La medida del instante
Albert R¨¤fols-Casamada (Barcelona, 1923) ha creado en 80 a?os un universo art¨ªstico impresionante. Adem¨¢s de ser uno de los pintores m¨¢s importantes de la segunda mitad del siglo XX, es un aut¨¦ntico y personal¨ªsimo poeta. Tan interesante como su pintura y sus poemas es el resto de una escritura que abarca del ensayo y los textos te¨®ricos a las reflexiones y pensamientos que constituyen buena parte de sus Dietarios. A ello hay que a?adir su labor pedag¨®gica y el magisterio art¨ªstico ejercido desde 1967, fecha de fundaci¨®n en su ciudad natal de Eina, ejemplar escuela de arte y dise?o en la que han crecido sucesivas generaciones de artistas. Todas son vertientes diversas nacidas de un mismo esp¨ªritu, cuerpos distintos de una misma luz. "La funci¨®n del arte es dar cuerpo a esa luz", apunta en una anotaci¨®n de su diario fechada en diciembre de 1982, ese "instante de luz posible" que es el matiz de una ¨²nica experiencia de vida y de existencia. R¨¤fols-Casamada era un pintor reconocido cuando en 1976, con m¨¢s de cincuenta a?os, se dio a conocer como poeta con Signe d'aire. Obra po¨¨tica, 1968-1976, que recog¨ªa su deslumbrante poes¨ªa hasta la fecha. Paralelamente a la madurez y plenitud de su mundo pl¨¢stico personal, a la frescura y seducci¨®n de su pintura, supimos casi de sopet¨®n, como apunta Narc¨ªs Comadira, de la existencia de "un enorme pintor" y de "un aut¨¦ntico poeta" que hac¨ªa de la escritura parte de su voluntad creativa, exponiendo as¨ª su ser y su pensamiento.
EL COLOR DE LAS PIEDRAS
Albert R¨¤fols-Casamada
Traducci¨®n de Victoria Pradilla y Alfonso Alegre Heitzmann Rosa C¨²bica. Barcelona, 2003
257 p¨¢ginas. 12 euros
Y aunque como se ha dicho,
poes¨ªa y pintura nacen del mismo esp¨ªritu, de la misma mirada y de la misma luz, se mantienen soberanas en su expresi¨®n a la vez que ¨ªntimamente relacionadas. Prueba de la consistencia unitaria de la expresi¨®n po¨¦tica de R¨¤fols-Casamada es que la siguiente publicaci¨®n de su obra completa -Signe d'aire. Obra po¨¨tica, 1939-1999 (Proa, 2000)-, al mantener el mismo t¨ªtulo, pon¨ªa claramente de manifiesto la naturaleza ¨²nica y propia de su materialidad. De esas m¨¢s de mil p¨¢ginas llenas de texturas y colores, de asunciones temporales que sorprenden por su espesor, por su voluntad po¨¦tica y humana, El color de las piedras recoge, por primera vez en castellano y en edici¨®n biling¨¹e, parte de sus ¨²ltimos 26 a?os de escritura po¨¦tica. De entre muchas de sus im¨¢genes y s¨ªmbolos, quiz¨¢ sea el de la ventana, que aparece constante desde sus primeros poemas, un buen ejemplo de esa pasi¨®n por los "instantes rendidos" y su "espacio de luz", por momentos y lugares del d¨ªa llenos de sombras e iluminaciones movi¨¦ndose en el aire. Ese espacio representado por los l¨ªmites de una mirada ense?a lo que tiene lugar tanto fuera como en nuestro interior: "Se despliega el paisaje / ante el mirar callado / que impasible observa". La puntuaci¨®n, o mejor ser¨ªa decir su ausencia, los espacios en blanco y la elipsis, sirven para dotar de significaci¨®n. Aligerado el poema de todo lo innecesario, la expresi¨®n se yuxtapone desgranando matices, retazos y momentos: "Lento goteo de palabras / signos flotando en el aire de este d¨ªa / cuando los cuerpos impasiblemente / se reflejan el uno en el otro".
El lector debe completar los
vac¨ªos, acercarse a la meditaci¨®n ligada al tiempo y los colores que recogen los intensos poemas de la secci¨®n titulada Policrom¨ªa o la galer¨ªa de los espejos, que como en el resto de su obra son fruto de un pensamiento y un discurso plenamente po¨¦ticos, de gestos precisos y evocadores. La luz dentro y la luz fuera, su signo de aire, su "misterioso rumor / de seres y de hojas", seg¨²n nos dice uno de los poemas de El color de la piedra, que da t¨ªtulo a esta impagable, precisa y equilibrada antolog¨ªa. Una elegante edici¨®n que nos permite conocer una profunda aventura po¨¦tica, acceder a una voz brillante y de radical coherencia, a su medida del instante, a la sabia totalidad en que confluyen la forma y el pensamiento, a las sensaciones de lo cotidiano de las que da cuenta una poes¨ªa de expresi¨®n sustantiva. R¨¤fols-Casamada es uno de los creadores m¨¢s completos de los ¨²ltimos tiempos, po¨¦ticamente ligado a la epifan¨ªa del esp¨ªritu, al espacio de la voz imaginaria del mundo. Su excepcional discreci¨®n ha encubierto la atenci¨®n que indudablemente merece una poes¨ªa que, surgida de una necesidad creativa, mira todo lo que nos rodea, sorprendi¨¦ndonos con ¨¢ngulos nuevos o ignorados capaces de definir la realidad, pues frente a la perdida oscuridad sabe que: "El poema es ala y es vuelo / Instante ardiente sombra y presencia".
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