Abolici¨®n de la deuda externa, una demanda deso¨ªda
Se cumplen tres a?os de la consulta ciudadana en torno a la deuda externa que moviliz¨® a miles de activistas en todo el Estado y que recab¨® m¨¢s de un mill¨®n de firmas pese a ser ilegal, tanto en las formas, por coincidir con elecciones al Parlamento, como en el fondo, por tocar temas excluidos de todo tipo de iniciativa fuera del marco parlamentario.
En definitiva, m¨¢s de un mill¨®n de personas hicieron lo que no se puede hacer, que es exigir al Gobierno que anule de una vez la deuda externa de la que es acreedor, que se investiguen los mecanismos por los que ¨¦sta se cre¨® y se castigue a sus responsables o beneficiarios (que en la mayor¨ªa de los casos coinciden), y que los fondos liberados por la cancelaci¨®n se destinen a un desarrollo real y participativo de las poblaciones empobrecidas de los pa¨ªses del Sur. Todo esto, claro est¨¢, supon¨ªa darle la vuelta al sistema capitalista, que se sostiene a base de la miseria de gran parte de la humanidad y de la exclusi¨®n cada vez mayor de los ciudadanos y ciudadanas de cualquier ¨¢mbito de decisi¨®n.
Se cumplen tres a?os de la consulta para la abolici¨®n de la deuda externa, que recogi¨® un mill¨®n de firmas
Hoy, tres a?os despu¨¦s, el mismo Gobierno da la espalda a las manifestaciones masivas que le gritan "no a la guerra por petr¨®leo". Por ello, creemos que es bueno recordar cu¨¢l ha sido la gesti¨®n del Partido Popular sobre la deuda externa. Para que no se olvide que guerra y deuda externa siguen siendo dos caras de una misma moneda, la de la explotaci¨®n capitalista de los pueblos del Sur en beneficio de un pu?ado de corporaciones transnacionales.
El a?o 2000, en el que la movilizaci¨®n contra la deuda externa cobr¨® m¨¢s fuerza tanto en Espa?a como fuera de ella, el Gobierno de Aznar cancel¨® ¨²nicamente el 0,15% de la deuda externa de la que es acreedor. Mientras tanto, el delegado del Gobierno en Madrid ordenaba una carga policial contra una sentada pac¨ªfica en el Congreso que ha sido repudiada incluso por el Sindicato Unificado de Polic¨ªa. Las protestas desatadas por esta actuaci¨®n llevaron el debate al Parlamento, donde el Partido Popular, tras escuchar las cr¨ªticas de la oposici¨®n y de algunos de sus socios, se sac¨® de la manga una proposici¨®n no de ley por v¨ªa de su mayor¨ªa absoluta y aprob¨® as¨ª, sin debate alguno, un texto de palmaditas en la espalda y de sumisi¨®n absoluta a las tesis internacionales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, que tantos estragos han causado y causan, como vimos el a?o pasado en Argentina.
En 2001, la jugada fue inflar las cifras de la ayuda oficial al desarrollo (AOD) mediante operaciones puramente contables, como es el caso de Celgusa, una planta de papel que nunca lleg¨® a funcionar y que desat¨® una fuerte oposici¨®n entre la sociedad guatemalteca por sus costes sociales y ambientales. As¨ª, sin realizar ning¨²n desembolso y cancelando una deuda incobrable, hincharon el porcentaje de AOD hasta hacerlo parecer aceptable. La realidad, en cambio, nos muestra que la ayuda es poca y se materializa por medio de cr¨¦ditos FAD, cr¨¦ditos condicionados a la compra de productos espa?oles que a quien realmente benefician es a nuestras multinacionales, arruinando la producci¨®n local y poniendo en peligro la soberan¨ªa alimentaria de los pa¨ªses del Sur. De hecho, este a?o se super¨® el r¨¦cord de cr¨¦ditos FAD otorgados. Tambi¨¦n las m¨ªseras cancelaciones de deuda realizadas responden a este criterio. Mientras que el consenso internacional se basa en la conversi¨®n de deuda por desarrollo, el Gobierno espa?ol convierte deuda en inversi¨®n privada. Es decir, te perdono mil millones y los inviertes en la entrada de Endesa (por poner un caso) en tu pa¨ªs. Si adem¨¢s tenemos en cuenta que dicha deuda se gener¨® por v¨ªa de cr¨¦dito FAD (es decir, te concedo mil millones para que los gastes en productos de, por ejemplo, Explosivos Alaveses), se comprueba que el dinero salido en dos ocasiones de nuestros impuestos a quien realmente ha beneficiado es a las grandes empresas espa?olas.
Y si a todo ello le sumas la reforma del Consejo de Cooperaci¨®n, orientada a potenciar las ONG de la derecha m¨¢s rancia y del Opus Dei frente a otras con un esp¨ªritu m¨¢s cr¨ªtico y confrontativo, el resultado es una pol¨ªtica de gesti¨®n de la deuda y la cooperaci¨®n totalmente entregada a las tesis neoliberales y a los intereses econ¨®micos y geopol¨ªticos. No es casualidad que, en lo que va de a?o, el Ministerio de Asuntos Exteriores se haya gastado ya un tercio del presupuesto de cooperaci¨®n en un cr¨¦dito a Turqu¨ªa, o que el a?o pasado el pa¨ªs que m¨¢s ayuda recibiera fuera Pakist¨¢n.
Y en todo este tiempo, a la cerraz¨®n pol¨ªtica hay que sumarle la represi¨®n sufrida por quienes denunciamos estos y otros hechos de igual ¨ªndole: la ya mencionada carga en el Congreso, las falsas acusaciones contra activistas durante la presidencia espa?ola de la UE, el espionaje a los medios de comunicaci¨®n alternativos y la militarizaci¨®n de las cumbres, los continuos desalojos, las redadas contra inmigrantes... En definitiva, un Gobierno desp¨®tico y autoritario que no deber¨ªa tener cabida en un sistema que se dice democr¨¢tico.
Por eso, hoy como hace tres a?os decimos: ?No a la guerra; deuda externa, abolici¨®n!
Paul Mu?ecas Alvarez es miembro de la Red Ciudadana por la Abolici¨®n de la Deuda Externa.
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