protecci¨®n
La limpieza de las malos esp¨ªritus se lleva a cabo sin ning¨²n tipo de protecci¨®n. Las mujeres tienen grandes posibilidades de ser contagiadas de sida. Esta pandemia afecta a 2,5 millones de personas en Kenia, 28 millones de habitantes. Otras, antes de pasar por ese calvario, se van con sus hijos a cuesta a buscarse la vida. No s¨®lo las mujeres que enviudan pasan por esta lamentable experiencia. Las separadas y divorciadas tambi¨¦n pierden sus casas. El marido es el que se queda. No importa que las hayan agredido en repetidas ocasiones. El 60% de las mujeres casadas aseguran haber sido v¨ªctimas de la violencia dom¨¦stica. La ley no escrita es clara. El marido se queda. La mujer se va. Aunque algunas conocen que tienen derecho a reclamar, no se atreven a hacerlo. El temor a ser agredidas de nuevo o asesinadas lo tienen siempre presente.
Estos abusos no son exclusivos de Kenia. Tambi¨¦n se dan en otros pa¨ªses de ?frica subsaharianos. HRW espera que esta denuncia sirva para que el nuevo Gobierno, que est¨¢ en el poder desde diciembre, y otros organismos internacionales tomen cartas en el asunto.
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